Chile hace justicia con Víctor Jara y con su historia
El cantautor chileno Víctor Jara, asesinado en 1973, cuando tenía 41 años. AP
La justicia es lenta, a veces exasperantemente calmosa, pero casi siempre aparece. A los responsables de los actos criminales que acabaron con la vida de Víctor Jara les ha llegado el veredicto 45 años después del secuestro y asesinato de quien es considerado el trovador de la revolución socialista de Salvador Allende. Ocho militares retirados han sido declarados esta semana culpables de un crimen cometido pocos días después del golpe de Estado de Augusto Pinochet del 11 de septiembre de 1973. Ese fue el inicio de una dictadura en la que murieron a manos de agentes del Estado unos 3.200 chilenos, de los que 1.192 figuran aún como detenidos desaparecidos. Otros 33.000 fueron torturados y encarcelados por causas políticas y decenas de miles se exiliaron.
El juicio, que ha necesitado años de investigaciones e infinita perseverancia, superó múltiples obstáculos. Finalmente, los culpables de la muerte de Víctor Jara y de Littré Quiroga, abogado y director de Prisiones en aquellos tiempos, han sido condenados a 18 años de cárcel. Además, el Estado chileno deberá indemnizar a la familia del compositor, profesor y director teatral con 1,8 millones de euros.
Hijo de campesinos, Jara encontró en la música que le inculcó su madre el mejor vehículo para revalorizar los cánticos del pueblo llano. Luego vendría la protesta social y el compromiso político. Militó en el Partido Comunista y fue un emblema cultural durante los tres años del Gobierno de Allende. El día de la rebelión militar, el presidente tenía previsto intervenir en un acto en la Universidad Técnica del Estado, donde actuaría Jara. Fue su último recital. Mientras su guitarra sonaba las balas de los golpistas silbaban en las calles de Santiago de Chile.
Estudiantes, funcionarios y profesores permanecieron esa noche concentrados en las facultades. Los golpistas detuvieron al día siguiente a 600 personas. Fueron trasladadas al Estadio Chile (rebautizado Víctor Jara), donde un oficial reconoció al cantautor. Comenzaron entonces horas de infinitas torturas, de un ensañamiento despiadado. Cuando su cuerpo y el de Quiroga fueron hallados sin vida el 15 de septiembre junto al Cementerio Metropolitano se tuvo conocimiento del alcance del martirio. Tenía los dedos de las manos destrozados por los culatazos de fusiles y 44 impactos de bala.
Icono cultural de los chilenos, el autor de Te recuerdo Amanda, El cigarrito o El manifiesto fue referente del movimiento musical en América Latina que arraigó en los años sesenta. Quilapayún, Inti-Illimani o Violeta Parra, creadora del mítico tema Gracias a la vida, considerada por muchos como un himno humanista, alcanzaron eco internacional.
Con esta sentencia Víctor Jara obtiene justicia en los tribunales. El pueblo de Chile se la brindó en 2009, después de que sus restos fueran exhumados, examinados por los forenses y devueltos a la familia. Fue durante una emotiva y multitudinaria ceremonia oficial, sobre la que Joan Manuel Serrat escribió: “Este sábado entierran a Víctor Jara por segunda vez. Quien amó tanto la vida, 36 años después, vuelve a pasear su muerte”. Ahora, al conocer el fallo, resuenan las palabras de la expresidenta Michelle Bachelet, detenida y torturada por los golpistas: “Víctor Jara canta con más fuerza que nunca y Chile hace justicia con su historia”.