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14 denuncias, cero condenas: el fracaso del fútbol español contra el racismo

La pelea entre instituciones embarra los buenos propósitos y la falta de criterios uniformes genera serias dudas sobre el trabajo de la Fiscalía

Vinicius abandona Mestalla tras ser expulsado AFP

 

Algunos exárbitros consultados dicen que la situación era mucho peor a comienzos de siglo, cuando los jugadores negros de equipos rivales escuchaban sonidos de simio («hu, hu, hu») casi todos los domingos. Sin embargo, las últimas 48 horas han demostrado el fracaso en la lucha del fútbol español contra el racismo. Nunca se ha suspendido un partido por cánticos racistas en nuestro país; tampoco hay una sola condena judicial. Hasta este martes, la Policía no había detenido a nadie. Comparada con otros países europeos, y a pesar del discurso permanente de las autoridades sobre los «valores» y la «igualdad», España va muy retrasada en la lucha contra la discriminación por el color de la piel.

El sonrojo parece haber alcanzado por fin a las autoridades y a la Federación Española de Fútbol, que este lunes trató de contener las críticas reconociendo el problema y anunciando vigor punitivo. El intercambio de acusaciones entre Luis Rubiales, Florentino Pérez y Javier Tebas es un primer signo del caos que preside este asunto. Las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, que exigió a LaLiga «sanciones» y una «respuesta contundente» por los insultos a Vinicius en Valencia el domingo constituyen otra manifestación de la ignorancia que agrava este problema.

La pregunta que habrán de hacerse ahora muchos juristas y políticos es la misma que se hace el Real Madrid, además de aficionados y diversos actores del mundo del deporte, desde hace mucho tiempo: ¿por qué la misma Fiscalía que archivó la denuncia por insultos (constantes) a Vinicius Júnior en el Camp Nou el 24 de octubre de 2021, así como otra serie de incidentes racistas muy similares denunciados igualmente –sin éxito alguno– por LaLiga en los dos últimos años, acudió tan rauda a interponer una denuncia por los hechos de Mestalla?

Otro ejemplo: ¿por qué los gritos racistas contra Iñaki Williams durante un Español-Athletic en enero de 2020 sí merecen un proceso penal, y los que ha recibido Vinicius en demasiados estadios no? Todos los casos son tramitados por la misma Fiscalía. El caso del Camp Nou es explicable por la falta de identificación del sujeto que llamó «macaco» al jugador brasileño. «Hay imágenes claras, está visualizado, pero el individuo no tiene ficha policial y nadie ha aparecido públicamente a confirmar su identidad», explicaron entonces fuentes oficiales a ABC.

«Pero la preocupante realidad», según afirman fuentes jurídicas especializadas a este periódico, «es que a pesar del discurso dominante no existen directrices claras en la lucha contra el racismo en el fútbol español; el fiscal de Barcelona aprecia carácter penal en una conducta, o el de Valencia ahora, pero las fiscalías de Mallorca o Madrid archivan denuncias en casos idénticos porque opinan lo contrario. No hay un tratamiento uniforme a conductas similares».

Hay, en efecto, una serie de denuncias que siguen en fase de investigación y otras que han sido archivadas por la Fiscalía. En una de ellas reaparece Vinicius, por hechos ocurridos en un Mallorca-Real Madrid, y en la otra figura Nico Williams, hermano de Iñaki, por insultos recibidos en un Betis-Athletic. Ambos episodios tuvieron lugar el mismo fin de semana, 13 y 14 de marzo de 2022. El 18 de septiembre de 2022, dentro y fuera del estadio Metropolitano, antes y durante el partido Atlético de Madrid–Real Madrid, a Vinicius le llamaron de todo menos ‘crack: «Eres un mono», tonto», «muérete ya», etc.

Sensibilidad del fiscal

¿Depende la tipificación de la sensibilidad del fiscal? El tratamiento de los casos es absolutamente dispar. En el caso de Mallorca, la Fiscalía archivó la denuncia porque «la expresión y sonidos proferidos contra Vinicius, sin duda propios de actitudes soeces y deleznables, a la par que vejatorias y absolutamente rechazables, no parecen revestir inicialmente […] dimensión penal pública». En el caso de Nico Williams, el fiscal estudió las redes sociales del denunciado y concluyó que «no es una persona que pretenda incitar al racismo, o que los gestos realizados pretendieran alcanzar tal fin […] No sobrepasan la línea de la infracción penal». En cuanto a Vinicius en el Metropolitano, el caso fue archivado porque «no existe un acto concreto que imputar a una persona determinada y una vez contextualizados los insultos de naturaleza racista, tampoco integrarían un delito contra la dignidad». A finales de abril se creó la Fiscalía Especializada en Delitos de Odio, una decisión que presumiblemente contribuirá a reforzar la unidad de criterio en el tratamiento de estos casos.

«Nosotros denunciamos semanalmente todos los posibles actos de violencia y no tenemos más competencias», señalan a ABC fuentes de LaLiga: «No tenemos capacidad sancionadora, ya no sabemos cómo repetirlo; esas competencias les corresponden al Gobierno o al Comité de Competición». La patronal cambió de estrategia a comienzos de año: después del incidente de Vinicius en Valladolid, decidió presentar su denuncia directamente ante el Juzgado de Instrucción, saltándose a la Fiscalía, para poder iniciar así el proceso penal directamente. Tras ese cambio, la Fiscalía ha investigado a otras cuatro personas que han sido citados o van a serlo ante el juez.

Parece evidente que las medidas adoptadas por los clubes en calidad de organizadores de los partidos, la Federación y la Fiscalía no son suficientes. (de las diez denuncias por racismo contra Vinicius presentadas por LaLiga, sólo dos han acabado en sanciones de los clubes a aficionados: multas y prohibición de asistencia al fútbol). Los organismos competentes para tomar decisiones de mayor calado son la Federación y el Ministerio del Interior, a propuesta de la Comisión Antiviolencia.

LaLiga, sintiéndose «impotente», solicitó oficialmente este martes «competencias sancionadoras para poder luchar más eficazmente contra el racismo»; aspira a poder decretar la clausura total o parcial de estadios, la prohibición de acceso a los mismos y la imposición de sanciones económicas, «sin perjuicio de la adopción de las medidas provisionales o cautelares que puedan proceder atendiendo a la naturaleza y gravedad de los hechos».

La FIFA (como la UEFA) tiene un mismo protocolo antirracismo (de 2017) para todas las federaciones, pero hay países –como Inglaterra o Francia– en los que el sistema es mucho más contundente. El protocolo solo puede aplicarlo el árbitro –que depende de la Federación– según su criterio. Ante cualquier insulto racista, puede o debe interrumpir el partido y pedir por megafonía que cesen los insultos. Si continúan, vuelve a detener el encuentro; los futbolistas se marchan a los vestuarios y se emite una última advertencia por los altavoces. Si vuelven a repetirse, el colegiado suspende definitivamente el encuentro.

En el Valencia-Real Madrid no se aplicó enteramente. El árbitro, De Burgos Bengoechea suspendió el partido durante nueve minutos en el momento que a Vinicius le llamaron «mono de mierda» desde la grada. Se pidió por megafonía que parasen los insultos. Pero no pararon, ni siquiera tras la expulsión del brasileño.

Este martes por la mañana, después de que la Fiscalía valenciana incoase de oficio diligencias por un posible delito de odio, la Policía detuvo por sorpresa a cuatro integrantes del Frente Atlético que ‘ahorcaron’ a un muñeco disfrazado de Vinicius en un puente de Madrid el pasado mes de enero. La Federación, además, ha despedido fulminantemente a seis árbitros del VAR. Asustadas, las autoridades son tildadas de oportunismo por casi todo el mundo a micrófono cerrado mientras el fútbol español rumia su ridículo mundial. Un bochorno que se resume así: cero condenas de 14 denuncias.

 

 

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