Saque su teléfono y aplauda al líder
—¿Existe el Gran Hermano?— dijo Winston
—Claro que existe. El Partido existe. El Gran Hermano es la encarnación del partido— dijo O’Brien
—¿Existe en el mismo sentido en que yo existo?
—Tú no existes.
1984 de George Orwell
En el prefacio de su libro Netizens: On the History and Impact of Usenet and the Internet, el teórico Michael Hauben reconoce “el surgimiento de los netizens. Hay personas en línea que contribuyen activamente al desarrollo de la red. Estas personas entienden el valor del trabajo colectivo y los aspectos comunes de las comunicaciones públicas. Estas son las personas que discuten y debaten sobre temas de manera constructiva, que envían respuestas por correo electrónico a personas y brindan ayuda a los recién llegados, que mantienen archivos de preguntas frecuentes y otros repositorios de información pública, que mantienen listas de correo, y más. Estas son personas que discuten la naturaleza y el papel de este nuevo medio de comunicación.” Conocidos en español como “ciudadanos de la red”, en 2013 netizens fue considerado un término “sin sentido, inexacto y engañoso”. O al menos en el caso de China, donde los mismos chinos acusan a sus compatriotas de no ser “políticos, o deberíamos decir que están despolitizados. El principal interés para la gran mayoría de los usuarios es seguir a las celebridades y socializar con amigos. En este sentido, son un poco diferentes de los usuarios de las redes sociales de todo el mundo”. (Esta referencia apunta a los mismos chinos que acusan a sus conciudadanos).
La tercera temporada de Black Mirror abre con un episodio orwelliano. «Nosedive» es el retrato de un mundo en el que puedes calificar y ser calificado en cada interacción social. ¿La puntuación? Como la de Uber: de una a cinco estrellas. ¿Y si nosotros pudiéramos calificar a nuestros gobernantes a través de una plataforma similar? Es precisamente en China –que se preparaba para dar puntajes a cada uno de sus ciudadanos en 2020–, donde ya ocurre.
Tencent, una compañía de tecnología, ha hecho competir a los ciudadanos chinos por el amor de su presidente con una app, cuya traducción literal es “Excelente discurso: Aplauda a Xi Jinping”. Esta aplicación fue lanzada durante el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China. El evento, que se llevó a cado del 18 al 24 de octubre de 2017, se inauguró con un maratónico discurso de tres horas y medias por parte de Xi Jinping, secretario general del Comité Central del Partido y presidente de la República Popular China.
Si los aplausos son la medida del político, entonces la app tiene como punta de partida este gesto colectivo que no necesariamente expresa una opinión favorable. El aplauso en el mitin político suele representar una superficial percepción de apoyo. Más que recordar a la Grecia Antigua, en la que el aplauso era signo de aprobación, “Excelente discurso: Aplauda a Xi Jinping” retoma a la figura del “plausor” (“el que aplaude”) de la civilización romana. Se sabe que el emperador Nerón tenía unos cinco mil plausores en cada una de sus apariciones públicas. Ese elogio sonoro se daba en dos formas (imbrex, con las manos ahuecadas, y testa, con las manos planas). En la aplicación china el aplauso (obviamente) es con las manos… sobre la pantalla. El juego cuenta con videos del discurso presidencial. Los fragmentos insisten en la “erradicación de la pobreza”, “rejuvenecimiento de la nación China” y “socialismo con características chinas para una nueva era”. La app reta a los usuarios, o netizens en este caso, a “aplaudir” tantas veces les sea posible en 19 segundos. ¿Cómo aplauden virtualmente? Tocando un gran botón de color amarillo tantas veces como puedan. Al completar el lapso de tiempo, se muestra el puntaje comparado con el record más alto y, así, los jugadores son alentados a competir nuevamente y a compartir el juego con sus conocidos y familiares. De acuerdo con Tencent, hubo “mil millones de aplausos individuales” al día del lanzamiento del juego gratuito.
Este cibernacionalismo no necesariamente implica la aclamación por el segundo periodo como presidente de Xi Jinping ni legitiman un régimen. El espíritu competitivo es el que está detrás del entusiasmo. Y se reporta también que muchos jugadores no se molestaron en aplaudir en absoluto. Si pensamos que un netizen “ejerce la totalidad o parte de sus derechos políticos o sociales a través de Internet de forma independiente o por medio de su pertenencia a una comunidad virtual”, entonces el concepto remite a la Ilustración. En estos tiempos, el (poder ser) ciudadano se ha reconfigurado en los espacios digitales y esos también son espacios de poder. El Gran Cortafuegos de China y la lista negra de Google China revelan un altísimo control en el contenido al que los ciudadanos chinos pueden acceder. Es así que el analfabetismo digital y la incultura política también se reflejan en lo que ya no es físico ni delimitable. Podemos tener acceso a la información, pero no su dominio. El desarrollo y la aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es un proceso de integración de Estado, sociedad y, obviamente, mercado. Entonces, ¿Internet como un ágora o un mercado de contenidos? La discusión no termina. Esta app, donde el usuario se encuentra virtualmente en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, es meramente un simulacro de empoderamiento bajo un régimen autoritario. Y también sucede en las democracias con esa autocomplacencia con un like o RT que se deriva en infectividad. ¿Y los que están excluidos? ¿Cómo se configura un ciudadano sin conexión a internet? Esta supuesta participación no es solamente dotar a los ciudadanos con las nuevas tecnologías. La apropiación es necesaria. Solamente así estaremos hablando de ciudadanos digitales o netizens autónomos.
Karen Villeda es poeta. Con su libro Dodo obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven «Elías Nandino» 2013. En su página web POETronica (poetronica.net) dialoga con poesía y multimedia.