Ortega y los círculos concéntricos de poder
En Nicaragua no solo estamos al borde de un abismo; estamos en una crisis de valores sin precedente en los últimos 40 años. Decenas de miles de ciudadanos buscan una vía para sobrevivir y poder construir una alternativa política al régimen inhumano que nos lleva a todos al abismo social y económico.
Dado que el régimen ha perdido una buena parte de su base social y, por lo tanto, también ha perdido poder real y consenso, recurre a una creciente represión para intentar anular al movimiento social. La represión no le podrá dar legitimidad, porque la mayoría de los ciudadanos rechazan al régimen dictatorial, pero le garantiza el mantenimiento de los círculos de poder.
Empeñado en esconder la realidad social, el régimen continúa falseando la realidad. La represión indiscriminada demuestra que el régimen no tiene ningún proyecto de país de futuro, salvo conservar el poder.
Ortega ya no piensa en el futuro. No le importa cómo lo definirá la historia; él piensa que ya la escribió al participar en la revolución social de 1979. Ahora vive el presente y en cómo lo conserva.
Ha logrado mantenerse en el poder rodeándose de círculos concéntricos, muros de contención, murallas de protección:
El círculo íntimo familiar, el círculo de aduladores y aprovechados. A estos les reparte el grueso del botín del Estado.
Luego viene el círculo de políticos, jueces, magistrados y diputados que le proporcionan las bases y el aura de legitimidad institucional.
Después el círculo de fuerza: militares, policías, turbas, paramilitares y sicarios a su servicio. A estos les deja comer del botín del Estado y del producto del narcotráfico.
Finalmente, el círculo de los tontos útiles, empresarios miopes que como luciérnagas atraídos por la luz de poder giran alrededor buscando algún beneficio.
Al centro de este infierno está el gran satán, controlando todo; ese es su leitmotiv, su razón de ser. Esos círculos de poder giran alrededor y se mantienen por el campo magnético de la permanencia. Para ellos es importante la continuidad Ortega forever o el comandante se queda. Por eso, Ortega no puede aceptar nada de lo firmado, menos el adelanto de elecciones transparentes, ya que se fracturaría el control sobre los círculos de poder.
La combinación de negociación, represión y crimen es la estrategia del régimen para mantener la incondicionalidad de los círculos de poder y, al mismo tiempo, el diálogo es una cortina de humo o instrumento de distracción para congelar las sanciones internacionales.
Actuar sobre la base de hipótesis no es, al menos en política, recomendable. Tampoco es aceptable actuar según posibles escenarios. De lo que se trata, más bien, es de proceder de acuerdo con objetivos precisos y concretos; es decir, actuar conforme una estrategia establecida.
La estrategia política futura debe estar dirigida a romper esos círculos de poder. Para eso es necesario reactivar la lucha de los movimientos sociales e incrementar las presiones internacionales. Seguir en las negociaciones sin estrategia precisa y sin cumplimiento de los acuerdos firmados es fortalecer al régimen, al mantener incólumes los círculos de poder.