Democracia y Política

¿Por qué fracasó la lucha contra el “dólar paralelo”?

El 7 de noviembre de 2013, el actual canciller Rafael Ramírez, quien entonces cumplía su primer mes frente a la Vicepresidencia económica, prometió que el Gobierno Central iba a “pulverizar el dólar paralelo”. Para la fecha en que lo dijo, el dólar paralelo cotizaba en 59 BsF/US$. Y un mes antes, el día en que Ramírez asumió la Vicepresidencia económica, cotizaba en 45 BsF/US$.

Hoy, casi un año después de loas anuncios de Rafael Ramírez y tras más de once años de control de cambio, el llamado “dólar paralelo” luce en alza indetenible. Así que es necesario ver cuáles han sido las razones detrás del fracaso de la lucha planteada por el Gobierno contra ese enemigo.

Un complicado punto de partida. El control cambiario que se ha mantenido en Venezuela desde febrero de 2003 es el más largo en la historia. Ha generado dos tipos de problemas: distorsión de los precios relativos y la asignación ineficiente de divisas.

1. Distorsión de los precios relativos. Los tipos de cambio fijo (que impiden el ajuste de los términos de intercambio entre Venezuela y el resto del mundo) implican que, a medida que la inflación aumenta en Venezuela, sea cada vez más barato importar que producir localmente. En otras palabras: cada día que pasa con el tipo de cambio fijo, el dólar que se asigna de manera oficial se hace más barato y (producto de la creciente demanda) más escaso. Además, aquellos agentes que logran obtener divisas al tipo de cambio oficial cuentan con una ventaja de costos frente a aquellos que no logran acceder a este mecanismo. A medida que la distorsión aumenta, obtener los dólares preferenciales se hace más atractivo que las importaciones en sí mismas, lo cual genera poderosos incentivos tanto para una demanda casi infinita de dólares oficiales como para intentos de aprovecharse del sistema. Un ejemplo de esto último son las llamadas empresas maletín que el Gobierno Central alega recibieron –al menos– US$ 20.000 millones en 2012.

2. Asignación ineficiente de divisas. Se ha evidenciado una creciente incapacidad del Gobierno Central para asignar –mediante mecanismos administrativos y burocráticos– las divisas de manera eficiente y oportuna. Algún funcionario debe decidir cuáles son las prioridades de importaciones y los montos de las mismas, lo que inevitablemente ha conducido a errores e insuficiencias. Por ejemplo, existen importantes retrasos en la liquidación de divisas a sectores de primera necesidad, como alimentos y salud; y algunos estiman que la deuda con los proveedores del sector privado es de US$ 9.000 millones, mientras que otros la llevan hasta US$ 14.000 millones. A medida que se incrementan las solicitudes es cada vez más dificil que, mediante mecanismos de asignación burocrática, se pueda decidir eficiente y eficazmente a quien y en que cantidad asignar las divisas.

No hay suficientes divisas para todos. El gobierno enfrenta fuertes restricciones para incrementar la oferta de divisas y existe una clara tendencia de aumento en las importaciones públicas.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer semestre de 2014, las importaciones totales no petroleras fueron US$ 17.351 millones, reflejando una caída de 21,8% en un año y siendo el nivel más bajo para un primer semestre desde 2010 (US$ 15.014 millones). Si bien las importaciones privadas cayeron 31,9% entre el primer semestre de 2013 y el primer semestre de 2014, las públicas se mantuvieron relativamente estables al caer apenas 0,8%.

En ausencia de medidas sustantivas para incrementar las divisas disponibles para importaciones, el sector privado seguirá sufriendo mayores dificultades para acceder a divisas. No sorprende que el primer semestre de 2014, las liquidaciones de Cencoex, Aladi y Sucre para importaciones cayeron 44% (ver Gráfico 1), llegando al nivel más bajo de los últimos 6 años.

Gráfico1. Liquidaciones Cencoex, Aladi y Sucre para importaciones

Por su parte, la prioridad en la asignación de divisas es la importación de bienes de primera necesidad. Para el primer semestre de 2014, 34,9% de las liquidaciones de divisas Cencoex, Aladi y Sucre fueron para la importación de alimentos, 18% para la importación de rubros del sector salud y 11,6% para químicos. Los actuales niveles de escasez de estos rubros prioritarios son evidencia de que la asignación, aunque mayoritaria, ha sido insuficiente.

El Presidente Maduro afirmó que en el primer semestre de 2014 las importaciones públicas de alimentos aumentaron en 30%. Dado que las importaciones agrícolas totales aumentaron 3,5% en el primer semestre de 2014, pero las de alimentos, bebidas y tabaco cayeron 3,6%, se evidencia que el Gobierno Central está asumiendo las riendas de las importaciones de alimentos en declive de las privadas. Lo mismo probablemente ocurrirá con otros sectores prioritarios.

El paralelo avanza a paso de vencedores. El dólar paralelo más que se duplicó en el último año, evidenciando las importantes y crecientes distorsiones cambiarias que vive Venezuela. Incluso, desde que Ramírez anunció la pulverización del paralelo, el dólar negro aumentó por 1,5.

Dado que la oferta oficial de divisas por parte del Gobierno Central ha estado cada vez más limitada, empresas (que necesitan divisas para importar insumos o bienes finales para la venta) y particulares (que quieren viajar, estudiar en el extranjero o proteger sus ahorros) hanbuscado divisas en el mercado paralelo, impulsando al alza del llamado dólar negro. Además, las malas perspectivas económicas de Venezuela para los próximos meses, así como las pocas opciones de inversión local en bolívares, han generado mayores presiones a la demanda de divisas, impulsando aún más el dólar paralelo.

Venezuela importa gran cantidad de productos. Por ejemplo, el vicepresidente para la seguridad y soberanía alimentaria, Yván Gil, admite que Venezuela importa entre 45 y 50% de los alimentos consumidos.

Aunque los rubros prioritarios, como alimentos y medicinas, se supone reciben divisas al tipo de cambio Cencoex, los retrasos en las liquidaciones han llevado a muchas empresas a solicitar dólares a través de Sicad I y Sicad II a tasas superiores, e incluso a buscar divisas en los mercados paralelos. Con esto, sus costos aumentan y, por tanto, los precios que deben cobrar son mayores.

¿Qué medidas podría tomar el Gobierno Central? Si el Gobierno Central quisiera mantener un tipo de cambio bajo, tendría que darse un gran aumento de la oferta de divisas, lo que es poco factible dada la caída que están experimentando las Reservas Internacionales y el estancamiento en los niveles de producción petrolera. Si el Gobierno Central decidiera mantener la actual oferta de divisas y corregir las distorsiones de precios y asignativa, tendrían que aumentar sustantivamente en el corto plazo la tasa de cambio. Además, tendrían que garantizar la actual disponibilidad de dólares en un contexto de creciente deuda pública y convenios petroleros poco favorables a Venezuela.

Sicad II –que tras CADIVI, SITME y SICAD I, es el cuarto sistema oficial de asignación de divisas instaurado en Venezuela desde febrero 2003 y el tercero vigente en la actualidad– parecía traer de vuelta el mercado permuta, lo cual dibujaba un panorama con más ingresos de divisas distintos al petróleo y un mercado de más fácil acceso. Este sistema implicaría, en teoría, un tipo de cambio libre y cero restricciones en la cantidad de divisas que se podían vender y comprar. Sin embargo, Sicad II terminó siendo un sistema rígido, con una tasa de muy baja variación y oferta insuficiente de divisas. Además, es un sistema en el cual no hay ninguna claridad acerca de la lógica de la asignación de divisas.

Vale la pena preguntar: ¿el Gobierno Central está dispuesto a tomar las medidas necesarias para equilibrar el mercado cambiario? La actuación del Gobierno Central sugiere una respuesta negativa. En lugar de avanzar en reformas sustantivas, el Gobierno Central parece indicar, con declaraciones tímidas que poco esclarecen, que los ajustes en el sistema de cambiario no van a alterar su esencia: un sistema basado en la asignación burocrática de divisas, con fuertes controles y con un precio que no guarda relación con la oferta y la demanda ni con las expectativas de los agentes económicos. Esto conlleva a que quizás el gobierno –dada la realidad del aumento del tipo de cambio paralelo y los severos problemas de eficiencia en la asignación de divisas– se vea obligado a una devaluación del tipo de cambio promedio (lo cual está ocurriendo lentamente mediante el desplazamiento de divisas del tipo de cambio Cencoex al tipo de cambio Sicad I y Sicad II), pero sin perspectivas de cambio en los sistemas de control.

La realidad es que mientras el Gobierno Central continúe postergando las decisiones sobre los ajustes en el sistema cambiario, las distorsiones y problemas seguirán aumentando y será cada vez más difícil “pulverizar el dólar paralelo”.

Botón volver arriba