Las cifras muestran el mal primer año de Duque en el Congreso
El jueves pasado terminó el primer año de este Congreso y del presidente Iván Duque con él.
Las cifras muestran que este Congreso legisló menos y, sobre todo, que Duque logró mucho menos que lo que obtuvieron en los primeros años como presidente el hoy senador Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, a pesar de que Duque le aseguró a Luis Carlos Vélez, en La FM, que sus resultados están en el promedio de esos gobiernos anteriores.
Nota metodológica
Así fue el arranque legislativo de los últimos cinco gobiernos, medido cuantitativamente por la cantidad de los proyectos de ley y reformas constitucionales que presentaron y en qué quedaron el jueves:
La agenda de Duque fue mucho más chiquita de la de sus antecesores, de apenas 18 proyectos cuando el promedio de los cuatro anteriores fue de más de 42.
Eso le daba la posibilidad de tener un equipo más concentrado en pocos proyectos, además de ser bienvenido en un país que se caracteriza por producir una gran cantidad de leyes, lo que algunos han llamado inflación normativa y otros hipertrofia legislativa.
Sin embargo, tener menos bolas en el aire no resultó en que le fuera mejor, medido en la proporción de los proyectos de cada Gobierno que el Congreso aprobó en el primer año (en el que usualmente el presidente tiene más fuerza).
En esa mirada los resultados parecen similares a los de los otros gobiernos – a excepeción de la aplanadora legislativa de Santos recién llegado a la presidencia, estrenando Unidad Nacional y mermelada y aún sin oposición uribista o de derecha. De hecho, a Duque le fue más parecido al primer año del segundo período de sus antecesores, cuando cada uno tenía una oposición más armada, que al primero.
A Duque también le fue parecido al promedio en otro indicador, que es la huella que dejaron en las leyes o reformas que finalmente salieron.
Eso refleja que el Congreso que terminó fue poco productivo en términos de cantidad de normas, pues solo aprobó 16 contra un promedio de 33.
Pero esas similitudes son secundarias.
El cambio de las dinámicas del Congreso como efecto de un Gobierno que le ha dado más autonomía, la falta de una coalición mayoritaria y una agenda política fuerte (con dos mociones de censura y unas objeciones presidenciales que acapararon buena parte de la atención de este semestre) pueden explicar ese cambio.
Pero ese no fue el único efecto del cambio de relaciones entre Gobierno y Congreso: la poca gobernabilidad legislativa se nota en que, proporcionalmente hablando, la agenda de Duque es de lejos la que más naufragó (no todos los proyectos no aprobados naufragan en su primer año, pues la mayoría tiene dos años para que el Congreso los saque adelante).
En los cuatro períodos comparados, el Congreso desechó solo el 13 por ciento de las propuestas de los Gobiernos; esta vez fue más del doble.
En consecuencia, quedó vivo un porcentaje pequeño de su ya de por sí reducida agenda, lo que lo pone a arrancar el segundo año del Congreso con una impronta menor en una agenda legislativa que se suele mover poco en el primer semestre, el de las elecciones regionales:
Duque por su parte dejó vivo muy poco, vio morir sus reformas constitucionales más sonadas (a la justicia y a la política) y llegará a julio con solo 6 proyectos andando a los que por ahora solo anunció que sumará un nuevo paquete anticorrupción, una posible reforma a la justicia y un nuevo código electoral, pues la discutida reforma pensional parece no venir.
Al final, las cifras de Duque en el Congreso muestran que el que poco abarca no necesariamente mucho aprieta, pues la agenda pequeña acabó mostrando más derrotas que éxitos.