DemocraciaDemocracia y PolíticaDictaduraMarcos VillasmilPolítica

El futuro de la oposición (un seminario)

El pasado 5 de abril el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, bajo la dirección de Ramón Guillermo Aveledo, invitó a un nuevo seminario de los que acostumbra realizar con una constancia y periodicidad que podrían ser la envidia de instituciones similares. ¿El tema propuesto? El futuro de la oposición venezolana. Tres ponentes se hicieron presentes, cada uno dando un aporte esencial al debate: el padre José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la abogada y diputada a la Asamblea Nacional por el estado Monagas, María Gabriela Hernández, y el actual secretario del parlamento democrático, Negal Morales. Fungió como relator general el Dr. Fernando Spiritto, de meritorio y reconocido currículo académico e intelectual.

Muchas veces lo que más se destaca en ocasiones como ésta es una cierta disparidad en las posturas, o incluso capacidades variadas entre los ponentes para asumir el tema con seriedad y claridad. El día 5 no fue éste el caso. Cada uno le puso con éxito su natural toque personal a sus palabras, fruto de edades, experiencias y bagajes personales que representan el rico pluralismo de quienes pertenecen al campo democrático. De hecho, podría decirse que, sin ponerse previamente de acuerdo, los tres se combinaron para dibujarnos la penosa coyuntura presente de forma tal que predominaron las coincidencias sobre los desencuentros y los dibujos de un presente y de un futuro llenos de obvias dificultades, dada la naturaleza del régimen narco-chavista, pero también de oportunidades innegables. Pasemos a un breve resumen de las tres intervenciones, sobre todo de la que sirvió de base, la del rector de la UCAB.

El padre Virtuoso, conocido por su palabra clara y por su inequívoca vocación civilista, destacó al inicio lo que considera son algunos de los factores determinantes de eso que ha sido llamado “chavismo”: a) nacionalismo político; b) abandono de los patrones culturales de Occidente; c) nuevas relaciones sociales de producción; d) re-definición de qué es el pueblo, y quiénes lo conforman; e) creciente homogenización política y económica. Todo ello ha llevado, con el tiempo, a una esquizofrenia política expresada en una institucionalidad estatal paralela, dentro de un Estado corporativo y un sistema de elecciones semi-competitivo, que ha ido perdiendo este último carácter a medida que los resultados electorales han sido negativos para la “revolución”.

En este momento somos testigos de un proceso en que lo electoral como competencia plural ya no existe, con la ilegal y fraudulenta Asamblea Constituyente ejerciendo de órgano rector de la voluntad autoritaria, y el Consejo Nacional Electoral de brazo ejecutor. Participar hoy en un acto electoral convocado por la dictadura es simplemente ponerse al servicio del intento de legitimación de la misma.

Frente a ello ¿cuál ha sido la estrategia opositora? Dividirse. A ello ha contribuido sin duda alguna la candidatura presidencial de Henri Falcón.

¿Cuáles han sido las consecuencias? Desmovilización, desmotivación, pérdida de credibilidad y, sobre todo, la pérdida de representatividad y desconexión del liderazgo opositor con los ciudadanos, en especial a partir del 31 de julio de 2017, cuando luego de la corrupta elección de la Constituyente, diversos grupos opositores inmediatamente aceptaron participar en las elecciones regionales ilegalmente convocadas por la ANC. Ello tuvo un nefasto efecto moral en millones de venezolanos, que no podían creer lo que estaba sucediendo.

Concluyó sus palabras enunciando dos retos opositores: a corto plazo, la reconstrucción de la unidad nacional, en torno a la denuncia de la dictadura y la movilización nacional. Un reto político, ético y moral. Se necesita pensar más allá del día programado para las nuevas elecciones presidenciales, el 20 de mayo. A largo plazo, es hora de que los partidos políticos opositores reconozcan su debilidad estructural, y superar la condición de imperfectas maquinarias electorales. Tienen que ir mucho más allá del hecho electoral.  

La diputada María Gabriela Hernández inicia sus palabras con una afirmación contundente: al día de hoy, en Venezuela no hay oposición, según los parámetros convencionales que la definen. ¿Qué puede esperar entonces la oposición partidista de mantenerse la actual situación? a) la profundización del caos presente; b) la desaparición de la Asamblea Nacional y de los pocos vestigios que quedan de libertad; y c) el paso a la clandestinidad.

La oposición, al ganar la Asamblea Nacional en diciembre de 2015, cometió un grave error: no fue capaz de diagnosticar el tamaño y propósitos reales de la mafia gubernamental.

Para recuperar el apoyo popular y renovar la esperanza, la oposición debe ofrecer un perfil que, yendo más allá de las palabras, la muestre honesta, transparente, capaz, trabajadora, ejemplarizante y formadora.

¿De quién depende el futuro de la Venezuela democrática? De la oposición verdadera, no de la “oposición a la medida” representada por Henri Falcón. Este último debe honrar la palabra dada al comienzo de su campaña: que renunciaría a la candidatura si las condiciones electorales no cambiaban.

Hoy puede verse a una mayoría ciudadana abrumadora enfrentada a un régimen de mafias.

Concluyó indicando que dentro de los objetivos programáticos hacia un futuro democrático de la nación deben asumirse los objetivos de desarrollo sostenible que hoy son un reto para toda la humanidad.

 

Finalmente, Negal Morales destaca en primer lugar la necesidad de trabajar por un gran acuerdo de gobernabilidad con un plazo indefinido pero que no se agota en un solo periodo constitucional. Hubo una falla fundamental, de la cual hay que hacer un mea culpa: la Unidad no fue suficiente únicamente con los partidos.  

Por ello hay que brindar el mayor de los apoyos al recién constituido Frente Amplio por una Venezuela Libre, una Unidad entre iguales, incorporando una variada representación de la sociedad venezolana a lo que es un tejido de resistencia social; un paso inevitable para la necesaria re-institucionalización de la nación.

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba