Sánchez, una larga lista de agravios a EE.UU. en menos de un año
En noviembre, el presidente del Gobierno logró decepcionar a los muchos políticos cubanos en el Capitolio y en el ejecutivo al viajar a Cuba y no tener el gesto de reunirse con la disidencia en la propia isla o en Miami
La lista de agravios es ya muy larga. A pesar de que el gobierno de Pedro Sánchez lleva en el poder menos de un año, ha tenido tiempo de soliviantar a la administración norteamericana en varios de los apartados que más importan si no al presidente, sí a su gabinete y a sus principales aliados en el Capitolio, desde la política hacia Cuba hasta, ahora, la contención de la amenaza iraní.
Hasta el momento, el gobierno norteamericano ha optado por la prudencia. Ni siquiera cuando el ministro de Exteriores, Josep Borrell, acusó a Estados Unidos de actuar como «un cowboy del oeste» en Venezuela, hubo una reacción de su homólogo norteamericano, Mike Pompeo. Pero lo cierto es que la Casa Blanca ha renunciado a considerar a España como socio estratégico para lograr el cambio en Venezuela.
No es sólo la negativa de España a apoyar las sanciones y a liderar junto a su socio en Washington las presiones para que caiga el régimen de Maduro. La prohibición al disidente Leopoldo López —que tiene pasaporte español— a que haga política desde la embajada española en Caracas y la justificación de las gestiones de José Luis Rodríguez Zapatero en apoyo de Maduro se interpretan como una falta de contundencia sospechosa en el momento más decisivo de la crisis venezolana.
En noviembre, Sánchez logró decepcionar a los muchos políticos cubanos en el Capitolio y en el ejecutivo al viajar a Cuba y no tener el gesto de reunirse con la disidencia en la propia isla o en Miami. Cuando EE.UU. decidió endurecer el embargo y ampliar las sanciones a través de la aplicación de toda la ley de sanciones Helms-Burton, Borrell, de visita en Washington, amenazó con llevar estas medidas a la Organización Mundial del Comercio.
En el momento en que las nuevas sanciones de la ley entraron en vigor, el gobierno español, a través de la misión diplomática en EE.UU. se ofreció a negociar en nombre de empresas como Meliá o Iberostar, que deberán ahora pagar sanciones seguramente millonarias si así lo dicta el juez.
A pesar de la buena relación de Trump con Vladimir Putin y Rusia, a nivel ministerial la historia es diferente, y diversas decisiones de Sánchez con respecto al Kremlin han provocado una profunda insatisfacción en Washington. La más relevante es que el presidente autorizara en noviembre el fondeo y repostaje de buques de guerra rusos empleados para los conflictos en Ucrania y Siria en el puerto español de Ceuta. Mariano Rajoy los había prohibido en 2016.
Lo cierto es que las relaciones han cambiado radicalmente desde los días de Rajoy. Cuando el presidente español visitó la Casa Blanca en septiembre de 2017 fue recibido con alfombra roja: comida de trabajo, reunión con Trump y rueda de prensa conjunta en el patio de rosas de la Casa Blanca, algo reservado sólo para los aliados más estrechos. Hoy aquellos son días tan lejanos como los de José María Aznar sonriente junto con George W. Bush en su rancho de Tejas.