1945: El asalto que pudo cambiar la historia
“Medina no está caído, es tiempo de reaccionar” comentaba Luís Miquilena a sus compañeros de la Unión Popular Venezolana (la facción más radical del comunismo venezolano) la noche del 18 de octubre de 1945. Era cierto. La ofensiva de la Policía Municipal sobre Miraflores había tenido efecto y en las calles reinaba la incertidumbre, pero no existían expresiones de apoyo al golpe cívico-militar de Betancourt y Pérez Jiménez contra Medina Angarita.
El sindicato de autobuseros y tranviarios que acaudillaba Miquilena, fue llenándose de voluntarios que se ofrecían para tomar las calles y apoyar al general. El más activo era Manuel Trueba Mirones, un discreto conductor de autobús que ocultaba una admirable hoja de servicios militares. En 1931, junto con Lina Odena, quien falleció en combate, había recibido un curso militar en la Escuela Leninista de Moscú.
Con los meses militaría en la Unión General de Trabajadores de Barcelona, se inscribiría como fundador del Partido Comunista Catalán, habría pertenecido a la Columna Carlos Marx adscrita al Frente del Aragón como mayor de milicias y después como teniente coronel, antes de dirigir las divisiones republicanas 27, 24, 31 pasando a formar parte luego del Estado mayor del Cuerpo del Ejército y participar en primera línea en la ofensiva de Zaragoza. Trueba ahora revisaba los apuntes que escribía pacientemente en una hoja de papel.
A los minutos, explicó a sus compañeros que tenía un plan para la toma de Miraflores que no requería de muchas exigencias militares. Concentrando setecientos autobuseros en los garajes ubicados en La Pastora y San José, que desembocaban justo en el Palacio Presidencial, prendiéndole fuego a las unidades y cortando los servicios de luz y agua, lo cual no tendría mayores dificultades, iniciaría una ofensiva sobre Miraflores. Para ello solo se requería de una cantidad suficiente de fusiles para que una vez al Palacio lo cubrieran las llamas pudieran actuar los improvisados milicianos. Hubo total acuerdo. Miquilena intentó comunicarse con Medina lo cual logró después de nerviosas llamadas a sus ministros. En la casa de la periodista Carmen Clemente Travieso frente al Nuevo Circo la dirección del partido esperaba la milagrosa respuesta presidencial. Al fin se dio la conversación y Miquilena explicó el plan que habría de salvar al gobierno.
Medina oyó pacientemente y con palabras serenas respondió “Miquilena agradezco su lealtad pero entienda que soy un hombre que vive su hora menguada”; Miquilena comentó a sus compañeros la conversación y el poeta Carlos Augusto León sorprendido se levantó, alzo los brazos y gritó: “todo está perdido, ahora el general Medina también se metió a poeta”. ¿Qué hubiera ocurrido de aplicarse el “Plan Trueba”?. El viejo comunista español se lo preguntaba en la cárcel donde permaneció seis meses junto a Miquilena y un grupo de compañeros que durante tres días, convertidos en guerrilleros urbanos dispararon y fomentaron sabotajes en varios barrios de la ciudad. Trueba murió en 1981 en la ciudad de Manta en Ecuador donde dirigía el diario El Mercurio, seguramente recordando sus hazañas de guerra y el frustrado asalto a Miraflores que a lo mejor hubiera cambiado la historia venezolana.