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“Para evitar que Arena gane, el Frente y Nayib no tienen otra que unirse”

 
Álvaro Artiga, director del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y de la Universidad Don Bosco. Foto: Fred Ramos
 
Los resultados del 4 de marzo han creado una Asamblea de derechas para 2018-2021, pero los resultados también ponen un termómetro para las presidenciales de 2019, donde Arena lleva una gran ventaja si el Frente o Nayib Bukele no hacen algo, plantea el politólogo Álvaro Artiga. El gran hallazgo de la reciente elección es que el voto duro de Arena es mayor al del FMLN, dice. 

Las elecciones legislativas y municipales de 2018 dejaron dos grandes resultados: una aplanadora de derechas que conformará el 70 % de la Asamblea -que tiene al partido Arena a la cabeza-, y un FMLN que enfrenta una derrota que lo devolvió a resultados similares a 1994, año en que participó en sus primeras elecciones como partido político. Esto lo doblega a buscar alianzas con la derecha para aprobar cualquier dictamen en el parlamento.

¿Hubo un voto castigo para el partido de gobierno? ¿La derecha actuará según el discurso que ha enarbolado desde la oposición? ¿La izquierda ha entrado a un periodo de declive? El politólogo y catedrático de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Álvaro Artiga, hace una evaluación de las elecciones legislativas, y considera que los resultados del domingo 4 de marzo no significan la pérdida definitiva del FMLN, sino una oportunidad para que el partido escuche a sus simpatizantes y renueve su dirigencia. De lo contrario, las próximas elecciones podrían convertirse en un castigo que los lleve al declive de su organización política. 

Artiga, un reconocido politólogo que ha escrito libros y artículos académicos sobre el sistema de partidos políticos salvadoreños, es quien mejor conoce la evolución de la política salvadoreña, y en el último año ha sido muy activo para analizar el comportamiento de los partidos, pero también de la población que llega a las urnas. En junio de 2017, Artiga planteó que mientras Arena y el FMLN mantuvieran intacto su voto duro, poco les afectaría el rechazo que manifestaba la población en las encuestas. A tono con esta especie de predicción, él se dice sorprendido por un gran hallazgo en los comicios: el voto duro de Arena es más grande al del FMLN. En estas elecciones, más de 800 mil personas votaron por el partido tricolor; menos de 480 mil por el partido de gobierno.

En el caso de la derecha, Artiga plantea que Arena tiene todo para recuperar el poder del Ejecutivo en 2019, pero señala que mientras eso llega, este partido y el resto de partidos de derecha en la Asamblea están a prueba. Él descarta que al menos en el primer año de la legislatura 2018-2021 provoquen (con el poder de 59 votos) una aplanadora que le haga la vida imposible al FMLN y lleve al país a una crisis. Esto, dice, sería contraproducente, sobre todo para Arena. 

Aunque el proceso electoral que recién ha concluido dibuja una reacomodo en el tablero legislativo (y en el de 262 municipalidades del país), Artiga advierte que estos resultados reconfiguran el panorama para las elecciones presidenciales de 2019. Al respecto, él es contundente: si el FMLN y el alcalde Nayib Bukele no se reencuentran, Arena ganará las presidenciales. “No tienen otra alternativa más que unirse”, advierte. Luego también lanza otro escenario: si Nayib Bukele, solo, llegara a ganar esos comicios, «sería la fase final del desbordamiento de la institucionalidad democrática».


Nayib Bukele, Alcalde de San Salvador, expulsado del FMLN en octubre de 2017

 

A principios de diciembre, usted planteaba que Arena y el FMLN estaban en declive ¿Los resultados del 4 marzo confirman su tesis? ¿Hemos visto una primera señal de ese declive en uno de los dos grandes partidos?

Uno podría pensar que sí en el caso del FMLN, por la cantidad de votos que pierden, pero es un poco más difícil decirlo en Arena, aun cuando perdió votos. Para establecer una respuesta contundente se necesita examinar si el voto joven no fue a votar, o si los mayores de 40 años son los que dejaron de hacerlo. Si los partidos no están logrando captar nuevos electores jóvenes y lejos de eso, están perdiendo electores viejos, creería que estamos en un declive, más claro en el Frente que en Arena, y es ahí donde se puede alimentar una nueva expresión partidista.

Usted también había planteado que mientras el voto duro les fuera fiel, ambos partidos estarían felices ¿El voto duro de la izquierda castigó al FMLN?

Técnicamente para poder hablar de castigo necesitamos tener dos elecciones: esta y la siguiente, en donde pudiésemos registrar que los que no votaron ahora por el Frente le votan en la siguiente elección. Solamente entonces se habla de voto de castigo. Porque no se puede decir que se retiraron y ya no votan, sino que en esta ocasión no le votaron, pero no rompen la relación con el partido. Es como cuando un padre corrige a sus hijos: lo regaña pero después sigue con el hijo. Lo que no sabemos es que si estos que ya no votaron por el Frente, lo van a volver a votar. Pero sí sabemos que ese voto no es el duro del Frente. Lo que se ha descubierto es que tiene un voto duro menor al de Arena.

Precisamente, Arena ha ganado 37 escaños pero se podría decir que también ha habido un castigo porque perdió 62 mil votos.

Arena perdió electores pero en menor medida que los del Frente. Por eso pienso que tanto los de uno como los del otro son de una misma generación que simplemente se siente cansada y frustrada de ambos partidos. Tengo mis dudas que esos que no le fueron a votar, les vuelvan a votar.

¿Qué generación es ésta?

Yo digo que son los que están entre 40 y 60, porque los menores de 40 eran pequeños durante los Acuerdos de paz. Los primeros, de alguna manera, viven el final de la guerra, están vinculados familiarmente y por eso cuando se cambian las armas por los votos, estos votan. Pero, a medida que va pasando el tiempo, ven que no mejora y creo que ahí viene el desencanto. En la elección vi imágenes de gente mayor votando, literalmente la llevaban a votar y creo que en parte esa gente ha votado por Arena, porque ahí están los más conservadores de la sociedad. Si no hubiese existido esa movilización, tal vez Arena tendría menos votos.

Del Frente, a lo mejor, hubo militantes del partido que no votaron queriendo enviar un mensaje, pero no creo que sean 400 mil militantes, si el padrón del Frente es de 35 mil. Ellos no pueden decir que esos 400 mil son el voto duro. Creo que los simpatizantes tenían la esperanza de que el Frente iba a hacer algo (eso le ayudó en la victoria del 2009); ellos mantiene la idea de que un periodo no es suficiente, pero llevan dos periodos y ven que la cosa no cambia. Esto, además, coincide con otro dato que es interesante, pero esto requiere de un análisis más fino: el FMLN ha perdido más electores en zonas grandes, urbanas, entonces a lo mejor estos de 40-60 también son clases medias que se han visto afectadas por la gestión del partido.

El FMLN se tardó 24 horas en salir a reconocer los resultados. Ahora en el partido y el gobierno hablan de cambios. ¿Qué le han parecido estas reacciones?

Me imagino que les ha de haber sorprendido el resultado. No se podían esperar la baja tan grande de regresar casi a niveles de 1994 en número de diputados. Creo que nadie se esperaba que se quedara con 23, porque los deja en una posición de irrelevancia política. Las explicaciones más obvias los han llevado a concluir que en la gestión del Ejecutivo es donde está el problema, no en que los mismos diputados y la gestión de la dirección sean problemas que ocasiona el descenso de la votación. Sólo ubican a las políticas públicas.

¿Quieren negar una responsabilidad?

Esto, psicológicamente, se llama disonancia cognitiva. Lo último que van a procesar es que tengan alguna cuota de responsabilidad, por eso desde el principio comenzaron diciendo que los responsables están en los medios de comunicación, en los periodistas, en los empleados públicos, en la Sala de lo Constitucional. Ahora dicen: en los funcionarios. Pero si se fijan, no son los del partido necesariamente, incluso estaban con el tema de querer hacer renunciar al Presidente y que lo declararan que no tenía salud para ejercer el cargo y asumiera Óscar Ortiz, como una medida para quemarlo también. Creo que cometen el error cuando dicen que van a escuchar a la militancia, porque eso es creer que los militantes fueron los que no votaron. Los que no votaron eran simpatizantes, gente que está menos vinculada y por lo tanto a esos que están fuera del partido tienen que escuchar.

¿Qué le ha parecido la reacción de Arena?

Ellos, evidentemente, han modificado el resultado como que ha sido una victoria de ellos, de su gestión. Ellos son los beneficiados de que el FMLN haya perdido electores, no ha sido por su propia capacidad. Aunque ahí estamos partiendo del supuesto de que no atrajo nuevos electores. Por eso es importante tener un análisis por edades, y un primer acercamiento es agarrar las encuestas previas a las elecciones y examinar las respuestas que dan los de 18 a 21 años. Habría que ver si hay alguna diferencia entre sus respuestas y las de personas mayores, dándole base a que son los nuevos electores los que no se están identificando con los dos partidos y que eso es lo que podría estar buscando Bukele.

Usted también había dicho que solo un fracaso en las presidenciales provocaría un cisma en el partido de izquierdas, una revisión interna ¿Lo que está ocurriendo ahora no cabe dentro de una revisión interna? ¿Cree que el partido quiere corregirse o solo trata de maquillarse a la luz de la carrera presidencial?

El partido tiene que tomar medidas que según sus cálculos le van a devolver la confianza de electores. El problema es que alguna de estas medidas pueden ser más cosméticas y no tengan el impacto buscado. Supongamos que quitan a un ministro pero sigue todo lo demás igual. Ahí es más cosmético para que digan que están corrigiendo, pero de verdad no lo están haciendo. El Frente es una organización, por lo tanto quienes la controlan les proporciona recursos de todo tipo y no van a querer perder ese control sobre recursos para vivir.

No me puedo imaginar la situación en donde la dirección de un partido, que se construyó en el tiempo, que logra controlarlo y les da acceso a recursos, le van a dejar así. Van a tener que buscar otras medidas, menos la de ceder. Incluso, ellos señalan que tienen mecanismos instituidos para hacer el relevo si la militancia lo quiere, pero, a la vez, dicen estar seguros que la militancia está de acuerdo con ellos. El FMLN se sigue viendo muy seguro. Creo que la seguridad le viene de que las relaciones al interior del partido son relaciones económicas. Una parte de los militantes viven de lo que les da el partido, la dirección son los dueños que le dan trabajo a muchos militantes. Claro, el empleado no se va poner en contra del que le da trabajo. Tendría que haber una cierta libertad respecto de la cúpula como la puede tener Óscar Ortiz, que no depende de ella y que puede decir lo que quiera; él se la puede jugar.

¿Qué deberá hacer el FMLN para reivindicar el descontento de la población? ¿O ya es demasiado tarde?

No es que los simpatizantes se distanciaron del partido instantáneamente, sino que ya venían viendo que las cosas no funcionaban, que piensan que con Sánchez Cerén aún se puede lograr algo y al menos los dos principales problemas, seguridad y economía, se mantienen igual. Se puede pensar que es difícil que quien no votó ahora por el Frente, va a votar por ellos, especialmente si ve a la misma dirigencia que se ha vuelto un problema para el retorno de sus votantes. Sin cambio en ella, difícilmente van a regresar sus votantes.

Pero que hayan cambios tal vez no sea suficiente porque también está la expulsión de Nayib Bukele, quien anda haciendo un trabajo de desprestigio de la dirección del partido y ahí va caminando. No sé si exitosamente, pero al menos en términos mediáticos se ven concentraciones en San Miguel, Morazán y Chalatenango que cualquiera podría pensar que su proyecto va avanzando, y más si está montado sobre los jóvenes.

El mayor problema del Frente es el tiempo. Salvo que la dirección renuncie, se tendrían que deshacer de esa dirección por un proceso de elecciones internas, pero por las declaraciones que estamos escuchando no va a haber cambio en la dirección. Por eso pienso que lo del castigo, a los mejor no es castigo. Hay dos términos que se pueden utilizar: uno, es delineamiento (sic), es decir, un grupo de electores que antes votaba por el Frente y que no lo volverá a hacer, ni votará por otro partido, simplemente se va a desentender de las elecciones. O puede estar ocurriendo un realineamiento, es decir, electores que votaron por el Frente y que esta vez no lo hicieron. Ellos podrían ser los que voten por otra opción en la próxima elección; no se salen de la escena electoral. Hasta las próximas elecciones se podrá saber si es castigo, delineamiento o realineamiento.

Gana, PCN y PDC parecen haber sido los ganadores al pescar los escaños que perdió el Frente ¿Esto debería de preocupar o debe de verse como lo que es: un reacomodo amén de la baja votación en la izquierda?

Eso se da porque el Frente pierde voto. No es porque los que no votaron por ellos, votaron a Gana o al PCN. Aunque viendo los datos, el PCN aumentó, pero es la desgracia del Frente la que ha beneficiado a los otros partidos. Es como en el billar: la pelota blanca sale disparada y le pega a otras pelotas.

En la posguerra, el expresidente Francisco Flores ha sido el único que se ha enfrentado a una Asamblea hostil, con la llamada alianza azulgrana entre el FMLN y el PCN, entre 2001 y 2003. Flores firmó más de 45 vetos y en 2003, en su último año, esa alianza incluso alcanzó mayoría calificada y superó un veto en una reforma relacionada con el FODES para las alcaldías. Si tomamos en cuenta que todo suma para las presidenciales, ¿Sánchez Cerén repetirá ese escenario, o el de la aplanadora de derechas del periodo 2018-2021 será incluso peor?

El resultado realmente deja una asamblea desequilibrada hacia la derecha. Las mayorías simples pueden ser hechas solo con votos de derecha y eso para el Presidente es una complicación. Lo que puede detener a esa aplanadora a actuar como aplanadora es que están esperando las elecciones del próximo año y quieren ganar. Por lo tanto, no le conviene hundir más al país en crisis para que el próximo Presidente no encuentre un escenario tan negativo.

Si ahora la gente se ha mostrado más pensante a la hora de ir a votar o no, eso también puede ser un freno para la asamblea de derecha, para no adoptar medidas al menos en el primer año. Porque si no le va a pasar factura e incluso le pueden dar más fuerza a una alternativa que venga de fuera del Frente o de Arena. Esos son los frenos para que la asamblea de la derecha no actúe como aplanadora. Pero si en las elecciones de 2019 gana y tiene el control de ejecutivo, legislativo y eligen Fiscal, Procurador y Magistrados afines a la derecha, entonces va a controlar todo y ahí podemos decir que estamos como en 1989. Así si se puede ver que la derecha va a tener control sobre cualquier reforma que les favorezca.

Se habla mucho de la Sala de lo Constitucional. La derecha, cuando gobernó Arena, nunca estuvo interesada en fortalecer ese contrapeso. Ahora que tendrán el control de la decisión, ¿debemos creernos que buscará una Sala beligerante como la que ya va de salida?

Esos son los desafíos que tiene la derecha ahora que controla la asamblea, sobre todo Arena. Porque el discurso que le criticó al Frente ahora se le va a venir. A ver si es cierto que van a elegir una Sala independiente, pero no independiente del Frente sino independiente de ellos para que los pueda controlar, porque para eso está la Sala. Ahora vamos a poner a prueba si todo el discurso de Arena mientras estuvo en la oposición ha sido sincero o ha sido puramente estrategia de desgaste del partido de gobierno.

¿Se imagina a una alianza de izquierdas o cree que Nayib Bukele jugará en solitario?

Si el Frente y Nayib quieren evitar que Arena gane las elecciones, no tienen otra alternativa más que unirse. Pero no lo veo en este momento. Por lo que han dicho, Nayib ni la dirección del partido están por una unión. Si ellos no cambian en ese planteamiento, entonces quien está para ganar es Arena.

¿Estamos atestiguando el nacimiento de un movimiento de renovación en la política salvadoreña del que usted ya ha hablado con anterioridad?

Con Nayib creo que no. De hecho, él lo que quiere es ganar las elecciones de 2019, no quiere renovar las cosas. Para renovar, los procesos son más largos. Él puede crear un movimiento y ganar las elecciones, pero ¿quiénes son todo el cuerpo de funcionarios que se requiere para llenar todas las plazas del gobierno? Si ni el Frente que es un partido súper organizado ha logrado llenar todas las plazas del gobierno, ¿de dónde los va a sacar Nayib y quiénes son esos? Creo que el triunfo de Nayib sería la fase final del desbordamiento de la institucionalidad democrática porque va a suponer el fracaso de los dos grandes partidos que son los que les dieron estabilidad al país.

¿Cómo queda la propuesta de los diputados Johnny Wright Sol y Juan Valiente con estos resultados?

Tenemos que ver si es cierto lo que se anunció, una vez terminen su cargo el 1 de mayo. Johnny Wright dijo que iba a formar un partido, pero yo creo que él tampoco se imaginaba que Arena estaría en una condición muy favorable.

¿Podemos decir que ese movimiento nació muerto?

No, no hay que adelantar, hay que ver qué es lo que nace. Vamos a ver si mantiene su idea sobre que hay que hacer un partido de derecha distinto a Arena y quién va a encabezar eso. Ahorita solo él sabe qué es lo que va a hacer.

¿Qué implica que los niveles de participación bajaron con respecto a las elecciones pasadas? La abstención es una tendencia que va en aumento desde las legislativas desde el 2009.

Eso es el desmoronamiento de la institucionalidad electoral que se crea con los acuerdos de paz, en que el sistema de partidos jugó un papel importante. En la medida en que el sistema se va erosionando, debilitados en sus dos grandes pilares, toda la institucionalidad se va a ver debilitada.

¿Cuál fue el rol de los votos nulos en estas elecciones? ¿Lograron su cometido?

Aumentaron y aumentaron de manera significativa, pero no suficiente como para anular la elección. Nayib lo que hace es sumar los votos nulos más los que se abstuvieron, más los que dejaron la papeleta en blanco y dice: “todos esos son más que todos los partidos juntos”. Dentro de su discurso, él está insinuando que esos son sus votos, si él lo cree así se puede equivocar. No creo que todo esos sean Nayib porque lo he dicho desde un principio, creo que más bien entre los 350-400 mil electores que pierde el Frente pueden haber varios miles de gente que simplemente ya no va a volver a votar, no es que van a votar a Nayib.

La concentración del voto nulo fue en el área metropolitana, pero a nivel nacional el aumento fue de 265 % ¿Es un indicio para asegurar que estamos ante una protesta de la ciudadanía?

Sí podemos hablar de que expresan un rechazo a la oferta partidista que estaba en competencia, pero no quiere decir que sea un rechazo de toda la sociedad. Es un sector que se ha expresado en esa cantidad y que efectivamente está concentrado en San Salvador. En otras partes del país los niveles no son preocupantes. Yo creo que está jugando el efecto Nayib, aunque había otras organizaciones que sin pertenecer al entorno Nayib también estaban por el voto nulo.

¿Reflejan los números un verdadero desencanto electoral?

Siguiendo el razonamiento planteado, hay una disminución en la votación y las encuestas nos decían que hay desconfianza en los partidos, la Asamblea, el Tribunal, en las elecciones. Entonces, uno puede pensar que sí hay mucha gente que no fue a votar por desencanto. Yo creo que eso sí es válido decirlo, pero decir que efectivamente todos esos están desencantados es más difícil porque no sabemos cómo está integrado ese bloque.

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