Democracia y PolíticaDictaduraEleccionesPolítica

Gerver Torres: La trampa de Maduro para Maduro

Para salvarse, Maduro inventó la trampa de la  Asamblea Nacional Constituyente  y ahora quedó atrapada en ella. Si la hace se hunde y si no la hace también. No es la primera vez que alguien cae en su propia trampa.

Si Maduro logra hacer su Constituyente el mundo se le vendrá encima, y la presiones interna y externa se reforzaran mutuamente.  Empecemos por explorar lo que pasaría si la hace. Internacionalmente, su aislamiento –ya extremo- se acentuaría. Ese aislamiento que hasta hoy es básicamente político y declarativo, se convertiría en acciones diplomáticas y económicas de la comunidad internacional, con graves repercusiones para la estabilidad y supervivencia del régimen. Los países de la región están considerando entre otras medidas no reconocer dicha Asamblea, ni lo que surja de ella. Un eventual gobierno que emane de allí, así sea el mismo de Maduro, padecería esa suerte: desconocimiento internacional. Estarían considerando también retirar sus embajadores de Venezuela, e igualmente la aplicación de otras sanciones, incluyendo económicas. La suspensión de la compra de petróleo,  o la calificación de PDVSA como empresa criminal podrían ocurrir, como decisiones regionales. Así, con la elección de la Constituyente, lo que hasta ahora el régimen  ha querido presentar –a nivel internacional-  como básicamente un conflicto con los Estados Unidos, se transformaría más clara y abiertamente como un enfrentamiento con todo el continente.  Ello por no mencionar otras regiones como la Union Europea.  El desconocimiento del régimen como gobierno legítimo por parte de la comunidad internacional, le haría  más difícil aun la obtención de financiamiento externo, aun cuando sea de países como China.

En el plano interno la instalación de una constituyente traería también serias complicaciones para el régimen. Quien la presida será de facto el nuevo presidente del país; o al menos, otro presidente. En los tiempos de Chavez, la Constituyente del momento estaba totalmente subordinada a él. Chavez no enfrentaba peligro alguno de rivalidad en el liderazgo. Tenía el gobierno y la constituyente bajo su control. Ese no es el caso de Maduro. Su precario liderazgo en el seno de su partido y de sus propios seguidores se debilitaría más aún. Por lo tanto, el país podría terminar con dos presidentes y dos gobiernos, que muy pronto podrían estar enfrentados. Pero, como las fuerzas democráticas están en el proceso de constituir también un nuevo gobierno, podrían ser no dos, sino tres, los gobiernos que el país tuviese en corto plazo. Este último gobierno sería el que tendría reconocimiento internacional. El poder de Maduro –ya muy precario-  estaría más diluido que nunca.

Por otra parte, la acción más contundente de la comunidad internacional empoderaría aún más las luchas populares que se están escenificando diariamente en las calles del país contra el régimen. En vez de calmar las aguas, Maduro le habría echado leña al fuego. Hasta ahora la represión no le ha funcionado y tampoco le funcionará aunque la incremente brutalmente, en cuyo caso se expondrá a  a problemas aún más graves.

Hay que tener en cuenta que la Constituyente no le dará a Maduro ningún poder real mayor al que ya tiene hoy. La legitimidad institucional que se supone busca para hacer lo que haría, como desconocer la Asamblea Nacional, no la tendría. En otras palabras, sería tan arbitrario que la cierre o la desconozca plenamente hoy –como de hecho lo hace en alto grado- como lo sería con el respaldo de la Asamblea Constituyente. El poder legitimador de ésta Constituyente comenzó muy débil y ya hoy prácticamente no existe.

Por otra parte, si Maduro suspende la convocatoria a la Constituyente, su cuadro sería igualmente más complicado del que tiene hoy. Para empezar, ello constituiría una contundente derrota política. Habría sido obligado a retroceder, y tal cosa daría más fuerzas y entusiasmo a todos los que luchan contra él. Sus cuadros y seguidores, al igual que él quedarían sin rumbo. ¿Ahora qué? Se preguntarían todos. Tendrían razón en estar confundidos. Es que Maduro, más que nadie, está atrapado en su Constituyente.  Por ello la oposición aunque debe continuar  batallando  y demandando la suspensión de su convocatoria, no debe desanimarse para nada, si finalmente ésta se produce. Si tal escenario complica la lucha de los demócratas,  mucho más se la complicará  a Maduro. El será  el primero en arrepentirse de haberla realizado.

Con o sin Asamblea Constituyente, las fuerzas democráticas debemos seguir adelante en una lucha que no terminará hasta conquistar la libertad y la democracia.

twitter@gervertorres

Botón volver arriba