Cultura y Artes

El encanto del Macronismo en América Latina

Reconstruyendo el centro radical

La «marea rosa» de la hegemonía izquierdista en América Latina ha disminuido. Sin embargo, en lugar de un período de gobiernos fuertes de centro-derecha, lo que ha aparecido en muchos lugares es la polarización política. Consideremos las campañas para la gran cosecha electoral en la región durante el próximo año.

Comienzan con las elecciones legislativas de Argentina el mes próximo, que ofrece una estrecha batalla en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral clave, entre la coalición de centro derecha del presidente Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner, su para nada arrepentida antecesora populista. Las elecciones presidenciales del año próximo en Colombia y Brasil pueden convertirse en una lucha entre candidatos de izquierda y derecha relativamente duros. La carrera de México se perfila como un referéndum sobre Andrés Manuel López Obrador, el eterno candidato populista de la izquierda nacionalista.

Si creemos en las encuestas de opinión, la mayoría de los latinoamericanos permanecen fundamentalmente en el centro político. Quieren una economía de mercado y una mejor prestación social del Estado así como mejores servicios públicos. Sin embargo, en muchos países los partidos socialdemócratas se han movido a la izquierda, mientras que los conservadores todavía defienden la idea de un Estado mínimo. Los reformadores centristas, fuertes en la década de 1990, están teniendo problemas.

Este centro, hoy disminuido, cuenta con tecnócratas que carecen del toque popular (pensemos, por ejemplo, en el colombiano Juan Manuel Santos o en el peruano Pedro Pablo Kuczynski) o ejemplares cuyo pragmatismo ilimitado ha fomentado la corrupción (prueba A: el partido PMDB de Brasil). En todas sus formas, el centro está cayendo víctima de la desilusión de los electores con una clase política que ha perdido el idealismo generado por las transiciones democráticas de los años ochenta y ahora luce egoísta y lejana.

Todo esto sugiere que hay una oportunidad para un centro renovado, radical. Algunos latinoamericanos que creen en ello están inspirados por Emmanuel Macron en Francia, que formó un nuevo partido y casi inmediatamente ganó la Presidencia contra extremistas de derecha e izquierda.

Para tener alguna oportunidad, los centristas latinoamericanos necesitan nuevas ideas. Andrés Velasco, un exitoso Ministro de Finanzas en el primer gobierno de Michelle Bachelet en Chile, ha hecho un esfuerzo muscular para proveer algunos en un próximo libro, escrito con dos colegas. En 2013, el Sr. Velasco se postuló sin éxito contra la Sra. Bachelet para la candidatura presidencial de la coalición Nueva Mayoría, que bajo su égida ha virado bruscamente hacia la izquierda. Desde entonces Velasco ha creado Ciudadanos, un nuevo partido centrista (que toma su nombre de un partido similar en España).

Los autores insisten en que el centro debe definirse no por lo que está en contra sino por lo que es: una ideología igualitaria liberal que ve la libertad no sólo como no injerencia sino, en el espíritu de Amartya Sen, un economista y filósofo indio, como la ausencia de dominación opresiva y la oportunidad para que todos cumplan su potencial. Mientras la izquierda enfatiza la redistribución estatal, ellos se inspiran en John Rawls, un filósofo político norteamericano, para enfatizar la igualdad de trato para todos los ciudadanos contra la discriminación de clase y raza más o menos sutil que las sociedades latinoamericanas todavía sufren.

El compromiso del centro con el gradualismo, el pluralismo y la racionalidad no es rival para las apelaciones emocionales simplistas del populismo. Pero ellos insisten que los liberales pueden ofrecer argumentos morales a favor de una sociedad libre y tolerante que pueden generar pasión. Después de haber establecido su manifiesto, Velasco es candidato para el Senado de Chile en las elecciones de este año; planea candidatearse a la presidencia en 2021.

Esfuerzos similares están en marcha en otros lugares. En Perú, Julio Guzmán, economista, está intentando crear un nuevo partido. En Colombia, Sergio Fajardo, ex alcalde centrista de Medellín, está haciendo campaña para la Presidencia. Candidatos centristas pueden también surgir en Brasil, incluyendo a Marina Silva, que rompió con el izquierdista Partido de los Trabajadores  y ha creado un nuevo partido de centro-izquierda que defiende el ecologismo, el liberalismo y una política no corrupta.

Estos esfuerzos hacia la renovación se enfrentan a la resistencia del establishment político. Guzmán fue descalificado, con un tecnicismo jurídico, en las elecciones presidenciales del año pasado en Perú cuando se encontraba en el segundo lugar en las encuestas de opinión. En Chile, Ciudadanos enfrentó una larga batalla burocrática para registrarse como partido, y como resultado tendrá menos candidatos al Congreso de los que podría haber tenido.

El antídoto al populismo «no puede ser sólo tecnócrata», escriben  Velasco y sus coautores. Más bien, requiere una política de «franqueza radical»; y una toma de decisiones que sea aceptable para los votantes mediante el diálogo y el llamamiento constante al interés público. Macron ganó a pesar-o quizás porque- le dijo a los franceses algunas cosas que no querían oír. ¿se sentirán los latinoamericanos atraídos por un mensaje similar?

Traducción: Marcos Villasmil


NOTA ORIGINAL:

The Economist 

The appeal of Macronismo in Latin America

Rebuilding the radical centre

THE “pink tide” of left-wing hegemony in Latin America has ebbed. Yet rather than a period of strong centre-right government, what has followed in many places is political polarisation. Consider the campaigns for the heavy crop of elections in the region over the next year or so.

These begin with Argentina’s legislative contest next month, which features a close battle in Buenos Aires province, the key electoral district, between President Mauricio Macri’s centre-right coalition and Cristina Fernández de Kirchner, his unrepentantly populist predecessor. Presidential elections next year in Colombia and Brazil may turn into a struggle between relatively hard left- and right-wing candidates. Mexico’s race is shaping up to be a referendum on Andrés Manuel López Obrador, the eternal populist candidate of the nationalist left.

If opinion polls are to be believed, most Latin Americans remain broadly in the political centre. They want a market economy, and better state social provision and public services. Yet in many countries social-democratic parties have moved left, while conservatives still champion the idea of a minimal state. Centrist reformers, strong in the 1990s, are struggling.

This diminished centre features technocrats who lack the popular touch (think, for example, of Colombia’s Juan Manuel Santos or Peru’s Pedro Pablo Kuczynski) or outfits whose boundless pragmatism has encouraged corruption (exhibit A: Brazil’s PMDB party). In all its guises, the centre is falling victim to voters’ disillusion with a political class that has lost the idealism bestowed by the democratic transitions of the 1980s and now looks self-serving and out-of-touch.

All this suggests that there is an opportunity for a renovated, radical centre. Some Latin Americans who believe so are inspired by Emmanuel Macron in France, who formed a new party and almost immediately won the presidency against extremists of both right and left.

To have any chance, Latin American centrists need new ideas. Andrés Velasco, a successful finance minister in Michelle Bachelet’s first government in Chile, has made a muscular effort to provide some in a forthcoming book with two colleagues. In 2013 Mr Velasco ran unsuccessfully against Ms Bachelet for the presidential nomination of the New Majority coalition, which under her aegis has veered sharply to the left. He has since set up Ciudadanos, a new centrist party (which takes its name from a similar outfit in Spain).

The authors insist that the centre must define itself not by what it is against but what it is for: a liberal egalitarian ideology that sees freedom not just as non-interference but, in the spirit of Amartya Sen, an Indian economist and philosopher, as the absence of oppressive domination and the opportunity for all to fulfil their potential. Whereas the left emphasises state redistribution, they draw on John Rawls, an American political philosopher, to stress equal treatment for all citizens against the more-or-less-subtle class- and race-based discrimination from which Latin American societies still suffer.

The centre’s commitment to gradualism, pluralism and rationality are no match for populists’ simplistic emotional appeals. But liberals can offer moral arguments for a free and tolerant society which can generate passion, they insist. Having set out his manifesto, Mr Velasco is standing for Chile’s Senate this year; he plans a presidential run in 2021.

Similar efforts are under way elsewhere. In Peru, Julio Guzmán, an economist, is trying to set up a new party. In Colombia Sergio Fajardo, a centrist former mayor of Medellín, is campaigning for the presidency. Centrist candidates may emerge in Brazil, including Marina Silva, who broke with the left-wing Workers’ Party and has set up a new party of the centre-left which espouses environmentalism, liberalism and clean politics.

These efforts at renovation face resistance from the political establishment. Mr Guzmán was disqualified, on a legal technicality, from last year’s presidential election in Peru when he was in second place in opinion polls. In Chile, Ciudadanos faced a long bureaucratic battle to register as a party, and as a result will run fewer congressional candidates than it might otherwise have done.

The antidote to populism “cannot just be technocratic,” write Mr Velasco and his co-authors. Rather, it requires a politics of “radical frankness”; and decision-making that is made palatable to voters by dialogue and constant appeal to the public interest. Mr Macron won despite—or perhaps because—he told the French some things they didn’t want to hear. Will Latin Americans warm to that message?

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