DictaduraEconomía

Caída de -8.7%: Más pobreza, desempleo y migración

El ciclo agrícola, golpeado. La economía cayendo ya por cinco trimestres consecutivos, y muy cerca de convertirse en depresión económica. El desempleo (abierto o equivalente), afectando al 35% de un país que vio crecer en cuatro puntos porcentuales el número de sus pobres. Y en medio de todo, Ortega decreta el cierre de la negociación política con la Alianza Cívica: el diálogo se acabó.

“Independientemente del anuncio político de la culminación del diálogo, ya era muy difícil contener la caída de la producción en este año”, asegura Néstor Avendaño, presidente de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades de Nicaragua), al ser entrevistado en el programa Esta Noche, que se transmite en línea.

A principios de junio, el economista y su equipo informaron sus previsiones de crecimiento para 2019, mismas que cifraban en -9.4%, muy cerca del doble dígito que marcaría el desastre de una depresión económica. Esta vez, después de haber revisado cifras del primer semestre completo, estiman que el decrecimiento del PIB podría ser ligeramente menor, y quedar en -8.7%.

Estamos en la antesala de una depresión económica. Es peligroso llegar a –y sobrepasar- la barrera del -10%”, y si ahora el pronóstico es menos funesto que hace unos meses, el economista explica que “la recesión se ha minimizado por los ingentes esfuerzos que hacen las empresas para activar aunque sea parcialmente su producción”.

Más desempleo, más pobreza

A pesar de esa leve mejora, “con esa caída, el ingreso promedio anual per cápita de los nicaragüenses sería de 1824 dólares, cifra parecida a la de siete años atrás”, especificó.

Su pronóstico puede traducirse en una sola palabra: pobreza. Familias más pobres, empresas más pobres, país más pobre, que exporta menos productos y cada vez más ciudadanos… pobres.

Los datos que producen los últimos años del segundo régimen de Daniel Ortega muestran que el desempleo ahora sí es un problema tan importante como el subempleo”, lo que es especialmente cierto, si se considera que la suma de ambos flagelos afecta a más de un tercio de la población.

Según Avendaño, al cierre de 2019, cerca del 19.2% de la población económicamente activa (PEA) estará en el desempleo, lo que implica que no habrán podido trabajar ni siquiera uno, de los casi 210 589 minutos que habrán transcurrido en todo el año.

En el caso del “desempleo equivalente, vinculado con el subempleo” (el formalismo que usan los economistas para referirse a las personas que logran trabajar, aunque sea una hora al mes, aunque eso sea insuficiente), se calcula que llegará al 16% de esa PEA, con lo que la tasa de desempleo global de la economía, será de un poco más de 35% de la población económicamente activa.

Esto implica que, a finales de este año, la nación comprobará con hambre, que más de un millón trescientos treinta mil de sus ciudadanos prácticamente no generaron ingresos en 2019.

El impacto en la pobreza

Las alternativas a las que están acudiendo los nicaragüenses, en especial los que han sido directamente afectados por la destrucción del empleo formales irse del país en calidad de migrantes, seguir buscando trabajo en el país, o simplemente caer en el subempleo.

Pero ni los que se van, ni los que se quedan, tienen certeza de que podrán suplir a sus familias: para los que siguen luchando sin salir de las fronteras del país, porque la pérdida de empleos sigue siendo una constante, mientras que los que emigran, no siempre pueden encontrar el trabajo que les permita mantenerse a sí mismos, y enviar un excedente a quienes dejaron atrás.

Avendaño explicó que la caída de la producción y de las exportaciones, combinada con el aumento del desempleo, ha sido el detonante que llevó a que ahora haya un 4% más de pobres en el país. Las perspectivas no parecen ser mejores a corto plazo, si se considera que la reforma tributaria es una sanguijuela que sigue sangrando a las empresas.

Esa reforma es tan fatal, que incidió incluso para añadir tres puntos porcentuales a la inflación interanual, que llegó a 6% a finales de julio, y aunque no sea demasiado alta, disminuye el poder adquisitivo de los trabajadores.

Bancos no compran Títulos de Hacienda

Nadie quiere prestar dinero a un gobierno en crisis terminal y carente de credibilidad.

Avendaño –cuya labor le convierte en un interlocutor privilegiado de banqueros y profesionales de las finanzas- asegura que el Gobierno no puede financiar su déficit, “porque los banqueros no tienen confianza en comprar títulos valores emitidos por el Ministerio de Hacienda”.

Explicó que “hay instituciones bancarias que están solicitando elevar los rendimientos de los papeles emitidos por el Ministerio de Hacienda, que están entre 8% y 9% máximo”, y llevarlos hasta el umbral del 12% de ganancia, a tenor con el principio que, a más riesgo, mayor tasa de interés.

Una de las alternativas para financiar el déficit es aprovechar que se aprobó colocar papeles del Tesoro en el Banco Central, “pero esto tiene un límite, además que esa deuda tiene que ser cancelada antes que concluya el año fiscal, y creo que el Estado no tiene capacidad financiera” para poder cumplir ese requisito, aseveró.

La reforma tributaria -aquella que estaba llamada a generar el equivalente a 300 millones de dólares en nuevos recursos- “no podrá propiciar el objetivo recaudatorio del Gobierno”, asegura Avendaño, a pesar que los datos del primer semestre, hablan de un crecimiento de 2.7%.

Ese incremento –en rigor, una caída, si se mide a precios constantes- ocurre por la inflación acelerada de los precios de muchos productos de consumo masivo, “pero cuando termine el efecto del alza de precios, observaremos la caída de la recaudación de impuestos, sencillamente, porque la producción, las importaciones, el consumo y la inversión han caído”, enfatizó.

Ortega empeora la incertidumbre económica

*El riesgo de un financiamiento inflacionario

El economista Néstor Avendaño opina que la decisión de Daniel Ortega de decir que no habrá reforma, ni apertura política “empeora la incertidumbre económica del país. Los empresarios serán más reacios a invertir; los ciudadanos consumirán menos y tratarán de ahorrar más, para poder enfrentar tiempos más duros”.

“Si el Gobierno insiste en que no haya diálogo, tendrá que preparar programas de producción de emergencia, buscando garantizar por lo menos, la alimentación a la población, algo que me recuerda a los años 80, pero ¿dónde están los recursos para producir, en especial siendo que los costos se han elevado?”, cuestionó.

Esta recesión puede golpear más el próximo año, pero si la producción sigue cayendo más allá del 2020, el gobierno puede verse obligado a emitir dinero para financiar el déficit fiscal, que es lo que las autoridades han evitado hacer, por la lección histórica de la década de los 80”, ilustró.

“Un consejo [gratuito] que le doy al Gobierno, es que retroceda en el caso de la reforma tributaria. Necesitamos activar la producción, pero esa reforma es un desestímulo a la inversión, la producción y la exportación, y en un escenario de menor importación, también puede ocurrir que caigamos en escasez de ciertos productos, si no se toman planes de emergencia”, redondeó.

 

 

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