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Merkel recuerda la «obligación de desobedecer» a la tiranía

La canciller rinde homenaje a los militares que intentaron matar a Hitler en 1944

La canciller alemana, Angela Merkel, ha homenajeado este sábado a los miembros de la conjura militar que el 20 de julio de 1944 intentó asesinar a Adolf Hitler como unos «patriotas», movidos por la «obligación a desobedecer» a la dictadura nazi.

«Hay momentos en que la desobediencia es obligatoria», apuntó la líder alemana, en el 75º aniversario de la llamada ‘Operación Valkiria’, el atentado fallido contra Hitler cuyo autor material fue el coronel Claus Schenk von Steuffenberg.

Merkel llamó a «cuidar su memoria para que las lecciones de la historia no se desvanezcan» y recordó que el «derecho a la resistencia» en defensa del orden democrático está contemplado en la Constitución alemana, redactada cinco años después de la Capitulación del Tercer Reich.

«Fueron soldados modelos que se levantaron contra la tiranía«, destacó la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, quien asumió esa cartera esta semana tras la elección de su antecesora, Ursula von der Leyen, para presidir la Comisión Europea (CE).

Sttaufenberg está considerado un héroe de la oposición a Hitler surgida en la cúpula militar, mientras que los hermanos Sophie y Hans Scholl, dos estudiantes miembros del grupo Die Weisse Rose -La Rosa Blanca-, guillotinados en 1943, simbolizan la resistencia social.

La conjura militar evidenció que la oposición a Hitler había alcanzado a la Wehrmacht, aunque, según reconoció en un mensaje previo al homenaje el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, esa resistencia al nazismo fue demasiado débil.

La ceremonia siguió a la tradicional jura de la bandera en el Bendlerblock, sede del Ministerio de Defensa y lugar donde fue ejecutado Von Stauffenberg.

Maletín con una bomba

El coronel fue quien colocó un maletín con una bomba activada bajo la mesa donde Hitler se reunía con el Estado Mayor, en su cuartel de Prusia Oriental, en Ketrzyns, una trama minuciosamente preparada durante meses por un grupo de aristócratas y militares.

En el interior del maletín había dos artefactos, pero solo estalló uno y provocó la muerte de cuatro de las 24 personas presentes, mientras que Hitler sufrió apenas heridas leves y se dirigió unas horas después por radio al país.

Stauffenberg abandonó el cuartel poco antes del estallido y regresó a Berlín sin saber aún que Hitler seguía vivo, dispuesto a seguir con su plan de negociar el fin de la guerra con los aliados.

Esa misma noche fue ejecutado con varios de los suyos, cientos de implicados en la ‘Operación Valkiria’ fueron asesinados en los días siguientes, mientras que sus familiares sufrieron la represión nazi.

Stauffenberg era entonces un oficial de 36 años, casado y padre de familia, que había perdido un ojo, la mano derecha y dos dedos de la izquierda en África.

Su figura sigue rodeada de controversia, sea por quienes le tachan de traidor o por quienes sostienen que los conjurados no actuaron movidos por el horror ante la monstruosidad del nazismo, sino frustrados ante el discurrir de una guerra que veían perdida.

Algunos habían sido fervientes nazis, enardecidos por las primeras ofensivas contra Polonia y Rusia y vieron en Hitler un instrumento para recuperar la dignidad perdida tras la I Guerra Mundial.

Se estima que, de no haber fallado, se habrían podido evitar los millones de muertos caídos entre ese 20 de julio de 1944 y la capitulación del Tercer Reich, en mayo de 1945.

 

 

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