Sainete político: los nuevos gobernadores de Cuba
Como con la restauración del cargo de primer ministro, el régimen pretende hacer creer que realiza una renovación del sistema de gobierno.
El próximo día 8 de febrero tomarán posesión de sus cargos los 15 gobernadores de Cuba. Es el paso que queda en la más reciente maniobra «diversionista» del castrismo: el rescate de la figura del gobernador provincial.
Con ello el régimen militar pretende hacer creer que realiza una renovación del sistema de gobierno copiado de la Unión Soviética para independizarlo del acogotamiento total que ha tenido del Partido Comunista (PCC).
Pamplinas. Puro ejercicio de prestidigitación política para incautos, como lo fue semanas antes la restauración del cargo de primer ministro (pese a que fue designado un coronel de Inteligencia), que tampoco dirigirá nada.
Es simple, el control, dominio e intromisión del PCC en todos los aspectos de la vida nacional no desaparecerán mientras haya comunismo estalinista en Cuba. Ni siquiera va a amainar porque con la crisis en Venezuela la economía cubana se ha quedado sin subsidios, con poco combustible, sumergida en la fase terminal del castrismo tal y como lo conocemos ahora. Y el descontento popular alcanza cotas más altas que nunca antes en seis décadas.
Si algo impide reducir el abrumador control del PCC en la Isla es que se mantiene vigente el modelo estalinista centralista no solo en el sistema de gobierno, sino en el manejo de la economía.
El castrismo sin estalinismo y otras musarañas leninistas y guevaristas se parecería a lo que hay en China. Allí se mantiene arriba una tiranía comunista que viola brutalmente los derechos humanos, pero abajo hay economía de mercado que, aunque regulada y con múltiples controles estatales, es capitalista.
Gracias a ese capitalismo y las inversiones millonarias de Occidente la economía china ha crecido extraordinariamente. Al final, es el Occidente «burgués y decadente» el que ha convertido a China en la segunda economía mundial luego de EEUU.
Eso es algo que no merecía una dictadura criminal que hoy incluso es responsable de la pandemia del coronavirus. Cuando se detectaron los primeros casos en la ciudad de Wuhan el gobernante Partido Comunista no tomó medidas para evitar que se convirtiera en epidemia y, encima, prohibió a los médicos hablar del asunto. A varios doctores los obligaron a reconocer por escrito que hablar del coronavirus era un delito. Pekín ocultó durante semanas el brote de coronavirus para evitar el «desprestigio político» que ello significaría. Para la canalla que dirige China, como para la que manda en Cuba, una buena imagen del régimen comunista vale más que las vidas humanas.
En Cuba, Raúl Castro se niega a apartarse del legado estalinista de su hermano Fidel y bloquea toda posibilidad de liberar las fuerzas productivas como en China y Vietnam. El Estado cubano monopoliza la economía y genera entre el 91% y el 94% del Producto Interno Bruto (PIB), según el economista Pavel Vidal.
Volviendo a los gobernadores provinciales, mientras Castro II viva el PCC no va a dejar que en las provincias los gobernadores y sus equipos dirijan nada. La elite dictatorial percibe como vital para su subsistencia política que el PCC y su burocracia sigan metidos en todo, no importa lo que diga la nueva Constitución.
Gobernadores ninguneados
Además, la chapucería estalinista anuló de origen esta operación de maquillaje raulista. Los gobernadores y vicegobernadores provinciales fueron «electos» a espaldas de la ciudadanía. Fue todo un sainete político.
No fueron elegidos por el pueblo soberano en sufragio secreto y directo como era antes del castrismo (para un periodo de cuatro años), sino por 12.244 delegados (concejales) de los 168 municipios de la Isla que le pasaron por encima olímpicamente a los 8,9 millones de cubanos con derecho al voto (16 años de edad o más).
Esos delegados del Poder Popular no tuvieron varios candidatos para elegir. Fueron obligados a votar por candidatos únicos propuestos por el presidente de la República. El colmo es que Díaz-Canel ni siquiera escogió figuras nuevas, sino que nominó a quienes ya eran presidentes del Poder Popular en cada provincia. Valiente renovación esa. Solo ha habido un cambio de nombre. Son los mismos burócratas provinciales que ya eran ninguneados por el PCC.
Por si fuera poco, los nuevos Gobiernos provinciales contarán ahora con los intendentes, uno por cada municipio, otra nueva figura administrativa constitucional que amplía la cada vez más inútil burocracia del Poder Popular.
Algo muy revelador de esta comedia es que diez de los 15 nominados por Díaz-Canel para gobernadores obtuvieron más del 98% de los votos, encabezados por Jaime Chiang, de Las Tunas, con un 99,85%, y el de Guantánamo, Emilio Matos, con 99,83%. En Santiago de Cuba, Beatriz Jonhson sacó el 99,58%. También obtuvieron más del 99% de votos los gobernadores de Ciego de Avila (99,63%), Pinar del Río (99,44%), Artemisa (99,10%, y Cienfuegos (99,03%). Otros tres recibieron más del 98% de los votos, incluyendo el de La Habana (98,24%).
La menos agraciada fue Tamara Valido, de Mayabeque, por quien votó «solo» el 93,67%. Es decir, fue en Mayabeque donde los adocenados delegados municipales resultaron más atrevidos y algunos se animaron a tirarles bolas negras a la nominada por el administrador del régimen. Los otros cuatro nominados en las provincias restantes obtuvieron entre el 95% y el 97,8%.
¿Qué gobernador, prefecto, o como se llame, en Latinoamérica y el resto de Occidente obtiene el 99,85% de los votos, o más del 93%?
Otro detalle: del total de delegados municipales de todo el país, el 95% son militantes del PCC, según la prensa estatal. Se nota la democracia que reinó en las elecciones para gobernadores.
Pero los medios estatales se deshacen en elogios y explican que los artículos 171, 172 y 173 de la nueva Constitución comunista establecen que el nuevo Gobierno provincial, presidido por el gobernador, «representa al Estado y tiene como misión fundamental el desarrollo económico y social de su territorio», y que «actúa como coordinador entre las estructuras centrales del Estado y los municipios….»
El PCC seguirá metido en todo
Agregan que todo va a mejorar porque los gobernadores ahora serán la voz del pueblo de la provincia ante la nación y el «vigilante del gobierno central» que impedirá cualquier desvío de la política correcta del Estado en los municipios y las provincias. Dibujan al gobernador como un delegado omnipotente del dictador para controlar el cumplimiento de los planes de producción y del presupuesto provincial, «en estrecha vinculación con el pueblo», como dice la Carta Magna.
Falso. No puede haber conexión alguna del gobernador y su equipo con el pueblo porque simplemente no representan al pueblo, fueron impuestos a espaldas de la ciudadanía. Además, no tendrán poder real alguno.
La mayor falacia es que ahora el gobernador ejercerá los controles que hasta ahora ha tenido el PCC sobre la economía, el Estado, el presupuesto y la vida en general de cada provincia.
Nada de eso. Castro II, su Junta Militar y el PCC en todos los niveles, al menos con el general vivo, no van a entregar su omnipresente poder partidista, sus controles abrumadores, la militarización creciente de la economía y dejar esa tarea a funcionarios estatales independientes.
La crème de la crème del castrismo sabe que con la crisis económica, cada vez peor y sin posibilidad a ojos vista de recuperación, debe vigilarlo más todo con una lupa gigante, no vaya a ser que surja un Gorbachov provincial que se riegue como pólvora por la Isla.
En fin, los gobernadores que en los próximos días tomarán posesión en la práctica solo serán ayudantes y auxiliares —y no los principales— del primer secretario y del Buró del PCC en cada provincia, que son los que de veras cortan el bacalao: deciden, controlan todo y mandan.