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Mozart y Schubert (1797–1828): El arte de crearlo todo antes de los 40

¿Hay algún sendero oculto por donde transitar desde Wolfgang Amadeus Mozart (1756–1791) y Franz Schubert (1797–1828)? Ambos nacieron en enero y eran del signo Acuario. Ninguno de los dos llegó a los cuarenta. Asimismo, los une Viena, ciudad en la que vivieron en medio de dificultades económicas.

Mozart es, junto con Haydn, la cumbre del clasicismo, la llamada Escuela de Viena, mientras que Schubert es el segundo aviso que anuncia el Romanticismo. ¿Hay algún sendero oculto por dónde transitar del uno al otro? Ambos nacieron en enero y eran del signo Acuario. Ninguno de los dos llegó a los cuarenta. Asimismo los une Viena, donde vivieron casi siempre en medio de graves estrecheces económicas, por lo poco regular de sus ingresos y el haber nacido manirrotos los dos. Y además sus muertes estuvieron veladas por el misterio.

Por otra parte, una bahía en la Antártida lleva el nombre de Schubert, y Mozart se llama un glaciar en la costa occidental de la isla Alejandro I, también en la Antártida, cerca de la bahía Schubert. (Lo curioso es que en la costa opuesta de la misma isla existe una península llamada Beethoven). Pero hasta aquí llegan las coincidencias. Ni siquiera puede aducirse que ambos eran austríacos, porque Mozart nunca renunció a su nacionalidad natal, la del principado arzobispal de Salzburgo, Estado independiente dentro del Sacro Imperio Romano Germánico.

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Joannes Chrysostomus Wolfangus Theophilus Mozart, el compositor predilecto de Gabriela Mistral, transformó el Theophilus de su bautizo en Amadé y la historia le conoce como Wolfgang Amadeus. Su padre, Leopold, músico de cámara de la corte arzobispal de Salzburgo, le dio clases de violín, teclado y composición teniendo Wolferl (un alias familiar) solo cuatro años, y en la enseñanza le acompañaba su hermana María Anna (alias Nannerl), cinco años mayor.

A sus cinco años está datada su primera composición, y debuta como violinista y pianista a los seis. Tras el éxito en Múnich y Viena del dueto de niños prodigios (Wolferl y Nannerl), la familia Mozart emprende una gira de conciertos que durará tres años y medio y durante la cual recorren Alemania, Francia, Inglaterra, los Países Bajos, Bélgica y Suiza. De vuelta en Salzburgo, Mozart y su padre hacen tres largos viajes a Italia, donde en 1770 el papa Clemente XIV lo nombra caballero de la Orden de la Espuela de Oro.

Para escapar a la rigidez de la corte de Salzburgo, solicitando que se le liberase del puesto de concertino de su orquesta, Mozart presentó su dimisión al auxiliar del arzobispo, el conde Arco, pero el arzobispo la rechazó. Días más tarde, cuando Mozart intentó entregarle personalmente un último memorial, el conde Arco le cerró el paso en la antecámara arzobispal, y el compositor fue expulsado literalmente “de una patada en el culo”.

A partir de junio 1781 se establece en Viena y trabaja como intérprete y compositor independiente, financiando su carrera como virtuoso en conciertos privados y académicos. Son unos años fecundos: 1782, El rapto del serrallo; 1786, Le nozze di Figaro; 1787, Don Giovanni; 1790, Cosi fan tutte; 6.9.1791 La clemenza di Tito se estrena en Praga, y 24 días después, en Viena, La flauta mágica, con la que regresa al alemán como idioma operístico. Hace amistad con Haydn (quien lo considera el más grande de los compositores), y con el prefecto de la Biblioteca Imperial, teniendo así acceso a las partituras originales de Bach y Händel, que le influyeron poderosamente.

En 1782 se casa con Constanze Weber, en 1784 ingresa en una logia masónica. Vive con graves dificultades económicas a consecuencia de sus cuantiosos gastos (casas grandes, mucho personal de servicio) y ningún ahorro, y por fin el gran éxito de La flauta mágica le devuelve el favor del público vienés, pero siete semanas después enferma y cae en la cama, muriendo dos semanas más tarde, sin haber cumplido los 36 años ni haber terminado de componer su Réquiem. Murió creyendo, como le confesó semanas antes a su mujer, que había sido envenenado por Salieri, pero no existen datos que apuntalen esa suposición. Sus ingresos anuales serían, al cambio actual, unos 125.000 euros, así es que no murió pobre (sino solo endeudado) y en el inventario de sus bienes lo más valioso fueron sus trajes y su mesa de billar, un lujo grandioso en aquellos tiempos.

En particular en su juventud, Mozart era muy propenso al humor escatológico, como se aprecia en muchas de sus cartas que han sobrevivido, especialmente las escritas a su primita María Anna Thekla. Hasta compuso música escatológica, como el canon “Leck mich im Arsch” (literalmente “Lámeme el culo”). Ya lo dijo Eugenio d’Ors: “Mozart no es, como Rafael, incapaz de caricatura”. Lo demostró cuando escribió en una carta que él componía “música para toda clase de seres humanos, excepto los de orejas largas”.

 

 

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Franz Peter Schubert nace y muere en dos localidades que hoy forman parte de Viena, fue el 13.º de 16 hermanos de los que solo cuatro llegaron a la edad adulta. A los cinco años su padre le enseña a tocar el violín, a los siete recibe aprendizaje en el órgano, y en 1808, a causa de su bella voz, entra en la Escolanía de la orquesta de la corte e ingresa en la Residencia Imperial de estudiantes, donde recibe lecciones de composición, entre otros de Antonio Salieri. Su primera partitura está datada en 1810, y hasta 1816 sigue recibiendo clases de Salieri y compone mucho.

Schubert no creó los Lieder, pero sí la forma en que hoy los conocemos, para lo cual llevó a cabo una inversión copernicana; hasta él, los textos de los Lieder estaban al servicio de la música; a partir de él es la música la que está al servicio de los textos. Tanto y tan bien que en alguno de ellos hasta creemos oír la rueca con que teje la Margarita del Fausto de Goethe. En 1818 se edita su primera partitura, la del Lied El lago de Erlauf y en 1819 se produce la primera interpretación pública de sus Lieder, de los que envía tres a Goethe, sin respuesta del genio de Weimar.

Busca establecerse como compositor, pero las editoriales rechazan sus partituras, no consigue la plaza de director de la orquesta de Lubliana y se aloja en la casa de un mecenas vienés. En el seno de la acaudalada familia Sonnleithner se organizan veladas musicales para dar a conocer sus obras, soirées que terminarán conociéndose como “Schubertiadas” y que, de una u otra forma, han llegado a nuestros días.

A la dependencia económica de los amigos por no tener un trabajo fijo remunerado, se unen los padecimientos a causa de la sífilis que comenzó a trastornar su vida. Según unas fuentes era homosexual, según otras era un bebedor empedernido y de una enorme sensualidad, traducida en varias relaciones esporádicas que le hicieron padre de diez hijos. El 26 de marzo de 1828 dio su único concierto público en Viena, con el que ganó 800 florines, y el 19 de noviembre de ese mismo año murió en casa de su hermano Ferdinand, al parecer no de la sífilis sino de la que entonces llamaban “fiebre de noviembre”, por otro nombre tifus.

Schumann descubrió la partitura de su gran Sinfonía en do mayor en casa de su hermano Ferdinand y se la pasó a Mendelssohn–Bartholdy, quien la estrenó en la Gewandhaus de Leipzig en 1839. La dizque Inacabada (compuesta en 1822) se estrena en Viena en 1865. Y Eugenio d’Ors le dedicó estas líneas en El valle de Josafat: “Walt Whitman habla mucho de la fraternidad. Presume de camarada… No me fío. Mucho mejor es Schubert que, sin presumir nada, empieza a andar a mi lado y me canta una canción. Canta una canción en la paz del atardecer. Y he aquí aún dos cosas muy Schubert: el atardecer y la paz”.

 

 

 

 

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