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Semana clave para decidir

Esos centenares de miles de uruguayos no tan politizados, y que seguramente si la elección no fuera obligatoria ni siquiera concurrirían a votar, son los que tienen en sus manos la llave mayor del resultado del próximo 27 de octubre.

Aunque cueste creerlo a quienes están más politizados y decidieron su voto hace ya semanas o meses, serán cientos de miles los uruguayos que terminarán de optar por quién votar recién en estos últimos días previos a las elecciones. La experiencia y los estudios electorales indican que este grupo grande de indecisos no se interesan en política, tienen por lo general menos nivel de instrucción que el resto de los votantes, y toman sus decisiones con criterios que no se fundan tanto en argumentos o en adhesiones a ideologías concretas. Es por ello que hacia el final de las buenas campañas electorales los mensajes de los candidatos y de los partidos dejan de apelar a razones para seducir a quienes aún no se han decidido, para pasar a comunicar mucho más en base a emociones, sentimientos y afectos.

En definitiva, esos centenares de miles de uruguayos no tan politizados, y que seguramente si la elección no fuera obligatoria ni siquiera concurrirían a votar, son los que tienen en sus manos la llave mayor del resultado del próximo 27 de octubre. En efecto, de acuerdo a todos los sondeos de opinión la votación del Frente Amplio (FA) puede oscilar en torno a guarismos bien distintos.

Por un lado, cercano al 38%, pondría en aprietos a su candidato Martínez para enfrentar con grandes chances el balotaje. Pero por otro lado, cercano al 43%, implicaría que el FA se haría de una sólida bancada parlamentaria, y permitiría así a la izquierda abrigar esperanzas de ganar en noviembre. Esta semana es por tanto clave para una definición política cuyas consecuencias durarán cinco años. Y la síntesis final de esa decisión es la siguiente: ¿el país quiere un cambio en la conducción del gobierno o quiere la continuidad?

A partir de esa decisión primera se definen los siguientes apoyos: si se vota por tal o cual partido o candidato que se ha comprometido por el cambio, en función de sus propuestas y de la confianza que genere; o si se vota por tal o cual sector del FA, para inclinar la balanza de apoyos internos de la coalición de izquierdas en favor de quien resulte mejor candidato o sector. Aunque parezca rudimentario para espíritus politizados que conocen el detalle de la oferta electoral, este gran rumbo del país en torno a continuidad o cambio es la guía con la que operarán esos cientos de miles de uruguayos que terminarán de decidir su voto en estos días.

Quienes más y mejor informados están sobre la situación nacional saben que se precisa con urgencia un cambio de rumbo: en política exterior, cuando por ejemplo Martínez ha definido que continuará la vergonzosa política que ha aplicado este gobierno con la dictadura de Venezuela; en seguridad, porque es claro que el FA ha fracasado y propone más de lo mismo; en reactivación del trabajo y de la producción, porque el FA ha llevado al país a un mayor déficit fiscal, una alta inflación relativa, pérdida reciente del poder adquisitivo de los salarios, aumento del desempleo, y problemas de rentabilidad para sectores productivos claves como la lechería y el arroz.

Es cierto que estos miles de uruguayos que se definen en estos días no conocen al dedillo datos estadísticos ni evoluciones macroeconómicas. No son de los que leen editoriales de los diarios o de los que prestan atención a sesudos análisis políticos, porque en realidad no les interesan estos temas. Sin embargo, guiados por sensaciones personales y viviendo como viven en Uruguay, igualmente esos uruguayos saben perfectamente que la situación actual no es similar a la de la bonanza de años pasados, y que se precisa mejorar muchas cosas.

Es a partir de esta realidad sencilla de constatar que las campañas electorales que todos los ciudadanos hacemos, en el mano a mano del trabajo, de la feria del barrio, de las charlas con amigos, vecinos y parientes, se transforman en las mejores herramientas para terminar de convencer a estos uruguayos que aún permanecen indecisos, de que el cambio se hace absolutamente necesario por el mejor futuro del país.

Por supuesto, dentro de la opción general de cambio, se podrá optar por tal o cual candidato o partido. Y por supuesto también, el protagonista mayor de ese cambio es, sin duda, el Partido Nacional y su candidato Lacalle Pou. Pero en cualquier caso, lo más importante es terminar de afianzar la alternancia en el poder, que implica una renovación general del elenco de gobierno para cambiar las políticas del FA que están completamente agotadas y que han hecho mucho daño al país. El desafío es enorme. Confiemos en que el pueblo alumbrará su mejor destino.

 

 

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