Fernando Vallespín: Puntos de orientación
Un hombre pasa por delante de los carteles de apoyo a los tres candidatos a la Secretaría General del PSOE colocados en la sede del PSOE de Valladolid. NACHO GALLEGO EFE
Las primarias obligan a orientarse a partir de una única referencia, la maquiaveliana: tener el poder o no
A la vista de los avales presentados por los dos principales candidatos a las primarias, el PSOE se asoma al precipicio. Y ya sabemos que cuando esto ocurre la mayoría de las formaciones políticas suelen acabar despeñándose por él. Es el resultado de las guerras de poder interno, las ambiciones personales y, sobre todo, la desorientación, la pérdida de puntos de referencia. Ahora mismo es un partido aturdido y desgarrado que no ha sabido reinventarse después de la competencia que le surgió con Podemos y que, como otros de la familia socialdemócrata, vaga a la búsqueda de una nueva identidad.
Y, sin embargo, algunas condiciones objetivas no son tan malas. Empecemos por el punto de orientación espacial, por el eje izquierda/derecha. Después de Vistalegre II y del giro a la derecha de Ciudadanos, le ha quedado expedito todo el carril del centro-izquierda, el más amplio y mejor asfaltado en un país como España.
Hay un segundo punto de referencia, el de dentro/fuera, que es decisivo para todo partido. Consiste en buscar el adecuado equilibrio entre la cohesión interna de la organización y la apertura a las necesidades de la sociedad. Si se cierra en exceso sobre sí mismo acabará alienándose a su electorado potencial; si se abre demasiado perderá el referente que le permite el ejercicio de su función como agente político estable, previsible y conformador de identidad institucional. El PSOE hasta ahora se había inclinado demasiado sobre el aparato, el “dentro”; pero si en nombre de una supuesta “espontaneidad democrática” se entrega en demasía al entorno malogrará aquello que lo identifica como tal.
¿El PSOE va a guiarse por las viejas rutinas, los desgastados eslóganes, o arriesgará con valentía por el porvenir?
Un tercer punto de orientación es el temporal, pasado/futuro. ¿Va a guiarse por las viejas rutinas, los desgastados eslóganes, o -como Macron supo jugar con inteligencia-, arriesgará con valentía por el porvenir? Este hoy pasa por Europa y exige la política grande de afrontar con decisión los retos del futuro más que regodearse en los viejos discursos y distinciones gastadas. A dicho eje se le podría superponer otro, ese que M. Canovan ha denominado política pragmática/política redentora. Esta última es la política que tiene fe en sí misma y que, sin dejar de poner los pies en la realidad, se atreve a soñar otra cosa.
El obsesivo punto de orientación de Sánchez es el PP, a cuya destrucción parece haber encomendado el alma. Y el de Díaz es el partido y su reconstrucción interna. Todo lo demás pasa a la letra pequeña. Pero para batir al PP o recomponer el partido parece que hace falta algo más “redentor”, pasar de las luces cortas a las luces largas. Se dirá que eso vendrá luego. Lo malo es que para cuando toque puede que ni haya partido ni espacio electoral que disputar. Es lo que tienen las primarias, que obligan a orientarse a partir de una única referencia, la maquiaveliana: tener o no tener el poder.