La nueva reconversión: más ceros, menos soluciones
El miércoles 25 de julio de 2018, el presidente Nicolás Maduro anunció que el nuevo cono monetario del bolívar soberano entrará en vigencia el 20 de agosto. Recordemos que la fecha originalmente anunciada era el 4 de junio, pero luego fue pospuesta para el 4 de agosto. Maduro anunció que no se suprimirán tres ceros al bolívar fuerte, sino cinco ceros. En sus palabras, esto se debe a que en “las últimas semanas han sido muy crudas en la arremetida inflacionaria inducida, que solo persigue debilitar a nuestro pueblo”.
Según el presidente, la pérdida de la capacidad de compra del bolívar fuerte se debe a las mafias que anclan el valor de la moneda local al tipo de cambio de los mercados negros. Por esto dice que el nuevo cono monetario estará anclado al Petro, e incluso firmó una “propuesta para entregar a través de PDVSA un bloque de reservas petroleras certificadas en 29 mil 298 millones de barriles, así respaldar y fortalecer al Banco Central de Venezuela (BCV), nuestra moneda, nuestra criptomoneda y nuestras inversiones”.
A finales de marzo, hicimos la salvedad de que parecía logística y económicamente inviable la puesta en circulación de un nuevo cono monetario en apenas unos cuantos meses. Ahora, con menos de un mes para implementar una reconversión que elimine más ceros de los anunciados originalmente, todo parece indicar que la fecha tendrá que ser postergada nuevamente. De hecho, se requeriría que se dicte una norma de rango legal que establezca el régimen de la reconversión, según lo exige el numeral 11 del artículo 156 de la Constitución, que sustituya al Decreto Presidencial N° 3.332 sobre reconversión monetaria, y que el BCV dicte un nuevo régimen que desarrolle esa Ley y derogue la Resolución N° 18-03-01 del BCV y el Decreto N° 3.445 que había prorrogado el proceso de reconversión monetaria.
La dificultad no radica en el número de ceros a eliminarle a la moneda. En Alemania en 1923 y en Zimbabue en 2009 se quitaron 12 ceros a sus respectivas monedas. Incluso, Zimbabue llegó a quitar un total de 25 ceros en tres reconversiones entre 2006 y 2009. Entre otros obstáculos, el problema es la improvisación en un contexto de:
1. Importante escasez de billetes que, en abril 2018, representaban apenas 2,5% de la liquidez monetaria.
2. Escasez de divisas que limitan la capacidad de financiar la impresión del nuevo cono monetario.
3. Continuas fallas en los puntos de venta y medios de pago electrónicos, por fallas de luz e Internet.
4. Un sistema bancario que también está siendo arrastrado por la crisis.
Además, incluso si la reconversión se lograse implementar en los tiempos previstos, representa un ajuste cosmético que no resolverá los problemas de fondo que han generado y siguen impulsando la volátil y acelerada subida de precios.
La arbitrariedad fiscal, apoyada en la irresponsable y desordenada emisión de dinero por parte del BCV es –a la fecha– uno de los principales motores del espiral hiperinflacionario. Sólo en el primer semestre de 2018, la base monetaria aumentó en 795% y la liquidez monetaria aumentó en 1.367%. Esta última cifra pasó de los BsF 127,35 billones (un billón tiene 12 ceros) a los BsF 2,37 billardos (un billardo tiene 15 ceros).
Estabilizar el valor del bolívar fuerte (o soberano, o como se decida apellidar) pasa no por atarlo al valor de un llamado criptoactivo. A la fecha, el Petro sigue siendo un mero ejercicio de ficción: no circula de manera regular; su creación y emisión carece de legitimidad; y su respaldo es, por más, precario.
Estabilizar el valor de la moneda local pasa necesariamente por garantizar la autonomía del BCV. Recordemos que la Constitución establece que el BCV es la autoridad monetaria nacional, garante de la estabilidad de precios y del valor de la moneda local.