Como la Iglesia en Cuba no puede tener emisora de radio, sus programas los distribuye a lomo de mula
CDs, memorias USB… todo sirve para distribuir sus programas de radio.
Es la historia de la única radio católica que hay en Cuba, y que desde hace años graba programas, pero como la dictadura castrista no autoriza a la Iglesia contar con una frecuencia, su creador, Alien Arcia Sánchez, distribuye sus programas en mano yendo de casa en casa. La historia la cuenta Alver Metalli en Vatican Insider.
Que está “hecha a mano” no es solo una manera de hablar, una frase en sentido figurado que se refiere al esfuerzo artesanal para construirla. La Radio de la que estamos hablando, católica y en tierra cubana, no emitida desde la costa de Miami, está ni más ni menos que hecha a mano. “Nuestras antenas y trasmisores son las manos de los feligreses”, cuenta Alien Arcia Sánhez, el director, quien añade inmediatamente, para que no haya malentendidos: “Nuestra señal viaja en tren, en camiones, en coches de caballo, en guaguas, a merced de todo aquel que quiera extenderla por los hogares de la comunidad católico-cristiana en Cuba”.
Los estudios de esta radio completamente singular –aunque también en este caso hay que aclarar bien las palabras, porque estamos hablando de una habitación– están ubicados a cierta altura, en el campanario de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, comuna de Meneses, municipio Yaguajay, en la provincia cubana de Santa Clara. En este mismo lugar el joven Alien –el nombre también aporta lo suyo– produce desde hace 15 años sus programas y los difunde, aunque no por las ondas ya que “la Iglesia católica no dispone en Cuba una frecuencia determinada que se pueda sintonizar con la radio”. Así que Alien graba sus programas en discos compactos, dispositivos de USB y otros soportes digitales ya obsoletos que ya no se usan en ninguna otra parte, salvo aquí, en este punto de la isla que pertenece a la histórica diócesis de Santa Clara, cuna de la revolución.
Y la suya, en realidad, también es una revolución, porque ya en el lejano 2002 Alien Arcia Sánchez junto con un grupo de jóvenes amigos empezaron a producir los primeros servicios de una franja radiofónica que han llamado “Una voz para la familia”. “Queríamos anunciar el Evangelio, hablar de la gente del pueblo” cuenta con candor. Las instituciones religiosas del país no tienen un medio de comunicación, y entonces decidimos comenzar a grabar programas de radio en cintas de audio.
Sin una formación profesional específica y usando como sala de grabación la sacristía de la parroquia, el proyecto súper artesanal de radio dio sus primeros pasos: “Era un lugar húmedo y oscuro, y por eso perdimos muchas veces las cintas y tuvimos que empezar de cero, usando solo dos grabadores en malas condiciones”.
La historia de Alien y su empresa de radio continúan y su obstinación y su empuje se fueron abriendo camino. “Poco a poco empecé a recibir el apoyo de los jóvenes de la Escuela de instructores de arte, de intelectuales de la ciudad, de profesionales de la comunicación, de estudiantes de la escuela de periodismo y de otros cursos semejantes. A algunos, yo les pedí apoyo, otros se acercaron por su propia voluntad”. Así nació un programa quincenal de una hora 20 minutos de duración.
Programas “de orientación” los llama Alien, algunos musicales, algunos infantiles con incursiones en la información. Con su propia voz, Alien ilustra los acontecimientos de la diócesis durante los quince días que han trascurrido desde el último programa, entrevista personas “que dignifican al pueblo por una u otra razón”, cuenta historias de vida de los santos y facilita –como dice él– “el intercambio entre sacerdotes, beatos y fieles”, además de que promueve los servicios religiosos de la diócesis.
Cuestiones que preocupan en Cuba, como el embarazo de los adolescentes, el envejecimiento acelerado, el aborto en edad precoz, los derechos de las mujeres y la planificación familiar ocupan una parte significativa de los 80 minutos de la cinta: “Hago una radio católica para el mundo, pero también para mis vecinos, mis amigos, las personas que, como yo, vienen todos los domingos a misa cuando suena la primer campana de esa torre”.
Precisamente bajo el campanario de la iglesia está el estudio de grabación, el rinconcito de Alien. Allí, en un acogedor y reducido perímetro, se encuentran los micrófonos, grabadores y libros, muchos libros, algunos de ellos con la palabra de Dios, otros con palabras de hombres como el escritor argentino Cortázar y el padre de la patria cubana José Martí. Los cartones para huevos con los cuales revistió la sala al principio ya fueron sustituidos, y los grabadores y micrófonos tampoco son los mismos de antes. La radio ha adquirido algunos equipos tecnológicos más y los programas también crecieron en variedad y en calidad artística.
“Tenemos una página de Facebook, también hemos reemplazado nuestro logo y nos comprometimos a incluir contenidos universales para la fe católica”. Pero lo que sigue siendo inamovible para este hombre-radio es la misión de un canal educativo: “Queremos entretener e informar a las personas, pero también participar en la formación de los valores de los niños de la casa, así como de la unidad familiar”, dice Alien, quien se gana la vida como profesor de Literatura de la Casa comunitaria de Cultura en Meneses. “Un comunicador católico en nuestro país se enfrenta a las mismas dificultades de conexión a la red de redes, la costosa telefonía celular, entre otras que dificultan tanto la gestión como la difusión de contenidos. A veces no tengo los CD, y la técnica que utilizo podría ser mejor, pero… ¡Ya se puede decir que esto es un estudio! ¡El estudio de la primera radio católica de Cuba!”.