Democracia y Política

Benjamin Netanyahu fracasa en la formación de Gobierno en Israel

El 'premier' devuelve el encargo al presidente de país, Reuven Rivlin, ante la imposibilidad de llegar a la mayoría necesaria para gobernar

No hay sorpresas en la bloqueada situación política israelí ni tampoco buenas noticias para el primer ministro, Benjamin Netanyahu, que no ha tenido este lunes su mejor cumpleaños. Tras celebrar con su familia su 70 aniversario y a 48 horas de vencer el plazo, el líder del Likud ha comunicado esta tarde al presidente de Israel Reuven Rivlin que devuelve el encargo de la formación de Gobierno. A diferencia de otras ocasiones, Netanyahu no ha pedido una prórroga de 14 días para intentarlo, consciente de que la aritmética en la ‘Knésset’ (el Parlamento israelí) y el rechazo del líder del bloque centrista Azul y Blanco, Benny Gantz, hacen imposible un Ejecutivo de unidad.

El ex jefe del ejército tendrá ahora la oportunidad de intentarlo. Una vez reciba el encargo de Rivlin, tendrá a su disposición 28 días para lograrlo aunque, sin un acuerdo con el Likud, lo tendrá también muy difícil. Aunque prácticamente nadie lo desea, empezando por los propios 120 diputados recientemente elegidos, este lunes se ha dado un paso importante más hacia las terceras elecciones en menos de un año en Israel.

Es la crónica de un fracaso anunciado en las urnas el pasado 17 de septiembre, y prácticamente confirmado el 25 de septiembre cuando Netanyahu recibió el encargo de Rivlin para formar su cuarto Gobierno consecutivo desde el 2009. El bloque que apoya al ‘premier’ (Likud, dos partidos ultraortodoxos y los diputados ultranacionalistas de «Yamina») contaba sólo con 55 escaños. Y no ha crecido.

Netanyahu fracasó en su intento de convencer al líder de «Israel Beitenu» y ex socio Avigdor Lieberman (ocho escaños) de «volver a la casa», esto es, el bloque derechista. Tampoco es sorpresa ya que Lieberman exige un «Gobierno liberal laico» y no oculta su hostilidad personal hacia quien fuera su jefe a finales de los 90. En las últimas semanas, el político de origen moldavo ha lanzado durísimas críticas contra líderes del Likud y denunciado que negocian la formación de un Gobierno de unidad sin separarse del bloque con ultranacionalistas y ‘jaredim’.

Netanyahu tampoco ha podido lograr que «Azul y Banco» rompa su veto a que ejerza como primer ministro en un Gobierno de unidad de rotación debido a sus causas por corrupción. Tras la audiencia realizada el pasado 2 de octubre, el fiscal general Avijai Mandelblit debe decidir antes de final de año si le lleva a juicio.

«Hace unos instantes, comuniqué al presidente del Estado la devolución del mandato para la formación del Gobierno. Desde que recibí el encargo, actué sin pausa de forma pública y no pública para crear un amplio Gobierno de unidad nacional. Es lo que el pueblo quiere e Israel necesita ante los grandes desafíos de seguridad que crecen cada día y cada hora», ha afirmado Netanyahu en un vídeo difundido en las redes sociales.

Divisando los comicios en el horizonte y con claro pose electoral, Netanyahu ha pedido un Gobierno de unidad acusando a Gantz de «ser rehén» de Lieberman y del número dos de su partido, Yair Lapid: «He realizado todos los esfuerzos para que Gantz se siente a negociar conmigo y evitar nuevas elecciones. Desgraciadamente, él lo ha rechazado una y otra vez».

Gantz, que sólo tiene el apoyo de 54 diputados, podría formar una coalición si Lieberman le apoya y cuenta con el respaldo externo del bloque árabe. Se trata, sin embargo, de un escenario improbable debido a que no todos los 13 legisladores del bloque árabe «Lista Conjunta» aceptan apoyar, aunque sea desde fuera, al Gobierno israelí. Aunque la idea de acabar con el Gobierno derechista es muy tentadora para el bloque árabe en la Knésset.

Es improbable, además, porque Lieberman -un liberal secular antiortodoxo en lo civil y halcón ante los palestinos y en especial los diputados árabes- acepte ser parte de esa coalición. Muchos de sus electores no lo verían con buenos ojos.

Por si acaso, Netanyahu acusa a sus rivales de que «boicotean a los que llevan ‘kipot’ (religiosos) pero no descartan a los miembros de la Lista Conjunta Árabe con los que están en contacto para formar un Gobierno minoritario de izquierda. Entiéndanlo, se puede formar un Gobierno con el apoyo de aquellos que elogian el terror y niegan la existencia del Estado de Israel».

Desde Azul y Blanco, ganador de los últimos comicios con un escaño más que el Likud, replican que Netanyahu «sigue haciendo campaña electoral. El tiempo de los ‘spins’ políticos ha acabado. Estamos determinados a formar el Gobierno de unidad liberal liderado por Benny Gantz que el pueblo eligió hace un mes».

«Bibi ha vuelto a fracasar. Es ya un fracaso en serie», ha afirmado Lapid en alusión al segundo fracaso consecutivo de Netanyahu en formar Gobierno. El primero, tras los comicios del 9 de abril, desembocó en la cita del 17-S. Lapid y Gantz apuestan por un ejecutivo de unidad con el Likud, laborismo e Israel Beitenu pero marcando un cordón sanitario a Netanyahu hasta que resuelva sus problemas con los tres casos de supuesta corrupción.

Si Gantz fracasa, se abrirá un período de tres semanas para encontrar un diputado que pueda formar Gobierno. De lo contrario, la 22ª Knésset se disolverá a mediados de diciembre dos meses después de realizar su festivo juramento. Y lo que es más desesperante para los israelíes, nuevas elecciones en marzo.

Pero el mero hecho de que Gantz reciba el encargo presidencial para formar Gobierno-lo logre o no- supone un hecho sin precedentes en la última década en Israel donde parecía una tarea asignada exclusivamente a Netanyahu.

 

 

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