Habrá un diálogo político en la nunciatura por la reconciliación
Para nadie es un secreto que Haití ha terminado una década de horror. Desde que en enero de 2010 la tierra temblara y produjera cerca de 316.000 muertes, desolación y miseria, hasta ahora -con las protestas por el desempleo, la corrupción gubernamental y la carestía de los insumos básicos para la vida-, el primer país en independizarse del Caribe (y del resto de América Latina) se ha convertido en un polvorín.Diez años después de aquél fatídico 12 de enero de 2010, miles de haitianos siguen pasando hambre: un millón largo de personas viven en situación de emergencia alimentaria y un tercio de sus once millones de habitantes requiere ayudas para comer.
“Deforestado y esquilmado, la población, con una esperanza de vida de 45 años, vive tan expuesta como antes a los desastres naturales”, reportaba El País hace unas semanas.
Siempre al borde de la revuelta civil y con un gobierno –el de Jovenel Moïse—encerrado entre cuatro paredes, incapaz de propiciar las condiciones de una convivencia en paz y sin margen de negociación, ha sido la Iglesia católica y las organizaciones religiosas de diversas denominaciones, las que han corrido con la responsabilidad del llamado al diálogo y quienes han proporcionado un mayor número de servicios de asistencia a la población haitiana.
Finalmente una buena noticia
Tras marchas, protestas, muertes y exilios, el presidente Moïse ha reaccionado y ha pedido –junto con organismos de la sociedad civil y fuerzas políticas afines— que la nunciatura en Haití sirva como marco para un encuentro de diálogo político nacional que lleve a destrabar la tensión y haga posible que la ayuda internacional se intensifique, al tiempo que los haitianos puedan vivir en paz.
Tanto la Santa Sede como el propio papa Francisco han dado su visto bueno para que el diálogo se produzca en la Nunciatura.
El comunicado deja en claro que la nunciatura solamente actuará como mediadora o propiciadora del diálogo, pero que en ningún momento violará la neutralidad política que es propia de esta legación vaticana en Puerto Príncipe, la capital del país caribeño.
En otras palabras, la nunciatura solamente albergará las negociaciones pero “conservará su neutralidad”.
En el comunicado de prensa emitido tras el acuerdo, la Nunciatura subrayó que “no participará en discusiones políticas” y, de acuerdo con su vocación específica, “no apoya a ningún partido político ni a ningún actor político de la vida nacional”.
“Al poner a disposición los locales de esta Conferencia, la Nunciatura Apostólica, en comunión con la Conferencia Episcopal Haitiana, está motivada únicamente por el deseo de ofrecer una oportunidad para la paz y la estabilidad en Haití”.
Una paz que no alcanza a llegar
Esta conferencia política para poner fin a la crisis será organizada por el Comité Haitiano para la Iniciativa Patriótica (CHIP) y contará con la participación de la Oficina de las Naciones Unidas en Haití, representada por Helen La Lime, y la Organización de los Estados Americanos (OEA), representada por Cristóbal Dupy.
Durante más de un año, según lo ha publicado el portal de noticias Vatican News, “Haití ha atravesado una grave crisis política, institucional, social y económica. Desde julio de 2018, los ciudadanos se movilizan para exigir la dimisión del presidente Jovenel Moïse: numerosas manifestaciones callejeras afectan al país”.
El horizonte de la nueva década podría ser más promisorio para los haitianos si logran un principio de acuerdo que frene la diáspora de sus ciudadanos.
Tan solo como muestra, en 2019, México recibió 70.302 solicitudes de refugio de ciudadanos haitianos, un poco más del doble de las que recibió en 2018.
El optimismo del nuncio
El principal promotor de este importante encuentro ha sido el nuncio apostólico en Haití Eugene M. Nugent, quien ha reiterado en varias ocasión que solo a través del diálogo entre los protagonistas “puede surgir una solución satisfactoria para salir de la crisis”.
De acuerdo a la agencia de noticias Fides, el nuncio Nugent ha dicho que el acuerdo es “un asunto de interés general que requiere la superación de los intereses partidistas”.
Al inciar los trabajos de estos encuentros, el nuncio hizo hincapié en la necesidad de “un compromiso real, valiente y saludable” para que Haití se convierta en “una nación políticamente estable“, “una condición sine qua non para un desarrollo sostenible, donde finalmente se puedan emprender las reformas necesarias”.
“Se han hecho varios intentos para poner fin a la crisis y se han hecho numerosas propuestas para su resolución, lo que indica la voluntad de ambas partes para superar este largo período de inestabilidad. Este es el enfoque que la Santa Sede alienta, sin prejuicios, sin interés partidista, pero guiado solo por la búsqueda de la paz, de acuerdo con su vocación “, agregó el nuncio Nugent.
Algo debe cambiar en este país
El representante del Papa en Haití recalcó que la iniciar la conferencia de reconciliación (30 de enero) ésta deber ser la punta de lanza que permita a la nación caribeña “esperar mejores días, en términos sociopolíticos”.
También subrayó que la comunidad internacional está al lado de Haití –como ya lo demostró tras el fatídico temblor de 2010— para apoyar cualquier iniciativa “inclusiva, concertada y consensuada”.
Y agregó: “Este es un deseo y también una oración. En nombre del Santo Padre, el papa Francisco, por favor denle una oportunidad a este país, porque como dijo san Juan Pablo II durante su visita a Haití: ‘Algo debe cambiar’ aquí. Y ustedes tienen una gran y noble responsabilidad para ello”, terminó diciendo el nuncio Nugent.