Ricardo Bada: El segundo mundo
En cierta ocasión pude captar una parte del sonido original de unas declaraciones del entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, y a pesar de que mis conocimientos del inglés se reducen al uán tu zri, plís, zenquiu, jau du yu du, copyright y singing in the rain (esto último hasta con música), a pesar de ello, digo, me di cuenta de que se estaba refiriendo al problema del Middle East, es decir, del Oriente Medio: y ese problema no es otro que el enfrentamiento entre Israel y sus países vecinos.
Ahora bien: hablar de Israel y de sus países vecinos y englobarlos bajo la denominación “Oriente Medio“ nos vuelve a plantear el tema de las denominaciones geográficas, o mejor: geopolíticas. Digo esto, pensándolo desde mi casa a orillas del Rhin, en Alemania, porque visto desde aquí, si Israel y sus vecinos árabes son el Oriente Medio, entonces ¿cuál sería el Cercano Oriente? No podría ser otro, según esa óptica, sino Turquía, Egipto, Libia y Grecia, y hasta puede que todo el Adriático. Lo cual, desde luego, cualquiera de esos países rechazaría con harta razón. Y ustedes también. Pero si insisten en seguir llamando Oriente Medio a Israel y sus vecinos, no queda pues otra alternativa.
Con lo que venimos una vez más a constatar que esto de las denominaciones geopolíticas es algo que conviene tener siempre muy mucho bajo control. Porque los monstruos acechan a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, la archifamosa OTAN, el Pacto del Atlántico Norte, incluye entre sus miembros a Italia, Turquía y Grecia, que ya me contarán ustedes a orillas de qué mar se encuentran, si no es el Mediterráneo. Y otro ejemplo: los estadounidenses no tienen ningún empacho en llamar Lejano Oriente a la China y el Japón, dos países que el mapamundi sitúa claramente al Occidente de San Francisco y Los Angeles; el auténtico Lejano Oriente de los Estados Unidos es en verdad Europa. Vuelvan a mirar el mapamundi y se convencerán de que no les miento ni exagero.
Y esto me lleva a plantearme y plantearles una reconversión tácita que se ha llevado a cabo en el mundo de la terminología geopolítica, pero que hasta ahora ha pasado desapercibida, tanto que nadie se ha hecho eco de ella. Me explicaré : No sé si conocen ustedes el chiste del monaguillo que al enterarse de la muerte del Sumo Pontífice salió corriendo de la iglesia dando zapatetas de alegría y gritando la mar de contento: “¡Se ha muerto el Papa, se ha muerto el Papa!”. Y cuando alguien lo detuvo y le preguntó: “¿Y se puede saber por qué te alegras de que haya muerto?”, el monaguillo le replicó que porque así se desplazaba hacia arriba el escalafón.
Pues algo de lo mismo ha sucedido con el dizque Tercer Mundo, y no nos hemos querido dar cuenta, o como dije antes, a través del chiste del monaguillo, no nos hemos hecho eco de la subida del escalafón. Porque es evidente que el Primer Mundo sigue siendo el que siempre ha sido desde la revolución industrial, es decir, el círculo de los países ricos e hiperdesarrollados. Pero el Segundo Mundo lo constituía el bloque de los países del área socialista, comunista, soviética o ustedes gusten en llamarla: y gracias a Dios es evidente que ya han dejado de existir como bloque. Con lo cual, automáticamente, el Tercer Mundo ha pasado a convertirse en el Segundo.
¿Cómo es que no se nos cae la cara de vergüenza, de no haberlo celebrado con fuegos de artificio y un par de discursos políticos, que siguen siendo lo más parecido al carnaval fuera de las fechas carnestolendas?