Inés y Cayetana: con un par
No estuvieron en el debate a cuatro pero han protagonizado la campaña. Dos mujeres, rivales en las listas, unidas en el objetivo: salvar la España Constitucional
Ninguna de ellas ha estado en los debates, ese decisivo juego de las cuatro esquinas en el que cuatro aspirantes, varones, de edades similares (el socialista es el mayor, próximo a los cincuenta) y perfiles parejos (todos tienen un pasado como tertuliano) se han jugado la Moncloa. En ese tablero no había damas, gran contrariedad para quienes han hecho del 8-M su estandarte, casi su religión.
Y sin embargo, Inés Arrimadas y Cayetana Álvarez de Toledo han sido las verdaderas reinas de la contienda. Casado, Sánchez, Iglesias, Rivera, tienen ya los fondillos del pantalón pelados de tanto hacer de candidatos. El único que no ha mordido el polvo de una derrota electoral es el líder del PP. Los demás ya lo han intentado dos veces. Sánchez, vía carambola, logró su objetivo. Se trata ahora de ver si lo revalida en una contienda ortodoxa. Por los votos.
Ellas, no. Inés y Cayetana no han competido por la Presidencia. Ni han perdido. Arrimadas se estrena en Madrid, después de haberle doblado el pulso a los rebeldes catalanes y haber conseguido allí una victoria histórica y sin precedentes. Cayetana se estrena en Barcelona, después de un par de temporadas en el Congreso en las que aprendió a tantear los límites de la paciencia.
Se las rifan en los mítines, las reclaman desde sus partidos para que actúen en sus actos, para que levanten su voz digna y decente
Reciben todos los insultos y devuelven todas las trompadas. Les llaman de todo. A Inés incluso le gritaron ‘andaluza’. A Cayetana le espetaron lo de ‘hija de Aznar‘. Todo un honor para ambas. Dicen de Inés que es vulgar y poligonera. De Cayetana, que es altiva y displicente. Será porque pueden. ¿Qué pasa? En el primer debate interesante de la campaña, ambas estuvieron sublimes. La candidata de Ciudadanos trató de ‘chaval’ a un gordito ofuscado. La del PP dijo de Sánchez que es el «vanidoso útil del separatismo».
Se las rifan en los mítines, las reclaman desde sus partidos para que actúen en sus actos, para que levanten su voz digna y decente, para que desplieguen ese fuego cruzado y letal contra el populismo separatista, contra el embrutecido sentimiento de quienes creen ser superiores por haber nacido «dos metros más allá de una raya«, como cantaba Moustaki.
Sánchez presume de tener un gobierno feminista. Es caudaloso en mujeres. Cierto. Y poco más, en especial cuando se repasa la alineación. Calvo, pixi. Montero, chiqui. Delgado, ‘éxito asegurado’. Celáa, balbuceos. Ribera, el diésel. Batet, el indulto. Y así. El Ejecutivo de Sánchez nació ‘bonito’ y degeneró en merluzo.
Agresiones, insultos, ataques
Inés y Cayetana son audaces, valientes, ocurrentes, descaradas, tienen la lengua muy larga, el cerebro oxigenado, las neuronas bien dispuestas y un objetivo: Acabar con el totalitarismo del lacito. Las han perseguido, agredido, escupido, zarandeado, limpiado sus pasos con lejía… toda esa patulea «democrática, liberal y humanitaria», como se refería Pla, irónicamente, a la muchachada matonil de ERC en tiempos republicanos. Inés y Cayetana ni pestañean. Ni se inmutan. Ni, por supuesto, bajan la cabeza. Les plantan cara henchidas de coraje, sin mover una ceja y luego, les dedican lo mejor de su prosa, de su dialéctica rotunda y afilada.
Inés es espontánea y resuelta. Cayetana es reflexiva y mordaz. Una tiene la ‘inteligencia de la calle’, como dicen los ingleses. La otra, la inteligencia de Oxford. Inés ha brillado durante años con sus intervenciones en el Parlament, abofeteando a Puigdemont y Torra con su verbo rotundo. Cayetana lo ha hecho en los medios, en la universidad, en la calle, con sus reflexiones brillantes y categóricas.
Inés es espontánea y resuelta; Cayetana, reflexiva y mordaz. Una tiene la ‘inteligencia de la calle’, como dicen los ingleses. La otra, la inteligencia de Oxford
Ambas comparten un mismo objetivo: derribar a la ‘fera ferotge’ del totalitarismo nacionalista. Acabar con esos ladrones del tres por ciento, dogmáticos, cerriles, cínicos y falsarios. A esos engañabobos maximalistas y sectarios, provistos de una mentalidad estrecha y fanática, que conciben a su región como una propiedad privada, en la que sólo ellos pueden decidir lo que hay que hablar, pensar, estudiar, cantar y hasta de qué club de fútbol hay que ser socio.
No han estado en los dos debates de los número uno. ¿Para qué? Debatir con Sánchez es tan útil como aplaudir con una sola mano, como esgrimir el segundo cuerno del unicornio. Ellas han estado en las calles, en los campus, en las villas, frente a las turbas cerriles y cejijuntas, en una arriesgada campaña anegada de odio. Nos recuerdan cada minuto lo que está en juego este domingo: el futuro de la España Constitucional. Con un par. Con este par, todo parece posible.