El enemigo interno
Como toda dictadura, el régimen actual ha creado un supuesto “enemigo interno”.
Esta aberrante concepción sólo es posible cuando existe un Estado totalitario, nunca en un Estado democrático. Sencillamente, porque no puede haber “enemigo interno” en una sociedad plural y abierta, donde todos tienen los mismos derechos, deberes y oportunidades, sin odiosas exclusiones.
Sin embargo, cuando se crea esta siniestra figura, el “enemigo interno” es el que señala el régimen. Puede ser cualquier persona o grupo que lo moleste o le parezca inconveniente a sus fines. La discrecionalidad pasa entonces a ser utilizada contra cualquier ciudadano, si el régimen quiere eliminarlo o reducirlo a su mínima expresión. Tal fue la trágica experiencia de las tiranías fascistas y comunistas que sufrió (y sufre aún) la humanidad.
Dentro de esa línea, el actual régimen formalizó, mediante la Gaceta Oficial del pasado 23 de septiembre, la creación de una llamada “Fuerza de Choque” como instrumento para enfrentar los supuestos desestabilizadores y terroristas que su cúpula podrida inventa a cada rato. Así, bajo la superchería del “enemigo interno”, continuará reprimiendo y judicializando a quienes le dé la gana, independientemente de la verdad de los acontecimientos.
Este monstruoso hecho, a pesar de que lo quieren hacer pasar “por debajo de la mesa”, debió haber producido una firme protesta de los parlamentarios opositores en la Asamblea Nacional. No ha sido así. Lamentablemente, estos inefables parlamentarios están ocupados en otras cosas y no en las que deberían preocuparlos, como la mencionada “Fuerza de Choque” que el régimen articula para continuar la persecución contra sus adversarios democráticos, que hoy suman centenares de asesinados, presos y exilados.
Lo grave, gravísimo, es que la tal “Fuerza de Choque” ha sido adscrita “al Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, según declaraciones del diputado oficialista Néstor León Heredia, vicepresidente de la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional, quien agregó que la misma “combatirá planes de desestabilización que perturben el país”(¿?), junto a otras instancias gubernamentales en materia de seguridad, como el Plan Patria Segura (El Nacional, 25-09-2014).
Esta funesta práctica, insisto, no es novedosa. Tiene sus siniestros precedentes en dictaduras anteriores. Pero fueron Lenin, Stalin, Mussolini y Hitler quienes perfeccionaron la tesis del “enemigo interno” para eliminar a sus adversarios e instaurar el Estado totalitario. Luego, en nuestro continente, Fidel Castro, Pinochet y otros gorilas militaristas la hicieron suya para perpetuarse en el poder y acabar con toda oposición a sus tiranías.
En nuestro caso, el régimen fundado por Chávez Frías tuvo muy clara la utilización del “enemigo interno” desde sus inicios. Bastaría, por ejemplo, comparar la concepción democrática de las Fuerzas Armadas Nacionales en la Constitución de 1961 con la concepción militarista que contiene la de 1999. Mientras aquella la definía como “una institución apolítica, obediente y no deliberante para asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución” (Artículo 132), la actual elimina la concepción anterior y la dota de múltiples funciones, entre ellas, la no muy clara del “mantenimiento del orden interno” (Artículo 328), aparte de autorizarla a ejercer “actividades de policía administrativa y de investigación penal” (Artículo 329).
Luego vendrían su abierta participación en el debate político partidista, pero al servicio del régimen -no obstante la prohibición constitucional al respecto-, y su presencia avasallante en todas las áreas de la vida nacional, en desmedro del campo de acción que es connatural a los civiles. Y todo ello no es simple casualidad: se modela un régimen militarista, lo que facilita, desde luego, el paso siguiente a un Estado totalitario.
Por si fuera poco, Chávez creó su propia Milicia Armada, en abierta violación del ya citado artículo 328 de la Constitución Nacional, que enumera expresamente como únicos componentes de la Fuerza Armada Nacional “al Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional”. La fulana Milicia chavista no aparece por ningún lado, no forma parte de la FAN y sería, por tanto, una fuerza paramilitar. Así de sencillo.
Lo que persigue el régimen desde 1999 es abrirle campo a la utilización de la Fuerza Armada Nacional en la lucha contra un supuesto “enemigo interno”. A ese objetivo obedecen la reciente creación de la llamada “Fuerza de Choque” y el anterior establecimiento de la Milicia chavista, aparte de la utilización recurrente y abusiva de la Guardia Nacional para reprimir violentamente las manifestaciones pacíficas de la oposición democrática, en abierta violación a la Constitución Nacional.