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Albert Rivera desafía a Pablo Casado y ambos baten a un Pedro Sánchez desarbolado

Primer debate de los cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno. Pedro SánchezPablo CasadoAlbert Rivera y Pablo Iglesias pisaron este lunes el acelerador a fondo para redondear una campaña electoral que hasta la fecha había avanzado al ralentí. La cuenta atrás en el camino hacia las urnas ha comenzado.

Y lo hizo con un Rivera marcando perfil nítidamente, replicando y lanzando mensajes concisos. El líder de Ciudadanos logró imponerse a su socio poselectoral más probable, Pablo Casado, al que logró arrebatar, al menos este lunes, el liderazgo del bloque de centro-derecha. Y ambos, los dos, consiguieron acorralar a Pedro Sánchez, en el debate territorial y en la política económica.

Rivera arrancó duro afeando al presidente del Gobierno su intento de no celebrar el debate y puso las cartas muy rápidamente sobre la mesa instando al líder del PSOE a pronunciarse sobre los posibles pactos y los indultos a los líderes secesionistas si son condenados.

Sánchez se revolvió y estableció de inmediato una frontera entre los dos bloques: la izquierda y la derecha. «Aquí se van a ver dos historias», dijo. La suya, la de «la limpieza y el avance»; la otra, la del «retroceso». Ese mensaje fue el hilo conductor de todas sus intervenciones. Tan insistente resultó que prácticamente cayó en el vacío.

Casado prefirió mirar hacia atrás recordando cómo el PP sacó al país de la crisis. «Cuando entra el Partido Socialista sale el trabajo por la ventana», sentenció antes de atacar directamente al candidato socialista recordando que fue un Gobierno del PSOE, con su voto, el que congeló las pensiones.

Las diferencias entre los dos bandos, derecha e izquierda, se percibieron con claridad en el turno dedicado a la política económica. Lo abrió Casado comprometiéndose a crear dos millones de empleos en la próxima legislatura y desgranó su «revolución fiscal» que implicará, dijo, 700 euros más en el bolsillo de cada contribuyente.

Sánchez aseguró que si sigue en La Moncloa seguirá «conciliando crecimiento económico y justicia social». Reprochó a «las dos derechas» haber bloqueado sus iniciativas sociales y golpeó fuerte cuando recordó el decreto del PP que aprobó la amnistía fiscal. Insistió en que en sus diez meses de Gobierno ha demostrado que se puede crecer y repartir teniendo como bandera la «justicia social». El socialista tendió ahí la mano a su socio más previsible, Pablo Iglesias, al que agradeció su apoyo y que fue, de los cuatro aspirantes, el más desaparecido del debate.

Rivera aprovechó para marcar distancias y perfilarse con rotundidad. Arremetió contra PP y PSOE a quienes acusó de «haber perdido una década» para el país. A Casado incluso le recordó que Rodrigo Rato, el artífice del «milagro económico» está en la cárcel.

Pablo Iglesias intentó presentarse como el alumno disciplinado dispuesto a centrarse en las preguntas realizadas y dejar de lado su discurso y su tono más agresivo. Sacó a relucir la necesidad de que los bancos devuelvan los 60.000 millones de euros del rescate e incidió en la necesidad de un impuesto para los grandes patrimonios. Sólo apostó por bajar el IVA de determinados productos.

«Cójanse la cartera», replicó Rivera, «si llegan Sánchez e Iglesias al Gobierno». Para él las subidas de impuestos que propugna la izquierda son «confiscatorias». Su mensaje de alerta a los votantes en este capítulo resultó muy efectivo.

Rivera dibujó una posición clara al margen de Sánchez y de Casado criticándolos a ambos por igual como representantes de la vieja izquierda y la vieja derecha. Se impuso con rotundidad en este terreno al líder del PP pero no desdeñó su ayuda para replicar con firmeza al socialista.

El candidato del PSOE intentó desviar la batalla económica hacia derroteros que le resultaran más propicios e introdujo en cuanto pudo la cuestión del feminismo. Le recordó a Casado que «un no es un no» y a Rivera que «el vientre de las mujeres no es un taxi». Éste fue el momento más firme del socialista.

El apartado dedicado al problema territorial se abrió con la intervención de Sánchez con un mensaje retórico. Perfiló España «como uno de los mejores países del mundo» y aseguró: «Yo me siento muy orgullosos de ser español y de nuestra diversidad». Poco más.

Rivera, muy cómodo, en esta parte de la discusión aseguró, parafraseando a Unamuno, que a él le «duele» España y no tardó ni un segundo en reprocharle a Sánchez sus veleidades con los secesionistas. «¿Cuántas naciones ve en España? ¿Se compromete a no indultar a los que pretenden romperla?«, le espetó. Más tarde, le acusaría de «tener pintado en la frente» el pacto con los independentistas.

Casado le hizo los coros: dijo estar «avergonzado» de ver a los procesados del 1-O anunciar desde la cárcel su disposición a apoyar a Sánchez «a cambio de indultos y autodeterminación».

El aspirante del PSOE intentó defenderse asegurando que la independencia «no se va a producir». Afirmó que con su Gobierno no se permitirá «quebrar» la Constitución, pero sus afirmaciones, pese al tono de contundencia, no convencieron. «Usted, por permanecer en Moncloa es capaz de pactar con el lucero del alba», llegó a afearle Casado.

El líder del PSOE, incómodo, pidió continuamente un «detector de mentiras» pero no pudo replicar con solvencia cuando se le recordó la cumbre de Pedralbes con Torra o el episodio del relator. También dejó en blanco la pregunta de los indultos.

Los pactos poselectorales, último bloque de la noche, fue abierto por Pablo Iglesias que se entregó de inmediato en brazos del PSOE. Casado aseguró lo evidente, que no está dispuesto a pactar ni con independentistas, ni con batasunos. Sánchez, de nuevo, se zafó de la cuestión -a lo más que llegó fue a hablar de un Ejecutivo del PSOE con independientes- e intentó desviar el debate hacia la corrupción.

Rivera fue meridiano: él está decidido a coaligarse con el PP para conformar un Gobierno liberal.

En el último minuto, Casado se mostró empático; Iglesias pidió una oportunidad a los descreídos y decepcionados; Rivera apostó por los jóvenes y los autónomos y Sánchez urgió a repetir en las urnas una «moción de censura contra la crispación y por la convivencia».

 

 

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