Antonio Vélez: Autoayudas
Los libros de autoayuda, superación personal y crecimiento espiritual parten de un supuesto: el predominio de la razón y la voluntad en nuestras decisiones. En consecuencia, podemos cambiar sustancialmente nuestras vidas, para bien, claro está. Cómo hacernos ricos, triunfar, dejar atrás los malos hábitos, superarnos, lograr lo positivo. El supuesto, falso, afirma que querer es poder. Los educadores lo han repetido hasta el cansancio, sin ningún éxito. “Usted puede, y con tesón logrará sus metas”, nos dicen, y por un momento les creemos.
La australiana Rhonda Byrne, autora del best seller El Secreto, afirma que desde los mismos comienzos de la humanidad existe un secreto, compartido por solo unos cuantos afortunado ilustres como Platón, Newton, Einstein… La autora asegura que después de poner en práctica las enseñanzas de su libro, la vida tiene que transformarse de manera radical. Por solo unos pocos miles de pesos, ella, de manera desinteresada, pone al alcance de toda la humanidad tan valioso secreto, y espera cambiar positivamente la vida de todos los que lean su libro. Una verdadera ganga.
La clave del éxito, según Byrne, puede resumirse así: los pensamientos se transforman en cosas; esto es, cada uno de nosotros dispone de una prodigiosa lámpara de Aladino. Como ocurre con la oración, basta pedir con devoción y todo os será concedido. Byrne dice: “Todo lo que está llegando a tu vida, tú lo estás atrayendo a tu vida y lo estás atrayendo hacia ti por virtud de las imágenes que mantienes en tu mente. Es lo que estás pensando. Cualquier cosa que esté en tu mente la estás atrayendo hacia ti”. Ergo, puedes tener, hacer o ser todo lo que quieras, sin importar lo desmedida que sea tu ambición: sin embargo, la experiencia de los humanos, confirmada cada minuto de nuestras vidas, es que tal principio es falso, que por mucho pensar y desear las cosas no llegan a uno. Que los buenos propósitos casi siempre se quedan en eso, en buenos propósitos.
El secreto se basa en una misteriosa Ley de la atracción: las personas atraemos todas las cosas buenas o malas que nos rodean. Somos antenas vivas enviando y recibiendo mensajes. Si, por ejemplo, sintonizamos nuestro pensamiento en ideas acerca de la riqueza, tarde o temprano recibiremos riqueza. Pero el gran secreto –que la autora no menciona– es la inagotable mina de oro que ella ha descubierto para esquilmar la manada de ovejas mansas y dóciles que compran su libro; a cambio no reciben sino esperanzas.
Paulo Coelho, después de recorrer el Camino de Santiago, se inspiró y escribió su primer libro. El éxito fue rotundo; luego vino El Alquimista, del cual se han vendido más de 30 millones de ejemplares en todo el mundo, y ha sido traducido a 65 idiomas. Hoy es multimillonario gracias a su evangelio para dummies. Así predica el nuevo Mesías el valor del amor y de la voluntad dirigida a realizar los sueños: “Acumular amor significa suerte; acumular odio significa calamidad”; “¿Cómo entra la luz en una persona? Si la puerta del amor está abierta”; “Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo”. ¡Qué bello y qué sencillo!
Es bien claro que ese evangelio que predican ahora los escritores de superación personal y autoayuda, formado por una mezcla de consejos edificantes, optimismo y fórmulas portentosas, solo ha servido para que sus autores acumulen fortunas impensables. Libros sencillos, ingenuos, predecibles, llenos de trivialidades y facilismos, que prometen al sujeto la materialización de esos “enormes potenciales” que cada uno de nosotros lleva oculto, en bruto.
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