Rocío San Miguel: “El todo o nada debe desaparecer de la mesa política del país”
La visión que tiene Rocío San Miguel, abogada, defensora de Derechos Humanos, presidenta de la ONG Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional, es una papa caliente. Tan caliente como plomo derretido. En un país donde lo más sombrío, lo más oscuro, se escenificó esta semana en los pasillos del Palacio Federal Legislativo, sede de la Asamblea Nacional, casi simultáneamente ocurrió un hecho significativo y esperanzador, la decisión de darle casa por cárcel al dirigente y líder de Voluntad Popular, Leopoldo López.
El país es una montaña rusa. Subidas y bajadas alrededor de puntos culminantes, “momentos extremos” como los llamó el padre Alejandro Moreno. La racionalidad irá apareciendo en cada uno de ellos, si tenemos suerte. Ese es el punto. Ha llegado el momento de las grandes preguntas, todas ellas dilemáticas, verdaderos enigmas, que afloran en una sociedad erosionada por el conflicto político. Todavía hay oportunidad de apuntalar las bases de un estado que transite el camino de la democracia. En las líneas que siguen hay algunas claves de lo que hace falta para lograr ese objetivo. Una visión pragmática, que no incurre en la tentación de invocar el bien y el mal. Sólo las oportunidades, escasas, y los numerosos peligros que tenemos por delante.
¿A cuántas purgas han sometido a las Fuerzas Armadas venezolanas?
La mayor y la más importante se generó a raíz de los hechos del 11 de abril de 2002 y los hechos del 22 de octubre (de ese mismo año) en Plaza Altamira, lo que trajo como consecuencia la separación de un grupo de oficiales institucionales, que interpretó que podía tomar el poder. Muchos de ellos quedaron marcados y debieron apartarse. Ahora, la gran purga instrumentalizada con un Chávez robusto, después del referéndum revocatorio de 2004, comienza en 2005, con asesoramiento cubano. Allí se define el papel que va a jugar la Fuerza Armada en la consolidación del proyecto bolivariano. Chávez ya tenía el control de Petróleos de Venezuela, el pilar económico del país, y necesitaba controlar el pilar del poder de fuego del país. En esa segunda purga fueron apartados entre 1.000 y 1.200 oficiales, que luego serían dados de baja, definitivamente, por la vía jurídica. También en ese momento comienza el slogan Patria Socialismo o Muerte, que es una pintura roja que se echa sobre la Fuerza Armada Nacional para que los incómodos, naturalmente, se apartaran. Posteriormente, se han hecho cinco reformas legales de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, la más reciente acometida por Maduro, que inserta, entre otras cosas, el concepto de la unión cívico militar.
Se podría pensar que esas reformas legales son la expresión de las sucesivas purgas que han tenido lugar en las Fuerzas Armadas. ¿Eso es así?
Sí. Chávez no pudo hacer los cambios con una sola reforma. Encontró muchas resistencias en la Fuerza Armada Nacional. De allí, las marchas y contramarchas que se han dado. Una, quizás la más evidentes, fue la llamada Milicia Nacional Bolivariana. Al punto que la primera concepción de la milicia que Chávez idea es a partir de la reserva, luego desdibuja todo eso y deja la reserva activa como estaba concebida originalmente (los militares en retiro) para avanzar en las reformas sucesivas, con una concepción propia de la milicia (cuerpos de combatientes y milicia territorial). Claro que ha habido resistencia, hasta el punto de que no hay ningún otro sector en el país que haya sido sometido a tantas reformas legales.
¿Qué diría de la foto del oficial que apareció en la torreta de un tanque, en el desfile del pasado miércoles (5 de julio), con la bandera cubana cruzándole el pecho? Allí hay una simbología, un lenguaje. ¿Cómo se contrasta esa imagen con el tema de la soberanía y la unidad nacional?
La Fuerza Armada Nacional tiene tres misiones de carácter constitucional: Una, la defensa de la soberanía; dos, la defensa de la integridad territorial; tres, la cooperación en el desarrollo nacional. En las tres ha fracasado. Hasta el punto, incluso, que los valores de la soberanía, en materia de seguridad nacional, han sido entregados a Cuba. Cuba dirige hoy los destinos del país. La sala situacional donde se toman las decisiones estratégicas más importantes —de carácter político y militar, pero también económico y social— está en La Habana. Venezuela es una especie de pecera, un caso de estudio, de permanente seguimiento por la estructura cubana, para mantener a Venezuela como su fuente económica de supervivencia. Todo lo que estamos presenciando en este momento —entre otras cosas, el uso desproporcionado de la fuerza—, la partidización acelerada de la Fuerza Armada Nacional, así como esta propuesta de Asamblea Constituyente, abyecta completamente, espuria completamente, es un modelo cubano. Este general, por cierto, pudo haber utilizado la medalla de la condecoración José Martí, pero obviamente se colocó la bandera cubana para generar provocación, para generar polarización.
Raúl Castro dijo en una ocasión, refiriéndose a la alianza entre Venezuela y Cuba, “cada vez más somos la misma cosa”. ¿Qué piensa de esa frase? ¿Efectivamente es una realidad?
En términos de control de un pueblo, somos la misma cosa. Vamos incluso en la ruta de perfeccionar el concepto del gobierno perpetuo que se ha establecido en Cuba. Es decir, ese concepto (el gobierno perpetuo), es la máxima aspiración de la revolución bolivariana y se llega hasta allí a través de las ficciones jurídicas, la construcción del enemigo interno, el ideal continental de luchas populares, y de cuanta cosa pueda servir para la consecución de ese objetivo. En eso nos estamos insertando ya, claramente, en el modelo cubano. Muy pocos lo advierten, pero a partir de 2004, 2005, cuando Chávez se siente ganador, comienzan los viajes de las promociones de Estado Mayor de los diferentes componentes de la FAN a Cuba. Los primeros en viajar fueron los integrantes de la promoción de 1987, precisamente de esa promoción egresaron los ocho comandantes que actualmente detenta el poder de fuego de las FAN, a través de las ocho Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI). De ahí viene la formación ideológica y la construcción de la FAN como pilar de la revolución. Eso no hay que perderlo de vista.
¿Cuál es el mayor incentivo que tiene la FAN para apoyar la constituyente que ha convocado la dictadura de Nicolás Maduro? ¿La corrupción o el modelo cubano, donde las Fuerzas Armadas controlan la actividad económica de ese país? ¿Podría ser una combinación de ambas?
El alto mando político decidió avanzar en la constituyente y frente a ese hecho el alto mando militar tiene dos opciones: Oponerse o acompañar la constituyente. Intuyo que el mayor incentivo es de vigilancia. Es decir, quieren tutelar lo que allí ocurra para no perder los privilegios de la estructura de poder de la cual forman parte. No olvidemos que el control de la mayor fuente de riqueza minera del país está bajo el control de la Fuerza Armada Nacional a través de Camimpeg. Durante 50 años, la FAN va a explotar todos los recursos mineros del país. Eso puede representar, económicamente, mayores dividendos que la explotación petrolera, hoy en merma en Venezuela, por falta de inversiones. No podemos olvidar, por ejemplo, que en la estructura de Camimpeg está Vladimir Padrino López (Eje) como presidente y como vicepresidente Antonio Benavides Torres (GNB). Ahí se entiende perfectamente la ecuación. Esa casta militar que controla el poder tiene que vigilar lo que suceda en la constituyente. Ese es el mayor incentivo, para no perder sus privilegios, pero también para no quedar fuera del poder. La revolución se ha comido a su gente, eso lo demuestran los últimos 18 años y ellos quieren tener la garantía de que no sean tragados por esta nueva etapa de la revolución, porque allí aparecerían, entre otras cosas, los problemas de la judicialización, de la muerte o de otros procesos que los saquen del camino. Creo que el mayor incentivo es de seguridad, el de vigilar lo que ya consideran un proceso irreversible.
¿Cuándo dice la muerte a qué se refiere?
La revolución tiene la muerte de varios abanderados, entre otros el fiscal Danilo Anderson y Eliécer Otaiza y la más emblemática, la muerte del propio Hugo Chávez. La revolución se traga a sus hijos. O cuando son peligrosos o cuando es necesario construir mitos. Eso es una advertencia, una advertencia que tienen allí establecida los mandos militares.
En forma reiterada, la dirigencia opositora le ha pedido al general Padrino López, Ministro de la Defensa, que se ponga de lado de la Constitución, pero siguiendo la secuencia de lo que ha dicho, cabe suponer que eso no va a ocurrir, ni ahora ni después de la constituyente.
Cuando vemos el relacionamiento político de las Fuerzas Armadas desde 1958 hasta la fecha, en hitos, en momentos históricos, 1958, el 23 de Enero; 1989, el Caracazo, donde la Fuerza Armada tuvo una actuación y pudo haber abandonado al ex presidente Pérez; 1992, las dos intentonas de golpe de Estado; y 2002, intentona de golpe de Estado (abandono del poder para algunos), hay lecciones aprendidas. La primera de ellas es que las Fuerzas Armadas se mueven cuando hay una alternativa real de poder. Las dos únicas alternativas de poder que se han construido para la oposición, en el marco de la revolución bolivariana, surgieron en 2002, en ese fracaso de gobierno espurio que intentó Carmona, liderado por un grupo de militares que desconociendo la realidad militar cometieron muchos errores, y por lo cual perdieron esa alternativa de poder y la otra gran alternativa, en mi opinión, existió en la elección entre Capriles y Maduro. Si allí se le hubiese pedido al pueblo de Venezuela que defendiera el voto, la historia del país habría cambiado para siempre.
¿Y actualmente?
No creo que exista una alternativa de poder clara que sea visualizada por la Fuerza Armada.
¿Aunque actualmente sea la sociedad contra el Estado? Más del 80% de los venezolanos no quiere esta constituyente espuria. ¿Eso no lo ve la Fuerza Armada?
No pensemos en el bien y el mal, ni en los valores. Hablemos del pragmatismo que alimenta el funcionamiento de la Fuerza Armada Nacional, aquí y en todas partes del mundo. Tú no puedes poner a gobernar al país, como alternativa real de poder, a la sociedad. Los militares simplifican los elementos simbólicos del poder. Cuando me refiero a una alternativa real de poder es quién encarnaría la presidencia en el caso de que salga Maduro y asuma la oposición. Creo que la oposición no ha definido ese punto. Además, creo que si lo hubiese definido claramente, al menos hace un año, esta apuesta sería mucho más clara para la Fuerza Armada Nacional. El otro elemento que hace falta, sin duda, en esta simplificación, es el de la construcción de una propuesta para el sector militar, en caso de ser poder la oposición. Esa propuesta no se ha construido. Yo no hablo del bien ni del mal, coincido contigo: más del 80% del país rechaza este gobierno. Pero tú no puedes pretender que la sociedad dirija la nación.
Sí, es cierto. La oposición no ha resuelto esos dos componentes de la ecuación. Pero en Venezuela hay una bifurcación del Estado, por un lado la Asamblea Nacional y el Ministerio Público y por otro, el poder Ejecutivo, el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral. ¿Esa nueva realidad podría reflejarse en la Fuerza Armada Nacional? ¿Quién tiene la sartén agarrada por el mango?
Todo lo que sea necesario crear para el concepto del gobierno perpetuo será creado. En esta dinámica ya estamos en marcha desde 2005, con métodos más sutiles entonces y hoy con métodos más abiertos y francamente, incluso, dictatoriales. Es decir, si es necesario crear una corporación de desarrollo regional para pasarle por encima a una gobernación, la creo. Si es necesario crear una Defensoría del Pueblo nueva, porque el defensor se me voltea, la creo. Es una película a la que hemos asistido los venezolanos en estos 12 años. Lo vimos, muy gráficamente, con el alcalde Ledezma y más emblemáticamente con la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente versus la Asamblea Nacional y la fiscal general de la república versus una vice fiscal que le va a dar un golpe de Estado. No hay nada nuevo. El fin último que tenemos que entender es el del gobierno perpetuo. ¿Cómo desmontamos, estratégicamente, este asunto del gobierno perpetuo?
Después del 1ero de agosto, cuando se instale la Asamblea Constituyente espuria de Maduro, se oficializará la triada gobierno-Psuv-Estado, y a partir de ahí, sí seremos la misma cosa.
Te olvidas de un punto. Vamos a ir a la Fuerza Armada de la Revolución, siguiendo el modelo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Es decir, tienes el partido (PSUV) que lidera políticamente el Estado. Pero se sustenta en la Fuerza Armada de la Revolución. No te olvides de eso. Recuerda que esto tiene como base el modelo ceresoliano. ¿Cuál era ese modelo? Ejército-caudillo-pueblo, sustentado sobre la riqueza del petróleo. Eliminada la riqueza del petróleo, eliminado el caudillo, lo que queda como único mecanismo de control del pueblo es el Ejército. El Ejército se va a convertir, y eso es una amenaza para el alto mando político del PSUV, en la instancia que va a controlar el país, si ya no lo es. El 38% del gabinete del Ejecutivo nacional está controlado por la Fuerza Armada Nacional.
¿Maduro es una figura decorativa? ¿Un jarrón chino? ¿Usted que cree?
Yo creo que Maduro ha sido un buen alumno, ha hecho las tareas. Y está rindiendo notas a sus mentores, a sus padres. Está siendo evaluado correctamente, en una relación en la que ya no tiene escapatoria. Ahora, ¿cuánto tiempo le queda a Maduro en la presidencia? Yo lo veo como un individuo de transición. Vamos a asistir, con esto de la Asamblea Constituyente, a nuevas redefiniciones políticas dentro del chavismo. Creo que estamos migrando a una estructura de carácter militar muy poderosa, en la que quedan personajes claves como posibles sustitutos de Maduro a la vuelta de la esquina. Uno de ellos, incluso, Vladimir Padrino López, que es el individuo que mayor influencia tiene dentro de la Fuerza Armada en este momento.
Ha trazado el bosquejo de hacia dónde vamos y lo que podría develarse en la Asamblea Nacional Constituyente. ¿Sencilla y llanamente esto va a ser una dictadura comunista como la cubana?
Restan unos días para la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente y vienen también los momentos tumultuarios de sus sesiones. El país no se acaba el 30 de julio. Ni el 3 de agosto cuando se instale la Asamblea Nacional Constituyente que, a mi modo de ver, es un hecho irreversible. Allí se van a abrir dos ventanas a las cuales les teme el gobierno y sobre las cuales maniobra. Una. La ventana de la negociación. Hay un chavismo disidente, que quiere negociar para hacer gobernable el país. El modelo en el que avanza Maduro (el gobierno perpetuo) es ingobernable. De manera que el escenario de la negociación está ahora presente, está abierto, pero también va a seguir abierto aún funcionando la constituyente. Eso tendrá que ser entendido y articulado, sin lugar a dudas, por quienes aspiren a ser alternativas reales de poder. Pero también hay otro escenario muy peligroso, que muchos hemos denominado 31 de febrero (27-f más 4-f), donde hay una explosión social generalizada, una rebelión popular generalizada, que puede ser producto de la grave crisis económica, mezclada con un estimulante político, pero a la vez con lo que puede ser una división dentro de la Fuerza Armada Nacional. ¿Qué posibilidades le asigno a esas dos ventanas frente al gobierno perpetuo, que para mí es el que tiene mayor posibilidad? A cada una de esas ventanas (negociación y 31-f,) le atribuyo 15%, respectivamente.
¿15 y 15? ¿Y el otro 70%?
Lo tiene el gobierno perpetuo.
Por razones existenciales voy indagar, o mejor dicho, me voy a aferrar a la ventana de la negociación, aunque sus probabilidades sean mínimas. ¿Qué haría falta para que podamos transitar por el sendero de la negociación? Además de la definición de un liderazgo y construir la propuesta para el sector militar.
Son varias cosas. Actualmente tenemos más de 90 muertos encima, según cifras del Ministerio Público, y más de 120, en cifras de las ONG. Todavía los muertos tienen nombres. Tenemos que evitar que llegue un momento, después del 30 de julio, que sean tanto los muertos que ya no tengan nombres. De allí que la ventana de la negociación, no es solamente es una opción éticamente viable, sino que además tienen oportunidades políticas de transitar, siempre y cuando se establezcan bien ciertos parámetros, quiénes pueden ser los negociadores, qué facilitación técnica debe tener y sobre todo qué voy a ofrecer a cambio para poder ir a una negociación. El todo o nada tiene que salir de la mesa política del país. El todo o nada, donde estamos sentados actualmente, nos va a conducir a dos cosas terribles: Una, un mayor número de muertos. Dos, probablemente la mayor migración de venezolanos al exterior en toda nuestra historia.
¿Acaso ya no la es?
Si se instala la Asamblea Nacional Constituyente, el país asistirá a la salida de más de un millón de venezolanos del país.
¿Usted se va a ir?
Yo no me voy. Yo me quedo. Pero mucha gente se está yendo. Ve mañana al aeropuerto Simón Bolívar (Maiquetía) y caerás en cuenta, por la cantidad de maletas, que la historia no es de turismo, la historia es de desarraigo. Es una historia muy dura. La palabra negociación está demonizada, porque en el tablero de ajedrez, sin duda alguna, el que tiene la plata, el que tiene las armas, el que tiene los sistemas de inteligencia, que son tres objetivos de poder, es el gobierno.
Ya sabemos de qué lado está la fuerza bruta.
Los sectores más racionales, estadistas, que sean capaces de visualizar el futuro a la vuelta de dos años en Venezuela, deberían apostar, necesariamente, a la negociación. Yo creo que la negociación es la clave de la salvación de Venezuela. ¿Cómo son las guerras civiles? No es una guerra convencional, no. La guerra civil es incendios, hambre y es muerte, incluso, por balas perdidas. Esa es la guerra civil. Aquí hay que tomar una decisión. ¿Qué queremos nosotros? ¿Negociar antes o después de los muertos? De manera que el llamado es evitar el todo o el nada.
A Leopoldo López le acaban de dar casa por cárcel. ¿Qué piensa?
Es un gesto positivo, es parte de una negociación que da sus primeros pasos visibles.
Vamos a pasearnos por el escenario del gobierno perpetuo al cual usted le asigna el 70% de probabilidades, que no son pocas. Ese es el escenario del conformismo, de la mediocridad, de la resignación. En Cuba hay un grave problema demográfico, porque las parejas no quieren traer hijos a un país donde no hay futuro. ¿Las Fuerzas Armadas van a apoyar eso?
Las Fuerzas Armadas tienen un tamaño de 160.000 efectivos, de los cuales, aproximadamente, 90.000 son conscriptos, jóvenes entre 18 y 20 años que cumplen el servicio militar. El liderazgo de la Fuerza Armada Nacional se concentra en alrededor de 14.000 oficiales de comando, de los cuales tienes 35 mandos que han hecho una apuesta al lado de este proyecto y mientras eso no se desmonte, hacia el gobierno perpetuo vamos. ¿Qué hay resistencia al interior de la Fuerza Armada? Sí, la hay. Pero no tienen el peso ni el poder de fuego para cambiar la historia. ¿Qué el 80% por ciento del país que rechaza el camino por donde vamos no está expresado en la familia militar? Claro que sí. El problema es que la ecuación del poder de fuego está alineada con este proyecto, un proyecto corrupto, que además establece incentivos para el poder. Aquí nadie ha encontrado una fórmula distinta para vender una alternativa. Hasta que no se construya ese mapa, estamos anclados en esa ruta.
¿Cuál es su pronóstico?
Tiene que generarse un nuevo liderazgo en la oposición, con capacidad de desmontar el proyecto de gobierno perpetuo. Ese nuevo liderazgo no debe articular su accionar basado en el todo o nada, como ha ocurrido en los tres momentos cúspides en los que se ha actuado en esta dirección, en 2002, en 2014 y en 2017. Mientras se ponga sobre la mesa el todo o nada por parte de la oposición, vamos a ser aplastados por las armas.