Democracia y Política

La oposición no está para servir de coartada

Resulta cínica la apelación a PP y Cs para que se abstengan en la investidura de Sánchez cuando se viene de pactar con Podemos

Tras el fracaso de la operación Iceta, Pedro Sánchez ha propuesto aMeritxell Batet como presidenta del Congreso y a Manuel Cruz como presidente del Senado. La elección de este último, un parlamentario de dilatada carrera académica y numerosas publicaciones en el campo del pensamiento, se nos antoja ajustada al perfil institucional que requiere la Cámara Alta. Desde luego su candidatura resulta más adecuada que la de Iceta, cuyos guiños constantes al separatismo -desde la oferta de indultos a la insinuación de un referéndum a partir de un porcentaje dado de soberanistas, pasando por la mesa de negociación con relator ajena a las instituciones- suponían una humillación para los defensores inequívocos de la unidad constitucional de la nación española.

Cruz no es Iceta, pero no deja de pertenecer al mismo PSC que rompió la disciplina de voto para rechazar la investidura de Rajoy que el resto de socialistas acató por responsabilidad. Idéntico comportamiento tuvo Batet, quien por lo demás en 2013 votó a favor en dos mociones que instaban a celebrar un referéndum pactado en Cataluña y se abstuvo en otra que reclamaba el inexistente «derecho a decidir». Es decir, Sánchez continúa con otros nombres la misma política de apaciguamiento cuyo liderazgo simbólico deseaba encomendar a Iceta. Frustró ese intento ERC, pese a haberse beneficiado de una cínica operación de blanqueo gubernamental digna de mejor causa, visto lo visto. Sea como fuere, la mayoría absoluta de la Cámara encargada de aplicar el 155 seguirá en manos del PSC, así como la presidencia del Congreso, lo que supone ceder el mando del Poder Legislativo a una sigla cuya recalcitrante inclinación al nacionalismo ha merecido reproches no ya de PP o Cs, sino de los propios barones socialistas.

Por eso resulta cínica la apelación a PP y Cs para que se abstengan en la investidura de Sánchez, para el caso de que la amenazara una nueva negativa de ERC. El mismo día en que se confirmaba el control de la Mesa del Congreso por parte PSOE y Podemos, que no solo obtiene la vicepresidencia sino que logra colocar a un soberanista de tendencias radicales como Gerardo Pisarello en el órgano de gobierno de la Cámara Baja, el PSOE emplaza a la oposición constitucionalista a que le salve de la dependencia del independentismo. La maniobra delata un desahogo propio de un régimen de partido único. Si fuera verdad que Sánchez está interesado en gobernar desde el centro y apoyándose en PP y Cs para asuntos de Estado, tomaría la iniciativa para pactar con Casado y Rivera unas líneas maestras para la legislatura en vez de pedirles apoyo gratis, mientras viene de acordar la Mesa -y veremos qué más cosas- con Pablo Iglesias. Ni siquiera el poderoso aparato de propaganda sanchista puede camuflar una trampa tan burda para desactivar a la oposición, elegida por muchos españoles precisamente para contrarrestar la labor de zapa contra el sistema del 78 que pueda desplegar desde el corazón de las instituciones alguien como Pisarello.

Sánchez llegó al poder gracias al independentismo y lo ha retenido gracias a que el miedo a Vox movilizó mucho voto en Cataluña. Esto explica muchos de sus movimientos. La aritmética parlamentaria le ofrece un camino alejado de extremismos ideológicos o territoriales que no está queriendo explorar con convicción. Veremos si cuando pasen las elecciones es capaz de forjar alianzas duraderas o se limita a seguir sobreviviendo.

 

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