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Alemania escruta su reunificación

La economía del este ha mejorado, pero parte de la población se siente ignorada

A la hora del recuerdo, siempre hay unos aniversarios más épicos que otros, aunque los menos épicos tengan una importancia capital para el devenir de la historia. Alemania celebró el día de la Unidad Alemana, es decir, el aniversario de la entrada en vigor, el 3 de octubre de 1990, del tratado por el que la antigua RDA comunista dejaba de existir, y nacía la Alemania reunificada. Se cumplen ahora 29 años de ese momento histórico, mientras ciudadanía y clase política asumen que el balance de la reunificación no es perfecto, y el país se prepara para celebrar otro aniversario que sí es emocionante de verdad. El próximo 9 de noviembre se cumplirán 30 años de la caída del muro de Berlín, el acontecimiento que disparó el camino hacia la ansiada unidad, alcanzada un año después tras arduas conversaciones entre las dos Alemanias –su voz principal fue la del canciller de la RFA, el democristiano Helmut Kohl– y las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. El proceso contó con episodios in crescendo, y cuando la reunificación finalmente se materializó, se destinaron a ella grandes esfuerzos, económicos y políticos, con resultado agridulce, al menos para los ciudadanos del antiguo territorio de la RDA.

Balance de 29 años

El PIB de la ex-RDA se va acercando al del oeste, pero los sueldos aún son más bajos.

“La reunificación oficial de Alemania está completada, pero la unidad de los alemanes no fue completada el 3 de octubre de 1990, y eso sigue siendo así en la actualidad”, admitió ayer la canciller, Angela Merkel, de 65 años, ella misma crecida desde bebé en la RDA, aunque nació en la occidental Hamburgo. Merkel habló así en el acto conmemorativo en Kiel, ciudad norteña que acogía las celebraciones, que cada año tienen lugar en una ciudad distinta.

En su discurso, la canciller citó el informe anual que encarga el Gobierno sobre balance de la unidad alemana, publicado en septiembre, del que se desprende que, pese a las evidentes mejoras, sigue habiendo desequilibrios socioeconómicos entre los länder occidentales y los länder orientales, y que muchos alemanes del este se sienten ciudadanos de segunda clase.

Entre los avances figura el hecho de que el PIB per cápita de los cinco länder de la antigua RDA (Brandemburgo, Mecklemburgo-Antepomerania, Turingia, Sajonia y Sajonia-Anhalt), que en 1991 representaba apenas el 43% del de la Alemania occidental, aumentó el año pasado hasta casi el 75% en ese mismo concepto. (El caso de Berlín es peculiar, al tratarse de una ciudad dividida durante 28 años por el Muro, donde un sector funcionaba al modo occidental.) El desempleo en el este también se ha reducido mucho. En los primeros años de la reunificación duplicaba la media nacional, y ahora ronda el 7%, frente al 4,9% del total de Alemania.

Los alemanes orientales

El 57% se sienten como ciudadanos de segunda, y sólo el 31% confía en la democracia

Pero los sueldos en el este siguen siendo más bajos: la diferencia salarial de los länder orientales respecto a los occidentales es de -16,9%. Y aunque hay ciudades orientales con éxito y que atraen riqueza y talento –como Leipzig, Dresde o Potsdam–, las zonas rurales sobre todo acusan la pérdida de población que se desató con la reunificación. Unos 1,9 millones de alemanes del este –en general jóvenes, cualificados, y entre ellos muchas mujeres– emigraron al oeste.

Las percepciones cuentan también mucho. Una encuesta incluida en el informe anual encargado por el Gobierno indica que el 57% de los alemanes orientales se sienten ciudadanos de segunda, y sólo el 38% de los encuestados considera que la reunificación ha sido un éxito.

Por otra parte, el instituto Allensbach preguntó a alemanes orientales si consideraban que la democracia que existe en la Alemania actual es la mejor forma de gobierno. Sólo el 31% de los encuestados respondió que sí. El deterioro de la confianza en la política se aprecia en que, hace dos años, esa cifra era del 53%. Por contra, el 72% de los alemanes occidentales indicó la democracia como mejor forma de gobierno, y ese ha venido siendo el porcentaje en los últimos dos decenios.

Merkel reclama que la decepción en el este no nutra a la ultraderecha

Pese a que la mujer que desde el 2005 gobierna Alemania procede del este, en la política continúan predominando los alemanes occidentales. “Todos debemos comprender por qué para muchas personas en los länder del este la reunificación no es una experiencia sólo positiva”, alertó Merkel.

Entonces, la canciller alertó de que los agravios económicos no pueden ser utilizados como excusa para desplegar actitudes xenófobas, en una velada alusión al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que no mencionó de modo explícito. La AfD es la tercera fuerza en el Bundestag (91 diputados sobre 709 escaños), y está representada en todos los Parlamentos regionales, pero goza de especial predicamento en el este.

“No puede ser que la decepción con la política, aunque sea significativa, se acepte como una razón legítima para marginar, amenazar o atacar a otras personas por el color de su piel, su religión, su sexo, o su orientación sexual”, afirmó la canciller, para quien tales comportamientos amenazan la democracia en Alemania. Merkel llamó a guiarse por los valores constitucionales. “En lo concreto esto significa: sí al debate abierto, sí a exigir a la clase política, no a la intolerancia, no a la marginación, no al odio y al antisemitismo, no a vivir a expensas de los vulnerables y las minorías”, recitó. Al poco, unos 600 ultraderechistas se manifestaban en Berlín, algunos portando banderas alemanas y pancartas antiislam.

La elección como fiesta nacional del oficialista 3 de octubre en vez del radiante 9 de noviembre –la caída del Muro–, fecha esta que muchos reivindicaban, obedece a desafortunadas coincidencias históricas. El 9 de noviembre de 1918 se proclamó la que luego sería conocida como República de Weimar, una coincidencia de calendario no problemática, pero hubo luego otros dos 9 de noviembre aciagos. En ese día de 1923 tuvo lugar el Putsch de la cerveza, el fallido golpe de Estado de Hitler en Munich; y en ese día de 1938 se desató la Kristallnacht , la noche de los cristales rotos, en la que los nazis destruyeron sinagogas y comercios judíos. Ese execrable antecedente invalidó el 9 de noviembre como fiesta nacional.

Con todo, el 3 de octubre de 1990 también tuvo sus dosis de emoción. En Berlín, la foto histórica de la noche del día 2 al 3 muestra al canciller Helmut Kohl en la escalera del Reichstag, y entre otros políticos está también el excanciller socialdemócrata Willy Brandt, a quien según testigos le resbalaban lágrimas por el rostro. Esa noche mucha gente se echó a la calle a festejar la reunificación, y una gran bandera alemana fue izada en un mástil de 28,5 metros de altura ante el Reichstag. Desde entonces toda enseña alemana en ese mástil se conoce como bandera de la Unidad.

 

 

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