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Una Bitácora Cubana (XIX) – Junio 2017

 

Por fin Trump habló sobre Cuba: lo que se esperaba por meses, desde el día 1 de la nueva administración, al fin ocurrió.

El presidente Trump anunció el viernes 16 de Junio, 1:00 pm en el teatro Manuel Artime en Miami, con estilo beligerante, las medidas referidas a la relación USA con Cuba. A partir de ese día ha habido un “tsunami” de opiniones en la prensa escrita y electrónica. Vamos a citar una selección de opiniones en la prensa escrita y cerraremos esta bitácora con la opinión que he dado en 5 programas de TV locales, regionales e internacionales así como en la radio de Miami. Comencemos con:

a) 14ymedio, quien nos ofrece un excelente resumen:

 

Estos son los cambios de la política hacia Cuba de la administración Trump, según ha detallado la Casa Blanca en una hoja informativa:

 

  1. La nueva política canaliza las actividades económicas fuera del monopolio militar cubano, GAESA, incluyendo la mayoría de las transacciones relacionadas con viajes, permite a las personas y entidades estadounidenses desarrollar vínculos económicos con el sector privado y de pequeñas empresas en Cuba. La nueva política deja claro que el principal obstáculo para la prosperidad y la libertad económica del pueblo cubano es la práctica militar cubana de controlar prácticamente todos los sectores rentables de la economía. Los cambios de política del presidente Trump fomentarán el comercio estadounidense con negocios cubanos libres y presionarán al Gobierno cubano para que permita al pueblo cubano expandir el sector privado.

 

  1. La política fortalece las restricciones de viaje para hacer cumplir mejor la prohibición estatutaria del turismo de los Estados Unidos a Cuba. Entre otros cambios, los viajes para fines educativos no académicos se limitarán a los viajes en grupo. Se prohíbe el viaje individual autodirigido permitido por la administración Obama. Los cubanoamericanos podrán seguir visitando a sus familias en Cuba y enviarles remesas.

 

  1. La política reafirma el embargo estatutario de Estados Unidos contra Cuba y se opone a las convocatorias en las Naciones Unidas y en otros foros internacionales para su terminación. La política también exige informes periódicos sobre el progreso de Cuba -si es que existe- hacia una mayor libertad política y económica.

 

  1. La política aclara que cualquier mejora adicional en la relación Estados Unidos-Cuba dependerá totalmente de la voluntad del Gobierno cubano de mejorar la vida del pueblo cubano, incluyendo la promoción del Estado de derecho, el respeto de los derechos humanos y la adopción de medidas concretas para fomentar libertades políticas y económicas.

 

  1. El memorando de política ordena a los Departamentos del Tesoro y Comercio que inicien el proceso de emisión de nuevas regulaciones en un plazo de 30 días. Los cambios de política no tendrán efecto hasta que los Departamentos hayan finalizado sus nuevas regulaciones, un proceso que puede tardar varios meses. El Departamento del Tesoro ha emitido preguntas y respuestas que proporcionan detalles adicionales sobre el impacto de los cambios de política en los viajeros y empresas estadounidenses.

 

A su vez, los cuatro objetivos de esta nueva política de la Casa Blanca son:

 

– Mejorar el cumplimiento de la legislación de Estados Unidos, en particular las disposiciones que rigen el embargo a Cuba y la prohibición del turismo.

– Responsabilizar al régimen cubano de la opresión y los abusos de los derechos humanos ignorados bajo la política de Obama

– Fomentar la seguridad nacional y los intereses de la política exterior de Estados Unidos y los del pueblo cubano.

– Establecer las bases para empoderar al pueblo cubano para desarrollar una mayor libertad económica y política.

 

 

Mucho se ha debatido en los días transcurridos, con posturas a veces extremas que, no obstante, todas concurren en el acuerdo de que solo se han eliminado algunas de las políticas impulsadas por la administración de Barack Obama, no todas ellas.

Lo cierto es que las embajadas en ambas capitales se mantienen abiertas, los vuelos directos entre los dos países continuarán, y los cubano-americanos podrán viajar libremente a la Isla y enviar dinero a sus familiares allí. Asimismo, se promoverá aún más la presencia de Internet en territorio cubano.

Algunas preguntas quedan pendientes: ¿qué futuro tienen los acuerdos bilaterales sobre cooperación en materia de salud, los planes conjuntos para mitigar los derrames petroleros, o los esfuerzos contra el narcotráfico? Lo veremos quizá en los próximos meses.

 

b) Para el New York Times (defendiendo a fondo las acciones del anterior gobierno), las políticas de Trump sobre Cuba

“descansan sobre bases cínicas, e históricamente erróneas”; “el objetivo, afirma el presidente, es obligar al liderazgo cubano a terminar con la represión, y abrazar la democracia, obviando que las políticas duras nunca produjeron la caída del régimen comunista”.

 

Para el Times, finalmente, lo siguiente es algo que no puede obviarse:

“El resultado neto es que las relaciones Cubano-norteamericanas probablemente regresarán a un escenario de confrontación parecido al de la Guerra Fría, lo que afectará negativamente las relaciones de Washington con América Latina.”

 

  c) En un tono en lo esencial diametralmente opuesto, el politólogo argentino, y colaborador permanente del diario El País de Madrid, Héctor Schamis, opina que

“Las palabras fueron fuertes, dichas con su acostumbrada propensión a confrontar. A la animosidad con los Castro y el comunismo le agregó similares dosis de encono hacia Obama. Trump siempre deja en claro que su prioridad es deshacer el legado de su antecesor.”

No obstante,

“lo anunciado en relación a Cuba ofrece una buena cuota de continuidad con lo heredado”.

Con lo cual es difícil no estar de acuerdo.

Destaca el analista un hecho importante, a mi juicio no suficientemente mencionado:

“se ha instalado en la isla un diseño de capitalismo para las elites. Para la americana por la vía del turismo y los campos de golf; para la cubana transformando a la alta nomenclatura en socia de las inversiones extranjeras. La riqueza no se distribuye, se concentra en quien, además, controla el Estado. Agréguese el usual nepotismo de una familia que ejerce el poder desde hace seis décadas”.

La crítica de Schamis a las acciones de Obama se centra en que realizó un “bad deal”, concediendo mucho a cambio de nada. Mientras que los planes del castrismo serían cada día más evidentes:

“No es un modelo original. Así ha sido una buena parte de las transiciones post-comunistas de Europa y Asia. Con poder económico en sus manos, el régimen obtiene recursos para mantener su poder político incólume. Allí donde se observa dicha trayectoria de transformación, el resultado ha sido sacrificar la democracia. Como en China y Vietnam, capitalismo de partido único es el objetivo de la oligarquía castrista”.

Por último, algo muy importante:

“Trump también envió un mensaje a Caracas, reducida hoy a una suerte de protectorado con un proyecto constitucional a la medida del Partido Comunista cubano. Ya era evidente desde la enfermedad de Chávez que Maduro sería un simple empleado de los Castro”.

 

 d) ¿Y cómo se ve la nueva situación desde la Isla? Reinaldo Escobar, en 14ymedio (“Consensos y disensos frente a la política de Trump para Cuba”), nos ofrece una buena panorámica:

 

Según Escobar, Más allá de esas palabras, en la Isla muchos respiran aliviados porque los pasos principales dados por Barack Obama no tendrán marcha atrás. Ni la remesas de las que dependen tantas familias van a ser recortadas, ni la embajada de EE UU en La Habana cerrada.”

Pero sin embargo:

“Las esperanzas de muchos balseros frustrados estaban puestas en que el magnate devolviera los privilegios migratorios que disfrutaron durante más de dos décadas los cubanos, pero Trump los defraudó. Cientos de migrantes isleños que han quedado atrapados en Centroamérica en su ruta hacia EE UU aguardaban también ese gesto que no llegó”. 

“Entre los cuentapropistas la preocupación se palpa. Los dueños de casas particulares que alquilan a turistas y los propietarios de restaurantes privados lamentan que la nueva política conlleve una disminución de turistas norteamericanos en la Isla. Los yumas son muy deseados en el sector privado, especialmente por sus generosas propinas”.

“En la televisión nacional hay una catarata de “indignadas respuestas del pueblo” donde no faltan las alusiones a la soberanía, la dignidad y “la voluntad inquebrantable de continuar el camino pese a las dificultades”. El castrismo aprovecha la oportunidad para reactivar la adormecida maquinaria propagandística que llevaba años sin su protagonista fundamental: el enemigo”.

  

¿Cuál es la opinión de algunas figuras opositoras?

 

Según José Daniel Ferreres el discurso que debía ser pronunciado y el que pudo haber evitado Raúl Castro” (…) Ferrer considera que Obama hizo lo correcto cuando comenzó una nueva era en las relaciones entre los dos países pero “la respuesta del régimen castrista fue morder la mano que se le tendió”. En opinión del líder opositor, en los últimos 20 meses se ha multiplicado la represión y “resultaba obvio que había que administrar una medicina diferente” porque “a una dictadura como esta no se la debe premiar, se la debe castigar y más cuando se le dio la oportunidad de mejorar su conducta y no lo hizo”.

Para Berta Soler “si el régimen cubano acepta las condiciones que Donald Trump le ha impuesto, Cuba empezará a cambiar”.

Manuel Cuesta Morúa, que gestiona la plataforma #Otro18, es tajante y apunta que “volver a las políticas fracasadas es la mejor manera de garantizar el fracaso”. Las medidas anunciadas por Trump, en su opinión, no ayudan a los cambios, y le devuelven al Gobierno cubano “la coartada para mostrar su naturaleza represiva”.

“El director de la revista Convivencia, Dagoberto Valdés, considera que hay una notable diferencia entre el discurso propiamente dicho “que parece un regreso al pasado por el uso de un lenguaje de confrontación y las llamadas medidas concretas que se han tomado”. “Para Valdés no hay una reversión mayoritaria de la política de Obama”.

Finalmente, La periodista Miriam Celaya presagiaba que el discurso no sería “como esperaban los más radicales de Miami y de la llamada línea dura de la oposición cubana”. Agrega asimismo que ““por mucha fanfarria, pitos y címbalos que tocaron, por mucho que hayan abundado las sonrisas, y por mucho que se le rieron los chistes a Trump, no parece que los cambios van a ser tan promisorios como piensan los que proclaman que al Gobierno se le acabó el pan de piquito”.

 

¿Y el ciudadano común? “el oficialismo ha optado por las declaraciones y las consignas revolucionarias en los medios nacionales. Pero en las calles esa retórica apenas cala. La gente está cansada de toda esta historia”, sentencia con aburrimiento un pescador en el Malecón habanero. Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo hunda”.

 

 

 e) Un artículo de Arturo López-Levy (doctor en Estudios Internacionales por la Escuela Josef Korbel de la Universidad de Denver y profesor de la Universidad de Texas-Rio Grande Valley), en El País de Madrid, titulado “Donald Trump y Cuba: pausa y no reversión en la normalización de relaciones”, atina en buena medida en su análisis de las nuevas decisiones:

Para el autor, la reversión radical de lo avanzado por Obama

“traería conflictos con los aliados, abriría más brechas a los rivales estratégicos de EE UU, Rusia y China y enconaría una relación difícil con América Latina. Ningún país en el mundo respalda hoy la política anticubana de bloqueo, considerada ilegal, inmoral y contraproducente”.

Asimismo:

Al margen de los regalos retóricos que el presidente estadounidense hizo al exilio cubano pro-embargo, usando a Cuba como pieza de negociación, la Administración no revirtió lo logrado por su antecesora. Se quedan las remesas y viajes ilimitados de cubano-americanos a Cuba, las categorías de licencias generales para viajes de norteamericanos a Cuba, la embajada norteamericana en La Habana y cubana en Washington, la salida de Cuba de la lista de países terroristas del Departamento de Estado, los acuerdos de intercambios en seguridad y aplicación de la ley entre los dos Gobiernos y el fin de la política migratoria especial para cubanos de pies secos y pies mojados”.

“La altisonante frase de que “los días de la política de Obama hacia Cuba se acabaron” es, en el código de Trump “una verdad hiperbolizada”; es decir, una media mentira”.

“Trump está dispuesto a hacer todo por el pueblo de Cuba menos escucharlo. Según el discurso en Miami, las medidas tomadas por el presidente Obama solo perjudicaron al pueblo de Cuba”. 

“El episodio de Trump en Miami apenas inicia una serie. El traspaso de la presidencia cubana en 2018 hará evidente la irrelevancia de la política norteamericana en una coyuntura crítica. En los próximos ciclos electorales norteamericanos de 2018 y 2020 habrá nuevas peticiones para que Trump incremente la hostilidad”.

  

Quisiera resaltar que Trump destacó la importancia de que haya libertad tanto en Cuba como en Venezuela, sin aclarar mucho sobre cómo sería el desarrollo que llevaría a buen puerto tales propósitos; ¿la reafirmación el embargo? ¿un retorno de la política de confrontación unilateral, que fracasara por más de medio siglo? Habrá que ver cómo se desarrolla este nuevo guion.

 

f) La radio y televisión de Miami le ha dedicado muchas horas al tema. Fui invitado a 5 programas de TV y varios de radio y en todos ellos el mensaje ha sido:

 

  1. El futuro de Cuba está en los cubanos en primera instancia; solo en nosotros los cubanos y no en la política USA hacia Cuba. Esta lección la aprendí en la Invasión de Bahía de Cochinos. Lamentablemente y a pesar del abandono que fuimos objeto el 17 de Abril de 1961, ha habido y hay un sector grande de nuestros hermanos de lucha y población en general que ha creído y cree que la ley Helms-Burton (la ley del embargo) y la política de USA hacia Cuba va a resolver nuestro problema. Esta dependencia creo que nos ha hecho mucho daño porque ha creado expectaciones que no son ni reales ni políticamente correctas. Lo políticamente correcto, al igual que hicieron los mambises en 30 años de guerra, es que asumamos nuestra responsabilidad y seamos “los protagonistas de nuestro destino” como decía constantemente Oswaldo Payá Sardiñas. Si aceptamos esta premisa de lucha política, entonces “las” políticas de USA hacia Cuba dejarán de ser el centro de nuestra atención y mucho menos razón para dividir a la diáspora ni a la oposición dentro de Cuba. Esto no quiere decir que no debamos analizar/ interpretar/evaluar esta “nueva” política. El siguiente cuadro, publicado en el artículo de Nora Gámez Torres en el Nuevo Herald del sábado 17 de Junio compara la nueva política USA hacia Cuba:

 

  1. La nueva política USA hacia Cuba no afecta ni cambia elementos esenciales de la política anterior como las remesas, los viajes de cubanos a Cuba. Además, en el siguiente cuadro podrán apreciar que de 12 elementos de la política anterior, 7 no han cambiado, 2 han cambiado y 3 no se mencionan.

 

 

 

  1. Por lo tanto, la nueva política, más que un cambio radical, como el Presidente Trump dijo en Miami, es un ajuste o variante de la anterior política. Esto a nuestro juicio no debe ser motivo de crítica a los cubanos que apoyaron y siguen apoyando a Trump. Todo lo contrario, porque ellos pueden y deben ser una vía para hacerle llegar a la nueva administración que un verdadero problema es la injerencia de Cuba en Venezuela que la nueva política debió de haber tratado a fondo. En este hecho estamos de acuerdo todos los cubanos de la diáspora, y todo ello implica, por tanto, que este punto es lo políticamente/estratégicamente correcto, y donde debemos concentrar nuestras energías y capital político, por el bien de nuestra América en general y de Cuba y Venezuela en particular.

 

Marcelino Miyares, Miami, 23 de junio de 2017.

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