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Carta a Cecilia Sosa

 

Esta carta es una misiva que  el Dr Raul Yusef, viejo dirigente del partido Acción Democrática, el mismo partido que fundaron Don Rómulo, Raúl, Gonzalo y Prieto Figueroa, y que me temo, muy desafortunadamente para Venezuela, que sus dirigentes actuales no coinciden ni con  los objetivos ni con aquella conducta de los fundadores, en su mayoría hombres probos que lucharon en la instauración de aquel sistema político llamado democracia y el cual por creyones los venezolanos lo mandamos al pipote de la basura en el siniestro diciembre del año 1998.

Ese partido fue fulminado por intereses, que al menos yo desconozco, pero qué puedo imaginarme, utilizando una sentencia con la cual se ejecutó la destitución y posterior emprisionamiento del que para ese entonces ocupaba la presidencia de la república, el Sr Carlos Andrés Pérez.

Quien ejercía las funciones de presidente de la Corte Suprema de Justicia era la doctora Carlota Sosa y es a ella a quien Raúl Yusef le dirige la carta a la cual me refiero al inicio de esta nota.  Considero que este documento,  más que misiva, es de un contenido que no debemos olvidar, aunque bien sabido es que al pueblo de Venezuela lo persigue el fantasma de ser un pueblo de memoria corta, muy corta.

                                                                                                                                     Raúl Ochoa Cuenca.

 

Dra. Cecilia Sosa

Expresidente de la extinta

Corte Suprema de Justicia.

 

Desde hace mucho tiempo quería expresarle mi apreciación sobre la infame y desafortunada decisión tomada por usted y sus compañeros magistrados que, salvo honradas excepciones, enjuiciaron al presidente en ejercicio para ese momento, Carlos Andrés Pérez. Cuánto dolor y penurias nos hubiésemos ahorrado la inmensa mayoría de los venezolanos de no haber consumido tan canalla conjura. Cuánta desgracia hubiésemos evitado de no haber usted y sus compañeros magistrados confabulados con los enemigos que, movidos por el odio, el revanchismo, la envidia y la ambición, se montaron en el complot de defenestrar al demócrata más progresista de la historia contemporánea. Señora Sosa, quizás con ese garrafal error suyo, sus hijos que desconozco si los tiene, no han padecido los rigores de tan infausto devenir. A lo mejor ellos disfrutan del confort y bienestar del que casi 30 millones de venezolanos no disfrutamos a raíz de la tragedia en que se convirtió el país, luego de consumarse ese malévolo adefesio jurídico. La dimensión del daño causado ha sido tal, que imagino usted y sus aliados, por muchos ahorros acumulados hayan escapado de esta cruda y trágica realidad.

 

Es bueno recordar a las nuevas generaciones y a algunos desmemoriados que cuando despojaron del poder a Carlos Andrés Pérez, Venezuela gracias a sus políticas económicas crecía a una tasa del 10 por ciento del PIB con ingresos petroleros de apenas 11 $ por barril, con una sólida entrada de capitales que venían a invertir en El Gran País promesa de América Latina, y sin aumentar impuestos. Éramos la economía de más alto crecimiento en el Mundo en 1991 y se redujo el desempleo a menos del 6%. De 1989 a 1991 aumentamos la producción petrolera en casi  1 millón de barriles diarios de petróleo y derivados. Estábamos, de no haberse interrumpido esa política económica, avanzando aceleradamente a convertirnos en una economía desarrollada. De lejos, la más pujante de América Latina; contábamos con el mejor equipo de técnicos que se haya conformado en toda la historia  Republicana, formado por la democracia, conduciendo la nave de manera exitosa. El país contaba con reservas y flujo de caja suficiente; con una balanza comercial favorable y estaban en marcha ambiciosos programas sociales que llegaban sin discriminación a los sectores más humildes; se  desarrollaban políticas de estímulo al estudio y al trabajo productivo.

 

En fin, Sra. Sosa, íbamos por el camino correcto. Hoy fuésemos la Noruega de América Latina con estándares de vida propios de un país petrolero y desarrollado, produciendo por lo menos 8 millones de barriles diarios de petróleo. Hubiéramos eliminado totalmente la pobreza en nuestro país, no por las dádivas del Estado, sino por la educación y la creación de trabajos productivos.

 

La basura y la escoria que se instauraron en el poder, desde ese entonces, nos convirtió en un país de errantes menesterosos del que el mundo entero se compadece. El error  cometido lo hemos pagado lamentablemente todos, sin tener culpa de tan descabellado despropósito. Ahora le pregunto: está usted consciente del daño que causó? Duermen tranquilos usted y sus aliados de entonces, después de haber actuado no conforme a derecho sino empujados por la venganza y las bajas pasiones. Sabe usted, el mal precedente que crearon y el consabido daño ocasionado a la justicia venezolana, convertida hoy en una vergüenza por decir lo menos.

Me temo que no. Y lo creo porque por allí la observo dictando conferencias, clases magistrales de derecho y moralidad. Ustedes no liquidaron  ni confinaron al destierro solo a Carlos Andrés Pérez, ustedes nos desgraciaron a todos los venezolanos pero sobre todo, a las nuevas generaciones que han tenido  que pagar bien caro la miseria de ustedes. Solo pido al Señor que les dé vida para que del sufrimiento de nuestros compatriotas tomen conciencia de  haber lanzado al despeñadero a la Venezuela decente y forjadora de Libertadores.

 

Con aflicción,

 

Raúl Yusef.

San Félix, 19 Junio 2019.

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