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Luis Goytisolo: ‘El ordenador puede acabar con la novela’

El académico publica 'Chispas', retazos con humor e ironía sobre el sexo, la escatología e internet de la vida cotidiana en una "época boba del mundo"

Tanto móvil y tanto cambio, todo tan trepidante, le hace parpadear de asombro y extrañeza. No es que no entienda las nuevas relaciones humanas, sino que le chocan y hasta le confunden. Luis Goytisolo ha ido tomando notas de conversaciones de «cuando la gente se saluda en bares o restaurantes, del AVE», y cuando tuvo unas cuantas empezó a redactarlas. Esto lo hace siempre. «Si una novela me toma tres años, empleo dos años y medio en estudiar la temática y luego ya voy rápido. Antes de empezar a escribir Antagonía ya tenía el mapa de las cuatro novelas». Antagonía fue un empeño hercúleo de 17 años y 1.250 páginas de letra apretada donde está su planetario, una tetralogía que empezó el 1 de enero de 1963 y ahí sigue, desafiando los años con su vitola de obra exigente.

Las primeras notas de Antagonía las tomó Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) en papel higiénico de la cárcel de Carabanchel en 1960, donde estuvo cuatro meses preso por asistir al VI Congreso del PSUC en Checoslovaquia. «Cinco semanas de ellas fueron de aislamiento total por la huelga de hambre que originó un interno vasco. Éramos tres en la celda. Yo estuve con el dirigente socialista Antonio Amat,que fue quien consiguió que salieran los papeles, que eran un buen paquete. Por entonces ya habíamos leído El cero y el infinito [de Arthur Koestler] y sabíamos lo que pasaba en la URSS, pero el Partido Comunista era lo único que había, los socialistas estaban en Francia…».

Otra época, otros tiempos muy distintos a los que transcurren en Chispas (Anagrama), una suerte de 36 situaciones actuales, de diálogos rápidos, chispeantes y entreverados de humor. «No critico, dejo hablar a la gente. Es una obra de humor y cinco de los textos, de melancolía». Ese espíritu está recogido en las dos citas finales del libro, una atribuida a Séneca («Pero todo esto es muy triste», «Ya. Es que hay que saber tomárselo con humor, y entonces hasta tiene gracia») y otra a un tal Ludwig Goitialone, trasunto del propio Luis Goytisolo («El mundo ha pasado por épocas peores; tan boba como esta, nunca»). «Este libro habría que integrarlo en la línea B de mi obra; en la A estaría Antagonía. Rafael Conte e Ignacio Echevarría han dicho que mi humor estaba relacionado con el de Kafka, pero yo no lo veo».

En las conversaciones breves, como latigazos, de Chispas se desliza la escatología y el sexo. «Una mujer me dijo en la Feria del Libro que hay ‘mucha guarrería muy divertida‘», dice este hombre menudo, de ojos azules y maneras apacibles, encantado del comentario de esa lectora, con un zumo de piña al lado en un pasillo aislado del hotel Palace el pasado miércoles, víspera de la reunión semanal en la Academia.

Diálogos de amiguetes que comentan al Joyce voyeur («¿Se puede saber quién es ese Joyce del que estáis hablando?»), de «comidas bajo el cañizo de un merendero» («Siendo guapa siempre es más fácil encontrar trabajo»), de amigas hablando de violaciones, botellón y «acabar follando» («Bueno, también nosotras lo hicimos», «Ya. Pero de otra manera», «¿Tú crees?»), de ménage à trois, de internet, de para qué sirve estudiar si todo está en las redes… con un punto de ironía. Y hasta se habla de caza. «Yo era un excelente cazador porque de pequeño tiraba al aire a botes de Nescafé. Fui una vez, en 1956, con mi hermano José Agustín y Ferlosio a Coria y cacé 40 piezas. Entre las jaras salían conejos por todas partes, y ya lo dejé, no me habían hecho nada, aquello no era».

Este año se ha vuelto a editar su primer libro, Las afueras (1958), que ganó la primera edición del Premio Biblioteca Breve que auspiciaba el editor Carlos Barral y que luego consiguieron Vargas Llosa, Juan Marsé y Benet. «La he releído y ha ganado, me convenció, está decente. Tenía el don del dardo en la palabra, que dijo Lázaro Carreter, pero demasiado fría. Las mismas palabras (1963) no me gustó. Entonces, ni en la Transición, había estas siluetas que se ven hoy». Se refiere a los gordos que aparecen en Chispas, gente adicta a comidas rápidas. «Las relaciones humanas han cambiado mucho por el móvil, ahora son más fluidas». No dice que sean más superficiales pero sí que fiarlo todo, o buena parte, al móvil, a consultas urgentes, y unido al descenso del nivel de exigencia en los planes de estudio, ha mermado el conocimiento. «Antes se estudiaba Filosofía, Historia, Geografía… No era de una utilidad práctica pero sí importante para la relación con la vida en sí; ahora esa relación es más aleatoria».

Estos comentarios tienen mucho que ver con Naturaleza de la novela (Premio Anagrama de Ensayo 2013), donde analiza el origen, evolución y decadencia del género. Considera Luis Goytisolo que si bien la novela arrancó con la invención de la imprenta y llegó a su máximo esplendor en el siglo XX con Proust, Joyce, Faulkner, Kafka y Sebald, entre otros, empezó a decaer; algunos escritores, ha escrito, no se aventuran, siguen lo ya trillado. El declive lo ve más patente en Francia y Estados Unidos, menos en Gran Bretaña y España. Pero no da nombres, de nadie, para no molestar.

En Naturaleza de la novela también se comenta que los libros, tal y como los conocemos, irán despareciendo («pregunta a los libreros»), teme que el hábito de la lectura «acabe considerándose algo sobrante», que puede ser sustituido por «píldoras informáticas», que se pueda perder «la curiosidad, el deseo de saber más (…) El resultado es una mayor ignorancia en cuestiones generales, lo que explica, por ejemplo, el auge de la novela histórica (…) y el éxito de los nuevos productos -novelas, películas, series televisivas, juegos de ordenador-«. Y va más allá: «El futuro de la lectura nos está conduciendo al problema de la creación literaria». Y dice hoy: «El cine, la gran pantalla no acabó con la novela, como se preveía, pero la pequeña pantalla, el ordenador, puede acabar con la novela».

Y preguntado cómo ve su propia obra, dice que pretende «no contar nada; ofrezco un panorama, un paisaje y que el lector haga su propio relato, que saque sus propias consecuencias. Es lo que aparece en el arranque de Recuento«, el arranque de Antagonía.

¿Y ahora, hoy? Asegura que ahora no está en nada, que se ha divertido escribiendo Chispas. «Cuando acabé Antagonía pensé que ya lo había escrito todo y seguí escribiendo, aunque los personajes posteriores ya estaban allí, eran variantes. Si hago algo, será ensayo». Y saca de la cartera, entre el DNI y la tarjeta municipal de transporte, dos fotos diminutas en blanco y negro, de aquellas de bordes de sierra; en una aparece él y su hermana Marta, y otra de él con sus hermanos José Agustín, con pantalones de golf, y Juan. Otra época.

 

 

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