Gisela Kozak Rovero: Interrogantes para el liderazgo opositor
No soy radical ni divisionista
Es un lugar común comenzar una crítica a la MUD afirmando que se le apoya. También suele decirse en estos momentos que se está con el diálogo y que no se quiere “un baño de sangre”. Con esta petición de principios espero salvarme del remoquete de “radical y divisionista” con el cual se descalifica a quienes no respaldan alguna actuación de la MUD. Dicho esto, paso a formular algunas interrogantes.
¿La MUD no tiene más gente?
Errar es de humanos y perdonar divino pero que millones de personas padezcan las equivocaciones y que no pase nada me recuerda al chavismo con su infinito talento para actuar con absoluta impunidad. En una carta abierta, Thays Peñalver plantea con toda claridad las condiciones para llevar a cabo un diálogo de trascendencia en el marco de una sociedad como la nuestra: se requiere de negociadores profesionales, de una agenda clarísima, de mediadores fiables y de un espacio de negociación fuera del país. Diego Bautista Urbaneja, de la comisión de estrategia de la MUD, cuenta que le aconsejaron a los negociadores que el punto de discusión fuese el Revocatorio. ¿Por qué no se siguió el consejo? Pedro Benítez, de la misma comisión, concluye en un artículo que si bien el gobierno no iba a entregar su cabeza en una mesa de negociación, la MUD debió obtener una oferta sensata a cambio del evento electoral: apenas logró promesas sin fecha mientras el gobierno ganó tiempo. No sabemos en este momento el destino del diálogo gobierno-oposición; solo sabemos que el primer round favoreció al gobierno. ¿Quiere decir esto que debe abandonarse el diálogo definitivamente o que la MUD debe ser condenada en conjunto? No. Los responsables de haber llegado a un primer acuerdo inconveniente con el gobierno tienen nombre y apellido y deberían ser sustituidos por negociadores que sepan con claridad su misión. Por cierto, Voluntad Popular debería estar en ese diálogo porque, si se va a llevar adelante, algún “radical” debe estar presente: podría dar el ejemplo proponiendo un negociador de verdad en lugar de perder espacio al no estar.
¿Nadie responde por sus errores?
¿Por qué entre nosotros no se responde por las promesas? Carlos Ocariz, Henrique Capriles Radonski, Chúo Torrealba estaban al frente del Referendo Revocatorio 2016: no lo lograron. El gobierno es culpable, sin duda, pero no puede ser que se jurase por todos los santos (es de buen tono usar la religión con fines políticos entre nosotros) que se iba a lograr el evento plebiscitario cuando se sabía ya en septiembre que el gobierno no lo permitiría. La “fuerza del pueblo”, la “calle”, la “constitución” se esgrimieron como palabras mágicas frente a un gobierno que desembozadamente se convirtió en una dictadura. Esto no es política, es autoayuda. ¿Mintieron, o por lo menos transmitieron su personal ceguera, para no desanimar a la gente? Ahora le exigen “calle”, “ímpetu democrático”, “lucha sin fecha”. Soy de quienes piensan que efectivamente la lucha contra una dictadura de efectos tan catastróficos como la revolución bolivariana no tiene fecha, pero preferiría que me convocaran no Ocariz, Torrealba y Capriles sino otras caras. En otros países, el que pierde se aparta: el primer ministro de Gran Bretaña renunció después del Brexit, por ejemplo. No me digan que no hay más gente en la MUD porque sí la hay.
¿Hay que dar gracias a los políticos?
Los defensores de Henrique Capriles Radonski lo defienden como a un hijo, a un monaguillo o a un mecenas, no como se defiende a un líder. Henrique Capriles ha tenido mi respaldo mas nunca mi gratitud, ni él ni ningún político. Capriles ha salido derrotado tres veces: dos en elecciones presidenciales y una como cara más visible del revocatorio. En un país sensato pasaría a las duchas por no poder llegar a la meta y ayudaría a otros más dotados para el triunfo. En Venezuela seguiremos cargando con sus desaciertos. María Corina Machado y Leopoldo López pagaron sus errores en 2014: ella con su curul de diputada y él con años de cárcel. Un pago injusto e ilegal, por cierto. Capriles no enfrenta el precio político de los suyos mientras ellos, los primeros que reconocieron por fin la catadura dictatorial del gobierno, cargaron con los costos de haberse planteado una maniobra política a destiempo sin el apoyo suficiente. Los analistas más respetados en 2014 criticaron a veces con mucha razón y otras con saña y sin piedad La Salida; quisiéramos la misma dureza con quienes nos han llevado a este punto muerto.
¿Ignorancia comunicacional o miedo?
Nuestros líderes más conspicuos no suelen brillar por su formación intelectual ni parecieran asesorarse respecto a nada importante del mundo de hoy. Francamente, a veces confunden la labor de conserje con la democracia y la política. Es lamentable oír a Henry Falcón, uno de nuestros negociadores en la mesa, quejarse de las redes sociales, al igual que Torrealba, Ocariz y Capriles. Los muy mencionados “guerreros de teclado” forman parte de ese “pueblo” con el que se llenan la boca los mencionados. El problema es que ese “pueblo” no es simplemente la víctima que pasa hambre y necesidad, la imagen que todos los políticos de la MUD repiten hasta el hartazgo, ni la masa heroica y empoderada que “va a recuperar la democracia”: es la gente real que se queja, molesta, cuestiona, insulta o critica con argumentos, exhibe su ignorancia o su formación, apoya o se encierra en su intolerancia y brutalidad. Es parte del “pueblo” al que se exalta cuando se quiere y se rechaza cuando protesta: el mismo “pueblo” que detesta el chavismo, el protestón, al que no se le puede tener lástima, odioso y concreto como una piedra en el zapato. Las redes sociales transmiten información: los políticos audaces y de raza saben qué hacer con ella en lugar de amilanarse o enfurecerse. Ni se pliegan, ni rechazan: escuchan. Lo mismo debería pasar con las encuestas, convertidas en oráculos que estimulan en los líderes la obediencia en lugar de la lucha para cambiar las cosas.
¿Qué vamos a hacer en la calle?
No nos engañemos: la mayoría de la gente no va a salir a matarse por convocatorias políticas. Saquea, protesta, molesta, pero no se va detrás de nadie a poner el cuerpo ante la GNB o la PNB. Cuando María Corina Machado habla de desobediencia civil, y por más respetable que sea su abierta asunción del gobierno como dictadura, nos encontramos con que no hay organización para llevarla a cabo más allá de marchas multitudinarias. Estamos preparados para elecciones, no para enfrentar una dictadura del siglo XXI que descubrió que encarcelar escritores, periodistas y tuiteros es una bobada: vamos a molestarlos un poco pero déjenlos, como se permite en Cuba la hipercrítica obra literaria de Leonardo Padura. Solo un golpe de timón dentro de la MUD puede propiciar una organización popular distinta, pero la lamentable convocatoria de Carlos Ocariz a un simulacro de Referendo Revocatorio, las diferentes visiones dentro de la MUD y, hay que decirlo, la medianía de un liderazgo político que no está preparado para la resistencia solo prometen que un gobierno tan malo como el de Nicolás Maduro durará lo que tenga que durar y que solo el chavismo está en capacidad de cambiar las cosas. Lástima un país que ruega por sotanas y está en manos de militares: hasta el Vaticano saldrá salpicado de tanta estupidez junta, lo cual no es de lamentar por cierto. Nada más hay que escuchar al actual Papa para entender que su gran problema son las democracias liberales y la economía de mercado, no el chavismo, el peronismo o el castrismo.
Y por cierto, para los opositores que actúan como el chavismo porque que no aceptan la crítica y demuestran grandes falencias intelectuales al hacer la pregunta “¿qué harías tú?”, les recuerdo que bajo semejante punto de vista no podríamos cuestionar tampoco al gobierno.
Mala hora la que estamos pasando.