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Víctor Guédez: Una advertencia ante los extremismos

 

Un refrán popular nos recuerda que “Hasta lo bueno deja de serlo llevado al extremo”. También la reflexión filosófica nos señala que “Todo se anula en el exceso por el vacío que oculta”. En fin, los sesgos corren el riesgo de los fundamentalismos y todo fundamentalismo tiende a ser sectario y excluyente. Por los excesos se pierden las habilidades originarias, además de que se distorsionan los argumentos que se defienden y se debilitan los atributos que se proclaman. Son desplazamientos hacia espejismos delirantes y frustrantes. Sin duda, fue mucha la experiencia sedimentada la que llevó a Winston Churchill a sostener que: “Los que nunca cambian de opinión, nunca cambian nada”. Definitivamente, los extremismos, más que la enfermedad del pensamiento, representan su muerte porque condenan a las ideas a perder sus capacidades generativas. “El sectarismo habitúa a la gente a no pensar, es el opio de la gente”, decía con mucha razón Giovanni Sartorí.

 

Víctor Guédez: Fue Vice-rector Académico de la Universidad Nacional Abierta (Venezuela), Presidente de CERSE (Consultoría en Ética y Responsabilidad Social Empresarial) y Vicepresidente del Club de Roma (Capítulo Venezuela). Profesor en la Maestría de Responsabilidad Social Corporativa de la Universidad de Barcelona (España), docente en la Especialización en Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Metropolitana y profesor del Diplomado de Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Simón Bolívar. Autor, entre otras obras, de «Ética, política y reconciliación. Una reflexión sobre el origen y el propósito de la inclusión» y de » «Gerencia, Cultura y Educación».

 

 

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