Los desafíos de la Italia después de Renzi
Matteo Renzi, durante su discurso de dimisión en la Asamblea General del PD. GIUSEPPE LAMI AP
La izquierda italiana vuelve a deshacerse en luchas fratricidas en un momento clave desde el punto de vista electoral
Tras la dimisión del primer ministro Matteo Renzi a comienzos de diciembre pasado, Italia vuelve a enfrentarse a nuevos y muy serios desafíos. Entre ellos, el más importante es lograr la estabilidad política, estabilidad que ha de ser compatible con el crecimiento económico. Lo que por otra parte no resulta nada fácil en un país que en el último lustro ha visto pasar a hasta cinco primeros ministros diferentes cuando solo el primero (Silvio Berlusconi, allá por 2008) había sido elegido en las urnas, y que lleva tiempo moviéndose entre la recesión y cifras muy pobres de crecimiento. Sin ir más lejos, Italia ha cerrado el año 2016 con un crecimiento del 0,9%, y para 2017 se prevé exactamente lo mismo, lo que habla de una economía virtualmente estancada. Además, el país tiene una deuda nacional extraordinariamente elevada (por encima del 130% del PIB), e incumple sistemáticamente los objetivos de déficit que le marca la Unión Europea.
Esa estabilidad política es muy necesaria para afrontar una tarea pendiente desde hace años: el saneamiento del sector bancario, que acumula una deuda de 360.000 millones de euros en créditos morosos. Para que nos hagamos una idea de la envergadura del problema, en diciembre pasado el tercer banco del país (el célebre Monte dei Paschi di Siena (MPS) tuvo que ser nacionalizado, y ahora UniCredit, primera entidad financiera por volumen de activos, tiene pensado despedir a 14.000 trabajadores de aquí a 2019, al tiempo que está intentando una recapitalización por valor de 13.000 millones de euros y ha puesto a la venta numerosos créditos morosos. Todo ello como consecuencia de la inacción de los diferentes gobiernos italianos, que no han hecho nada por solucionar el problema desde que este se iniciara allá por 2009.
En ese sentido, el principal problema de este saneamiento es que tiene lugar en un contexto internacional (Brexit, nueva administración norteamericana, auge de los movimientos populistas) que permite asumir pocos riesgos. El Banco Central Europeo lo sabe muy bien, y por ello, aunque está urgiendo al Gobierno de Paolo Gentiloni para que inicie de una vez por todas dicho saneamiento, le está dando tiempo para que lo haga de una manera escalonada que impida el conflicto social.
Todo esto sucede además en un escenario preelectoral de pronóstico muy incierto. Además de que las fuerzas políticas han de ponerse de acuerdo en una nueva ley electoral, en este momento lidera las encuestas el Movimiento Cinque Stelle (M5S) de Beppe Grillo, un partido anticasta, antieuro y de corte populista que sigue el modelo de partido asambleario. Lo más preocupante, no solo para Italia sino para el conjunto de la Unión Europea, es que el otro partido que está en auge es la xenófoba Liga Norte de Matteo Salvini, con un discurso profundamente racista y hostil a los movimientos migratorios.
Frente a ellos aparece en este momento la Forza Italia de un crepuscular Berlusconi; los Fratelli d´Italia de una líder de poco peso (Giorgia Meloni); y, finalmente, el Partido Democratico (PD), que afronta estos comicios generales fuertemente dividido tras la dimisión, el pasado día 19, de Matteo Renzi como Secretario General. Esta división interna del PD pone de manifiesto lo enconadas que se encuentran las posiciones: mientras la minoría crítica del partido, liderada por el gobernador de Apulia (Michele Emiliano) le exige que no se presente y que dé un paso al lado, Renzi sigue con la idea de intentar ser candidato a primer ministro y por ello ha acusado públicamente a esa minoría crítica de chantajismo; “Hay algo peor que la escisión, que es el chantaje”, dijo Renzi en la asamblea nacional del partido de este domingo”. En realidad, lo que hay de fondo, además de un problema de personalismos, es la fractura ideológica entre las dos principales almas del partido: la democristiana representada por Renzi, y la de izquierdas (entre el socialismo y el comunismo) que ahora lidera Emiliano y que tiene detrás a la vieja guardia del partido, enfrentada desde hace años con Renzi. Las cuitas internas se dirimirán previsiblemente en un congreso en junio, pero lo que queda en evidencia es que la izquierda vuelve a deshacerse en luchas fratricidas en un momento clave desde el punto de vista electoral. Una vez más, Italia ante una auténtica encrucijada política y con el país sumido en una profunda crisis económica.
Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de la Universidad Europea de Madrid.