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¿Brasil iniciará la era de ultraderecha militar en América Latina?

A tres semanas de las elecciones presidenciales de Brasil el panorama político en el gigante suramericano parece decantarse, aunque siguen siendo los comicios más inciertos de las últimas décadas, en particular luego del apuñalamiento del candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro, que lo elevó al primer lugar en la predilección de los electores, y la confirmación de que el ex presidente Luis Inacio Lula da Silva no podrá presentarse, por su internamiento en prisión, sentenciado a 12 años, acusado de corrupción y tratos clientelares durante su gestión.

Si bien Lula da Silva mantuvo hasta el último momento las preferencias electorales en cuanto a intención de voto, a pesar de estar encarcelado y sentenciado, los últimos esfuerzos de sus abogados fueron desestimados por el Tribunal Superior Electoral (TSE) que reiteró la imposibilidad de que se presentara como candidato electoral, lo que obligó a que su tolda política, el Partido de los Trabajadores (PT) se decidiera por  el exministro de Educación y exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad, quien fue registrado inicialmente como compañero de fórmula de Lula en las elecciones.

Estos dos hechos abren para Brasil, y para la región, un panorama que no deja de preocupar, habida cuenta de que la posibilidad de que el ex capitán del ejército Jair Bolsonaro pueda llegar a dirigir el país más extenso y desarrollado de América Latina, inquieta a diversos sectores latinoamericanos y dentro del propio Brasil, por el radical posicionamiento del ex militar frente a temas tan delicados como la seguridad, el papel de los militares, la tenencia de armas por parte de la población y conocido por sus opiniones contra los homosexuales, las mujeres y la defensa de los derechos humanos. Incluso llegó a afirmar que “los derechos humanos son un cáncer para la sociedad”.

Pero la preocupación va más allá de la sola candidatura de Bolsonaro, porque luego de que Brasil superara hace más de 30 años, en 1985, el oscuro período de la cruel y temible dictadura militar de más de 21 años, intranquiliza el hecho de que grupos de generales retirados estén montando una campaña electoral para respaldar a unos 90 ex militares postulados a diversos cargos nacionales para los comicios del 7 de octubre, todo ello en aras de rescatar al país de lo que consideran acción de  políticos que no han sabido manejar la economía ni superar el aumento de la violencia.

No es nuevo este sentimiento en la población latinoamericana de depositar en los militares la solución a los problemas de los países. El fantasma del militar salvador merodeó en las mentes de muchos venezolanos cuando eligieron a Hugo Chávez en 1999 y todavía hoy, luego del estrepitoso fracaso del socialismo del siglo XXI, sigue paseando por algunos la idea del militar que derroque al dictador Maduro. Al parecer no aprendemos de nuestras propias lecciones.

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