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España también gira a la derecha

De celebrarse hoy las elecciones generales, el bloque del centro derecha, es decir, Partido Popular, Ciudadanos y Vox, obtendría una cómoda mayoría absoluta, con un mínimo de 178 escaños y un máximo de 185. Al menos, así se desprende de los resultados del sondeo de intención de voto de «NC Report», que hoy publica LA RAZÓN, referidos al mes de enero, que confirman la entrada del partido que lidera Santiago Abascal en el escenario parlamentario. Vox, ciertamente, apenas crece en expectativa de voto con respecto al pasado mes de diciembre, tras el golpe de efecto que supusieron las elecciones autonómicas andaluzas, pero el bloque de la derecha se beneficia del estancamiento del PSOE, que vuelve a los niveles de intención de voto que registraba antes de la moción de censura que llevó a su secretario general, Pedro Sánchez, a la jefatura del Gobierno, y, sobre todo, a que la extrema izquierda de Podemos continúa el proceso de deterioro iniciado a raíz de la crisis independentista en Cataluña, en octubre de 2017. En este sentido, es muy significativo que de todos los grupos que forman parte de las confluencias del partido morado, es Unidos Podemos el que más sufre la desafección de sus antiguos votantes. Así, mientras las marcas catalana, gallega y valenciana presentan descensos en la intención de voto de en torno al 0,5 por ciento, el partido que dirige Pablo Iglesias perdería hasta un 3,2 por ciento de sufragios, lo que se traduciría en 20 escaños menos en el Congreso. La radiografía demoscópica de Podemos es clara: pierde casi tantos apoyos por trasvase al PSOE como por la abstención. Todo lo contrario a lo que se prevé para el otro extremo del arco ideológico, donde Vox se nutre, además de antiguos votantes populares y de Ciudadanos, con un 43,4 por ciento y un 13,5 por ciento, respectivamente, de voto nuevo: nada menos que un 26,7 por ciento de quienes declaran que votarán al partido de Abascal no habían participado en las últimas elecciones generales. Con respecto a diciembre pasado, el PP se mantiene en intención de voto, aunque tocado por la sangría de Vox, en empate técnico con los socialistas, en el 24 por ciento; mientras que el partido de Albert Rivera crece imperceptiblemente, hasta el 18,7 por ciento, pero ya muy lejos de las expectativas que le daban las encuestas en la primavera pasada, cuando estuvo a menos de un punto porcentual de distancia del PP. En definitiva, el sondeo electoral repite para el conjunto de España el escenario andaluz, incluso, en la posición relativa de los tres partidos del bloque de centro derecha, lo que confirma el giro en ese sentido ideológico de la sociedad española. Con todo, lo más significativo es que, de confirmarse estos pronósticos en las urnas, los partidos nacionalistas, –que repetirían voto, como en el caso del PNV y Bildu, o se repartirían el que ya tenían, caso de ERC y PDeCAT– dejarían de ser decisivos en la conformación de la mayoría izquierdista del Congreso. Se trata, sin duda, de una buena noticia que explica, por una parte, las reticencias de Pedro Sánchez a adelantar la convocatoria electoral, tal y como se había comprometido en la moción de censura, pero, también, las tribulaciones de las formaciones separatistas catalanas, atrapadas entre la ventaja objetiva de mantener al actual Gobierno socialista, favoreciendo la aprobación de los Presupuestos Generales, y el temor al rechazo de una parte de sus votantes, cada vez menor, pero todavía deslumbrada por el señuelo de la independencia. Difícil disyuntiva, más aún cuando se acerca juicio al golpe secesionista.

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