Los ex comunistas suecos frustran el pacto entre socialdemócratas y centroderecha en Suecia
A menos que reciban concesiones, su decisivo voto impedirá la formación de un nuevo Gobierno que margine a los nacionalistas
El voto gratis no existe. Así se lo ha hecho saber Jonas Sjöstedt, líder del Partido de Izquierda (V, ex comunistas), al socialdemócrata Stefan Löfven, primer ministro saliente de Suecia, que pretende mantenerse al frente del Gobierno gracias a un pacto con liberales y centristas, pertenecientes al bloque conservador y, por tanto, adversarios políticos. El acuerdo contempla la abstención de estas dos formaciones, a cambio de concesiones, en la votación prevista para este miércoles en el Riksdag, el Parlamento, lo cual daría vía libre a Löfven para formar un nuevo Ejecutivo, en solitario o junto a los Verdes.
La fórmula, sin embargo, ha resultado «totalmente inaceptable» para Sjöstedt, que ha anunciado en conferencia de prensa que, a menos que V también reciba concesiones, sus 28 diputados votarán en contra de Löfven, con lo que el líder socialdemócrata sería rechazado por una variopinta mayoría que, aparte de la extrema izquierda, incluiría a los moderados (centroderecha), los cristianodemócratas y los nacionalistas Demócratas de Suecia (SD, antiinmigración y anti UE). «No se nos puede dejar fuera durante cuatro años», manifestó el mandatario izquierdista. «El fundamento de este Gobierno aumentaría la inseguridad de los ciudadanos. No sólo no queremos ser responsables de ello, sino que lo combatiremos dentro y fuera del Riksdag».
Para Löfven, combinar eventuales concesiones a liberales y centristas con otras adicionales para Sjöstedt puede resultar tan complicado como lograr la cuadratura del círculo. De momento, el líder liberal, Jan Björklund, no le ha dado muchas razones para el optimismo: «He prometido a mis electores mantener al V fuera», ha declarado en una conferencia de prensa casi inmediatamente posterior a la de Sjöstedt.
El frenazo del V no resulta sorprendente: se le pedía nada menos que aceptase quedarse fuera del Gobierno y que renunciase a toda influencia política. O sea, que diese su beneplácito al pacto de Löfven con una parte del centroderecha a cambio de nada. Tamaña generosidad se antojaba bastante improbable, como bien sintetizaba el domingo Viktor Barth-Kron, analista político del diario ‘Dagens Nyheter’: «La idea de que Jonas Sjöstedt vote para convertirse en políticamente insignificante es bastante extraña».
En el título de su columna, Barth-Krohn se preguntaba: «¿Aceptará V autoeliminarse?». La respuesta, obviamente, ha sido no. Con la excusa manejada por Löfven de mantener a los nacionalistas alejados del poder, el acuerdo exigía que Sjöstedt diera el visto bueno a un Gobierno que se vería obligado a tragar con buena parte de las políticas liberales y globalistas de sus nuevos aliados, precisamente la antítesis de lo que defiende el euroescéptico y ex comunista V.
Sjöstedt, no obstante, ha dejado una puerta abierta a un acuerdo de última hora: «Queremos a Löfven, pero no así. Negociaremos intensamente con los socialdemócratas hasta el miércoles para intentar encontrar una solución». En caso de que no lo consigan, y será difícil dado lo alejadas que están las posiciones del V y, sobre todo, de los liberales, Suecia se acercará aún más a unas nuevas elecciones, después de que el fuerte ascenso nacionalista en las celebradas en septiembre de 2018 dinamitase el tradicional equilibrio de fuerzas en el Riksdag.
Los socialdemócratas y sus aliados perdieron la mayoría, pero la negativa de liberales y centristas a colaborar con el SD impidió que el centroderecha, que necesitaba sus votos, pudiese formar Gobierno. De momento, los nacionalistas de Jimmie Åkesson, tercera fuerza en las elecciones de septiembre tras socialdemócratas y moderados, parecen los grandes beneficiados del bloqueo político. La denominada «Alianza», el bloque oficioso conservador formado por moderados, cristianodemócratas, liberales y centristas, ha saltado por los aires. Los dos primeros partidos se niegan a colaborar con los socialdemócratas, mientras que los otros dos rechazan por completo al SD, que entretanto sigue subiendo en los sondeos.
El pacto, sobreviva o no, puede además tener graves consecuencias para sus protagonistas. Por su culpa, según encuestas publicadas por medios suecos, centristas y liberales perderían a más de una tercera parte de sus votantes. Por su parte, los socialdemócratas, según el historiador Lars Trägårdh, reputado especialista en este partido y en el estado de bienestar sueco, «parecen estar entrando en una nueva fase, la fase del suicidio».