“Los latinos aún estamos en nuestra infancia política en Estados Unidos”

Kevin De León, durante la entrevista en su oficina en Los Ángeles. / ARMANDO ARORIZO

El primer presidente latino del Senado de California desde el siglo XIX es un fronterizo criado en Tijuana. «No vamos a esperar a Washington» en la reforma migratoria, afirma

Lo primero que sorprende en Kevin de León es que habla español. Bien, fluido, sin problemas. No es algo habitual en los políticos latinos de California, a pesar de que más de un tercio de la población se declara latina. El que va a ser primer presidente del Senado de origen mexicano desde hace 130 años y el latino con el cargo público más alto del Estado se crió entre Tijuana y San Diego, en la frontera terrestre más transitada del mundo. Se define como “fronterizo”, esa población que, en su camino hacia el norte, nunca fue mucho más lejos de la frontera pero nunca volvió atrás. Ser “bilingüe, bicultural, binacional”, en sus palabras, le da una perspectiva privilegiada sobre la realidad de los latinos en California. “Tengo en mis genes ser un activista por los derechos de los inmigrantes”.

De León es además senador por el distrito 22 de Los Ángeles, que abarca todo el centro de la ciudad. “En mi distrito la mayoría son latinos, pero es muy diverso, hay chapines, guanacos, mexicanos, chinos, filipinos, coreanos, bangladeshi, armenios, tailandeses… Creo que tengo el distrito más diverso de California y de todo Estados Unidos. Honestamente, creo que es el distrito más diverso del mundo. No creo que en Madrid, Chicago, Londres o París haya esa diversidad”. Con un paseo por el tramo de Sunset Boulevard a la altura de Echo Park, donde está la oficina en la que se realizó la entrevista, es fácil darle la razón.

Un 38% de la población de California, el estado más rico y más poblado de EE UU, se define como latina. El 80% son mexicanos o de origen mexicano. Sin embargo, su presencia en los puestos más altos sigue siendo noticia. “Creo que los latinos estamos en nuestra infancia políticamente en este país. Vamos progresando, vamos madurando políticamente, pero apenas estamos iniciando nuestra primera etapa”.

Aunque los latinos aún no tienen una representación institucional acorde con su peso en la población, sí lo tienen en las políticas de California. La protección de los derechos de los inmigrantes se ha convertido prácticamente en una política de Estado. Una inamovible mayoría demócrata en las dos cámaras y en la gobernatura se posiciona del lado de los inmigrantes en cualquier debate. “California no es Alabama o Arizona, donde rechazamos a los inmigrantes, los demonizamos, buscamos un chivo expiatorio por todos los males económicos. Al contrario, somos un Estado, la octava potencia mundial, que respetamos a los inmigrantes, reconocemos las contribuciones del inmigrante de México, de China, de India. Somos un imán mundial para todos los inmigrantes”.

No siempre fue así. De León está especialmente orgulloso de una ley, aprobada este lunes por el gobernador, que elimina por completo los últimos restos que quedan de la llamada Proposición 187, promovida en 1994 por el gobernador republicano de entonces. Aquella ley, aprobada en referéndum, cerraba a los inmigrantes indocumentados el acceso a educación o sanidad. “Los republicanos y los grupos ultraderechistas antiinmigrantes hicieron campaña promoviendo una propuesta repugnante, vil y racista contra el pueblo más desprotegido en California, que son los inmigrantes latinos”, dice De León. “Fue una campaña por el declive de la economía y los políticos de entonces buscaron chivos expiatorios de todos los males. Se enfocó sobre el latino”.

Eso se pudo hacer en un Estado mayoritariamente blanco y anglosajón. “Es repugnante. Hay que borrar esa mancha. esa no es la California de hoy día”. La demografía, sin embargo, ha dado un vuelco a la política de California en estas dos décadas. “La mayoría de aquellos inmigrantes no eran ciudadanos todavía, con derecho a voz y voto. Eso va cambiando. Ahora votan ellos y sus hijos. Este movimiento tiene un rostro. En la bancada de ambas cámaras ya hay mas latinos. Es una maduración política de latinos que ya se reconocen como contribuyentes a las arcas publicas, que somos americanos también”.

El resultado de ese cambio demográfico es que hoy el partido demócrata ostenta todos los cargos constitucionales del Estado y la mayoría en las dos cámaras. La posibilidad de que el partido republicano vuelva a pintar algo en California es, hoy por hoy, remota. “Los republicanos han perdido mucho espacio por su retórica repugnante y vil que no reconoce las ganancias, la labor del inmigrante que trabaja desde la madrugada ayudando a construir el estado dorado, la octava potencia mundial”.

“Creo que ha quedado muy claro que los californianos anglosajones, asiáticos y latinos rechazan esa política del pasado”, razona De León. “En Arizona o en Alabama sí, pero en California ya no se tolera ese tipo de política. Yo creo que los republicanos entienden eso muy bien, pero existen elementos ultraderechistas dentro del partido que están atrapados en una guerra fría. Como aquellos soldados japoneses que cuando ya había acabado la guerra y seguían metidos en una cueva porque no llegó la noticia: ‘Ey, perdieron ustedes’. No les llegó el memorándum”.

La abrumadora mayoría demócrata en la política de California ha permitido la aprobación de leyes importantes para la comunidad inmigrante, pero también en medio ambiente o energía. Los pactos entre los dos partidos son cada vez más habituales. La comparación con la inacción de Washington es constante en los discursos políticos. “No vamos a esperar a Washington”, dice De León. “El proceso político está secuestrado por los ultraderechistas. Los rehenes al final de cuentas son los americanos, por la falta de acción, no solamente en el espacio de la inmigración, sin en otros”.

En buena medida, California está haciendo su propia reforma migratoria, dentro de sus límites legales. “No tenemos el derecho para otorgar ciudadanía porque no nos lo permite la Constitución”, admite De León. Pero por debajo de eso, el estado va a dar licencias de conducir a los indocumentados (lo cual supone darles un documento legal) y la policía no va a cooperar para denunciar a los irregulares a las autoridades de inmigración. “El Gobierno federal obviamente está muy molesto con nosotros”, dice De León. “No sé si nos van a demandar, pero adelante, está bien. Tendremos nuestros abogados representando al Estado de California”.

La mayoría demócrata de California, como De León, hace una distinción clara entre los irregulares, una distinción que la política de deportaciones de Washington no hace. “Si se quiere enfocar en pandilleros, los que venden drogas, los criminales violentos, adelante. Pero una señora inocente que hace lo posible por pagar la luz, el agua y el techo para sus hijos, que vende tamales o aguas frescas o lo que sea en un parque, porque no obtuvo un permiso de actividad, se la llevan a la cárcel. ¡Por favor! Qué ridículo, qué absurdo”.

El nuevo presidente del Senado californiano opina que ni siquiera es papel de este estado ayudar en nada a reforzar la frontera con México. “No, ese no es nuestro papel como estado de California. Ese es el papel del Gobierno federal. No hay tropas de la Guardia Nacional de California defendiendo la frontera sur”.

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