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Para competir en argumentos

Hace apenas unos días, Miguel Díaz-Canel ha salido en defensa de la cadena Telesur y se ha pronunciado sobre la práctica de atacar a los medios de prensa. El mandatario cubano rompió lanzas por el canal, cuya programación comenzó a transmitirse parcialmente en Cuba en 2007 y cuyo futuro a corto plazo pasa por momentos de incertidumbre.

«¿Por qué tratan de boicotearlo, por qué tratan de agredirlo? ¿Por qué ellos que son los llamados ‘defensores’ de la famosa y discutida libertad de prensa o libertad de expresión no son capaces de competir de verdad en argumentos con ese medio?», cuestionó Díaz-Canel en alusión a las recientes declaraciones de Juan Guaidó de reorganizar la cadena.

Díaz-Canel ha optado por erigirse en defensor de la pluralidad informativa, en un país donde solo se permite la circulación de medios subordinados al oficialismo

La propuesta del presidente interino de Venezuela han provocado un alud de críticas y acusaciones desde la Isla, comenzando por una estridente declaración de la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (Upec) hasta llegar a los reclamos del propio gobernante, quien ha optado por erigirse en defensor de la pluralidad informativa, en un país donde solo se permite la circulación de medios subordinados al oficialismo.

Díaz-Canel opina que el contenido que transmite la cadena sirve a los cubanos para comparar «con lo otro que ven en las redes sociales» y «con lo que dicen otros medios», un contraste que a su juicio «es la manera en que tenemos que enfrentar estas situaciones». Acto seguido agregó: «pero no desde una posición de estar agrediendo a un medio, de estar lanzando calumnias infundadas sobre un medio, yo creo que eso también es perverso, es provocador, es deshonesto».

Para quienes se asomaron al televisor en mitad de la intervención del presidente, debe haberles quedado la duda de si se estaba produciendo el esperado compromiso público de respetar la libertad informativa en la Isla. ¿Había llegado finalmente el momento en que el poder reconociera que los ciudadanos tienen el derecho a acceder a diferentes fuentes noticiosas, a elegir la prensa que prefieren y a contar con publicaciones plurales?

Pero no, Díaz-Canel no estaba hablando de Cuba, donde numerosos medios independientes son bloqueados, boicoteados, sus periodistas amenazados, perseguidos, interrogados, detenidos, despojados de sus recursos de trabajo, regulados para impedirles viajar y retenidos en sus propias casas para que no puedan cubrir informaciones. Él solo se refería a Telesur.

«Nosotros vamos a poner los contenidos latinoamericanos en Telesur y  vamos a ver a quién sigue la gente y vamos a ver a quién sigue Latinoamérica y no amenazando, porque nosotros no amenazamos a los medios yanquis ni a los medios internacionales», siguió subrayando Díaz-Canel. «Nosotros tratamos de generar nuestros contenidos, poner nuestros contenidos, para que la gente tenga todas las visiones, las visiones monopolizadores, las visiones colonizadoras y las visiones que para nosotros son emancipadoras y enaltecedoras».

Cualquiera de esas frases podría ser esgrimida por los tantos diarios, revistas digitales y publicaciones independientes que han surgido en los últimos años en la Isla, pero que a diferencia de Telesur no cuenta con el beneplácito de la Plaza de la Revolución y mucho menos con el acceso a las pantallas nacionales que le han ofrecido a esa cadena extranjera más dada a difundir propaganda que realidades.

Cuando se tiene un discurso hacia afuera y otro hacia el interior, ocurren estas contradicciones que rozan el ridículo

Cuando se tiene un discurso hacia afuera y otro hacia el interior, ocurren estas contradicciones que rozan el ridículo. Cuando se esgrime la libertad informativa para apoyar a un aliado político, mientras se afilan las tijeras de la censura para recortar los derechos de los nacionales, termina incurriéndose en dislates retóricos, en incongruencias de tragicomedia.

Admitir como válida la regla de «competir en argumentos», que Díaz-Canel llama a respetar para salvar Telesur, sería el fin del monopolio de prensa del Partido Comunista de Cuba. Cumplirla llevaría a permitir dentro de las fronteras todo eso que se le exige a otros Gobiernos.

Los medios independientes están listos para aceptar el desafío de someterse a la comparación entre lo que ellos realizan con libertad y lo que los medios oficiales producen bajo la censura.

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