Cultura y Artes

Entrevista a Pérez-Reverte: España, Europa e Hispanoamérica

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Somos 500 millones de compatriotas con una bandera legítima, el Quijote. Nuestra patria es la lengua española.

—Al contrario de lo que dice de España, de Europa, estos días usted ha afirmado que América Latina sí tiene visos de futuro.
—No digo que tenga visos de futuro. Digo que es el futuro. Europa es un continente que envejece muy mal, en manos de un grupo de representantes en Bruselas medio demagogos y medio analfabetos que están desmantelando 30 siglos de cultura. Añádele a eso un continente que no crece, que no tiene juventud, hecho de jubilados. En América hay cantidad de jóvenes intentando abrirse camino con el vigor de la juventud y de la esperanza. El eje se está desplazando a la América hispana, y estoy convencido de que lo mejor que podamos esperar vendrá de América.
—¿Cómo es su relación con esta tierra?
—Larga, empecé muy joven, en las guerras de los años setenta, y he visto muchas causas perdidas y muchas grandes palabras que luego han terminado en números de circo como la revolución nicaragüense. Pero hay una cosa que me queda siempre de América, y es el profundísimo respeto que todos, hasta los analfabetos, tienen por la cultura. En América la gente aún cree que ser culto ayuda a cambiar para mejor. El padre confía en que su hijo sea lo que él no ha podido ser. Y también está la lengua. Le dan importancia, para ellos es un factor de cultura. He visto a muchos campesinos usando un vocabulario tan rico y tan decente que ya quisieran muchos, no ya los jóvenes sino los políticos e incluso los académicos españoles. Y ese respeto, esa veneración por la lengua como elemento clave, unido a la incultura, les da una osadía lingüística, una creatividad extraordinaria. El caudal vivo, el español del futuro, el que van a hablar en todo el mundo, y desde luego los cabrones de los gringos, es el español. Somos una patria sin fronteras ni ideologías. Somos 500 millones de compatriotas con una bandera legítima, el Quijote. Nuestra patria es la lengua española.
—¿Tiene sentido mantener en el diccionario la categoría de americanismos?
—Hace un año, en uno de los plenos de la RAE, propuse eliminarlos. Es un error. Creo que hace una división del español inapropiada e injusta. Yo tengo todo el derecho a decir chingar, o todera, porque es mi lengua. El nuevo diccionario debería suprimir esa marca y mantener la etimología. Todo es español. La Reina del Sur lo escribí en México, no ya en mexicano sino en culichi, que es como hablan en Culiacán, Sinaloa. El caso es que debemos transitar sin complejos por la lengua que compartimos. Ninguna lengua tiene una habitación como la nuestra, con tantos compartimentos por los que entrar y salir. España y América Latina son pueblos que han sido masacrados históricamente, pero tenemos una cosa buena: una comunidad en común, la lengua. Como esos monjes medievales que andaban por ahí y sabían que serían bien recibidos en cualquier convento donde se hablase el latín.
—¿Ve alguna relación entre el populismo en América Latina y la idea de quijotismo?
—Surgen quijotes y surgen también falsos quijotes. A veces hay figuras que están entre la luz y la sombra, y para iluminarlos del todo solo hay una forma que es la educación, la cultura. Un joven educado con buenos maestros puede identificar si en ese Quijote hay verdad o mentira. Por eso es tan importante la formación, para que no nos seduzcan los falsos quijotes. El mayor aliado de los falsos quijotes es la ignorancia de los sanchos.
—Pero si la educación es la base, por qué al comparar con América a un país como España, con más nivel educativo…
— ¿Y quién te ha dicho que España es un país más educado? Habla con un universitario mexicano y con un español y compara ideas, formación y lucidez.
—¿Qué puede aprender América Latina de España y de Europa?
—América no puede olvidar que todo nació ahí, que lo mejor que tiene se llama Sócrates, Aristóteles, Virgilio, Homero, Erasmo, Quevedo, Voltaire, Tolstoi, Dostoievski, y todo eso, o casi todo, ha venido a través de España. América debe andar su propio camino, pero sin renegar nunca de aquello que la hizo en lo mejor. Los agravios fueron muchos, pero también fue mucho lo bueno que el mestizaje dejó. El mejor símbolo es ese mural del hospicio Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo de Guadalajara, donde están abrazados el caballero-águila y el español todo forrado de hierro, apuñalándose el uno al otro, pero abrazados.
© El País
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