El ELN admite que puso la bomba en la escuela de policía en Colombia
El ELN aceptó que son los autores del salvaje atentado que mató a veinte cadetes el jueves pasado. Intentó justificar la masacre de jóvenes estudiantes con argumentos como que la Escuela de Policía General Santander es una instalación militar susceptible de ser atacado. O que el Ejército bombardea sus campamentos y en ellos también «se capacitan combatientes y oficiales».
La Dirección Nacional de la banda terrorista que firma el comunicado conocido en la madrugada del lunes, concluye afirmando que «la operación realizada es lícita» y solicitan al Presidente Iván Duque dar continuidad el proceso de paz que inició Juan Manuel Santos en 2017. Las conversaciones, iniciadas en Ecuador y seguidas en Cuba, no tuvieron avance alguno en los quince meses que duraron.
Poco después de hacer pública la declaración, el Ministro de Exteriores, Carlos Holmes, y el Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, insistieron en la orden de captura contra la cúpula del ELN que emitió el Presidente el viernes. En ella están incluidos los delegados del grupo criminal que se encuentran en La Habana y que serían quienes negociarían una salida política al conflicto armado.
«Cuba está en la obligación de capturar a jefes del ELN», dijo Holmes. Su manifestación salía al paso de diversas opiniones de políticos y analistas colombianos que consideraban que no podía exigir al Ejecutivo de la isla la detención de quienes había recibido en su suelo por solicitud del Estado colombiano de cara a un proceso de paz. Y que existen unos protocolos, que determinan una serie de pasos, que deben respetarse.
«No hay protocolo que ampare al terrorismo», abundó el Comisionado Ceballos. «No puede haber ninguna manifestación de perdón o amparo con un grupo que ya reconoció la autoría de este acto criminal (…) El Gobierno no puede permitir que regresen a las filas del ELN y se internen en las selvas de Colombia para huir de la Justicia», añadió.
Ambos altos cargos recalcaron el respaldo que han recibido de la ONU y que apunta en la misma dirección. «Los miembros del Consejo de Seguridad subrayan la necesidad de llevar ante la justicia a los autores, organizadores, financiadores y patrocinadores de estos condenables actos de terrorismo e instan a todos los Estados a que, de conformidad con sus obligaciones, en virtud del derecho internacional y de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad, cooperen activamente con el Gobierno de Colombia y con todas las demás autoridades competentes a este respecto», expone el citado organismo en una misiva.
En todo caso, las posibilidades de capturar a los jefes máximos del ELN son remotas si de Cuba vuelan a su santuario venezolano, como han hecho en el pasado. Y el principal sospechoso de ser el verdadero cerebro, alias «Pablito», jefe del Bloque Oriental, se mueve con total tranquilidad entre el departamento de Arauca, Colombia, y su vecino Apure, en Venezuela. Entre los dos solo hay un río que puede cruzarse en treinta segundos.
Si fuese «Pablito» el máximo responsable, explicaría un aspecto inédito en los grandes atentados en Colombia. El autor material, José Aldemar rojas, era propietario del coche que estalló, dando a entender que no le preocupaba que las autoridades le adjudicaran de inmediato el hecho. Sería una manera de mostrar su poderío y su posición radical de oposición a los diálogos de paz.
Cabe recordar que el ELN fue siempre la segunda guerrilla en importancia y parecía que estaba de capa caída. Si embargo, la desaparición de las FARC y la inacción de las Fuerzas Militares durante la Administración Santos le dio nuevos bríos y ahora están fortalecidos. No solo son más fuertes en sus feudos tradicionales como Arauca, Catatumbo o sur de Bolívar. También se han expandido hacia los territorios que abandonaron las FARC, en ocasiones con enfrentamientos armados con otras bandas criminales rivales. Todos disputan el control de los jugosos negocios del narcotráfico y la minería ilegal.