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Karina Sainz Borgo: Errejón, ¡cretino!

Para haber nacido en democracia, a Errejón le gustan, y bastante, los dictadores, y no será porque no sepa distinguirlos de un demócrata. El ‘niño moderado’ de Podemos agita el sonajero bolivariano hecho con los huesitos del pueblo hambreado que, según él, come tres veces al día

 

La semana política va servida de esquelas. Una preside el cementerio moral de los últimos días por encima de todas: la de Íñigo Errejón. Sí, ése. El moderado de Podemos, el culto muchachito que debate sobre socialdemocracia con José María Lassalle en El País, el niño de Vista Alegre que, de ahora en adelante, podría atender al mote del bebecito del acorazado Potemkin: esa criaturita que se despeña por las escaleras de su ignorancia o, lo que es peor, de su cinismo.

Decía Errejón en una entrevista concedida a la revista chilena The Clinic , que él creía en el socialismo. ¡Faltaba más! Cada quien es libre de retratarse junto a las obcecaciones que mejor le parezcan. El problema vino en la alegación de su propia Fe. Así, como para probar la existencia de un Hombre Nuevo reloaded, enumeró una lista de atributos democráticos y liberadores del régimen de Nicolás Maduro. Estupefacto, el entrevistador desplegó las estampas de hambruna, autoritarismo, represión y violencia a los que el jerarca bolivariano somete a sus ciudadanos.

Es el bebecito del acorazado Potemkin: esa criaturita que se despeña por las escaleras de su ignorancia o, lo que es peor, de su cinismo

Entonces Íñigo Errejón agitó su sonajero. Se sacó de los bolsillos la colección de baratijas que traen los que hacen turismo ideológico: que si en Venezuela la gente come tres veces al día y tiene acceso a la sanidad pública, que en aquella República campa la igualdad e inclusión, que se respetan los derechos políticos de la oposición. Sí claro, a permanecer en silencio, será. Eso dijo el intelectual de Podemos y supuesto renovador de la apolillada formación morada. 

En las páginas de Dios entró en La HabanaManuel Vázquez Montalbán describió la simpatía de escritores y pensadores como Jean Paul Sartre por Fidel Castro. La llamó el síndrome de la edad de la inocencia. Corría el año 1961, entonces la Revolución cubana estaba mimada por la inteligencia de izquierdas del mundo y La Habana, como el Moscú de 1920, se convirtió en la Meca de todos los agitadores y rebeldes del orbe, refiere Vázquez Montalbán. Invitada por Fidel, aquella gente daba oropeles al uniforme de los Barbudos.

No está permitida la inocencia a quienes han crecido rascándose las encías con el fracaso del castrismo o del sandinismo. Y si los defienden no es por candidez, sino por conveniencia

Entre el mundo de Sartre y el de Errejón han pasado no pocas cosas. Desde aquel Caso Padilla, que quizá Errejón se despacharía hoy como una exageración de Mario Vargas Llosa o una extravagancia de Susan Sontag y sus amigos, pasando por la Primavera de Praga o la caída del Muro de Berlín, por no hablar ya del período especial cubano y el fin del sandinismo travestido en sangría. No está permitida la inocencia a quienes, como Errejón, han crecido rascándose las encías con los cascotes de aquellos fracasos. Y si las creen no es por candidez, sino por conveniencia. Podemos recibió siete millones de euros del chavismo.

“Nací en Madrid en 1983. Desde que era muy pequeño mis padres me enseñaron siempre los mismos valores: un inmenso cariño por la historia democrática de nuestro país y una profunda convicción por la justicia social”, dice de sí mismo el joven Errejón en la biografía que acompaña su perfil político en la página Web de Podemos. «Desde la adolescencia he participado en numerosos colectivos sociales y políticos, desde el ‘No a la guerra’ al movimiento estudiantil y las asambleas de barrio”. Pues para haber nacido en democracia, a Errejón le gustan, y bastante, los dictadores y no será porque no sepa distinguirlos de un demócrata, sino porque prefiere hacerse la vista gorda. Eso es Errejón: alguien que agita el sonajero bolivariano hecho con los huesitos del pueblo hambreado que según él come tres veces al día. Errejón no es ingenuo, es un cretino.

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