Dos breves notas en Granma durante el pasado fin de semana parecen apuntar hacia la progresiva eliminación de la dualidad monetaria en Cuba.
Por un lado, el Ministerio del Comercio Interior (MINCIN) ha informado que desde el 1 de marzo no será posible realizar el pago en CUC en las unidades del sistema de comercio que prestan servicios gastronómicos, y que son la mayoría (se adaptan a los establecimientos dependientes de Palmares, CIMEX). A partir de entonces, se autorizará la compra en CUP de productos como cervezas, refrescos, agua, helados, confituras y bebidas alcohólicas. Dicho pago tendrá en cuenta, según la nota, las condiciones actuales de automatización de los sistemas contables de dichas unidades.
La segunda nota, igualmente publicada en Granma, señala que a partir del 1 de marzo solo podrán comprarse productos en tiendas de venta de materiales para la construcción mediante el uso de las tarjetas magnéticas u otro canal electrónico. Por lo tanto, las transacciones monetarias quedan suprimidas. Tan solo se autorizará, de manera excepcional, el empleo de otros medios autorizados por el Banco Central de Cuba en los casos de eventos meteorológicos por el periodo que se determine; y los subsidiados y beneficiados con créditos bancarios aprobados desde el 2012 al 2019.
Esta última medida comenzará a aplicarse en los municipios cabeceras de las provincias de Mayabeque, Cienfuegos, Santiago de Cuba, Guantánamo y el municipio especial Isla de la Juventud, y a partir de mayo, se extenderá a los municipios cabeceras del resto de las provincias. En La Habana comenzará en el mes de abril para todos los municipios.
En todo caso, se sabía que el proceso de unificación de las dos monedas que circulan en Cuba desde hace más de 20 años no iba a ser convencional; es decir, elección de una fecha concreta para el proceso, con el establecimiento de un tipo de cambio fijo y estable. Y por supuesto, antes de llegar a dicho escenario, fijar una senda de estabilidad macroeconómica que garantizara que el resultado final no provocase los efectos indeseables asociados a la unificación de monedas en circulación, o el establecimiento de una sola unidad de cuenta en una economía.
No se han hecho las cosas como se debería, y por tanto, cabe esperar la aparición de problemas y dificultades que provoquen daños colaterales a la maltrecha economía cubana. En otras palabras, el momento elegido, con un eventual endurecimiento de las sanciones de EEUU, la prolongada crisis de Venezuela, la escasa eficiencia y productividad del sistema empresarial estatal y la pérdida de contratos de ventas de servicios médicos con varios países latinoamericanos, no se puede calificar como favorable para unificar las dos monedas. De modo que se sabe cómo se entra, pero no se tiene ni idea de cómo se sale.
Porque si bien es cierto que hemos señalado en numerosas ocasiones que la dualidad monetaria ha provocado notables distorsiones en la contabilidad de las empresas y dudas en la calidad de la información estadística oficial, lo cierto es que llevar adelante la unificación con medidas como las descritas anteriormente, puede suponer problemas, sobre todo para los tenedores de stocks en CUC, que van a tener dificultades para canalizarlos hacia la economía. Un buen ejemplo: las autoridades han defendido la decisión de compra de materiales de construcción con tarjetas electrónicas porque, según dicen, «se puede alcanzar mayor transparencia en las ventas y en el manejo de efectivo, utilizando plataformas de comercio electrónico». Es decir, un ataque directo en toda regla contra la potente economía informal que existe en Cuba. ¿Es esto lo que se tiene que hacer para lograr la unificación monetaria?
De modo que ya mismo, en el pago de consumiciones en bares, restaurantes y pequeños quioscos de venta de comida y bebidas de titularidad estatal, adscritos al MINCIN, como es el caso de La Bodeguita del Medio, El Floridita o el cabaret Tropicana, gestionados por la empresa Palmares en las principales zonas turísticas de la capital, se va a dejar de aceptar el CUC, y detrás, eso es seguro, irán los demás establecimientos (privados incluidos), porque este tipo de medidas no admite marcha atrás.
Por otra parte, si alguien quiere arreglar su desvencijada vivienda y recibe remesas de la familia en el extranjero para ello, tendrá que abrir una cuenta en un banco estatal, hacerse con tarjeta electrónica y solo así podrá comprar sacos de cemento o ladrillos. Un procedimiento similar al implantado en las tiendas de electrodomésticos en divisas de finales del pasado año. De verdad, ¿qué tiene que ver todo esto con la unificación monetaria?
El principal problema: la incertidumbre
O dicho de otro modo, desde esta perspectiva, ¿es correcto proceder a la unificación monetaria utilizando este tipo de subterfugios? Permitan algunas observaciones iniciales.
¿A quién benefician las medidas? Parece evidente que a la mayor parte de la población que cobra sus salarios y paga los servicios básicos con la moneda nacional CUP, y que solo tiene fondos en esta moneda. Esta población, en el verano pasado, recibió un aumento salarial cuyos efectos han sido importantes sobre la gestión de los presupuestos estatales, como se dijo recientemente en la reunión de balance del Ministerio de Finanzas y Precios. La gente está acostumbrada a los cambios y operar en las dos monedas. No parece que esto vaya a ser determinante.
¿A quién perjudican las medidas? Desde luego a los que tienen depósitos de valor en CUC y no los han cambiado a CUP, teniendo en cuenta que el poder de compra de la primera moneda, sobre todo en el ámbito abierto de la economía, es claramente superior. La pérdida de valor de estos fondos va a provocar daños patrimoniales que no podrán ser compensados cuanto mayor sea el número de operaciones que se impongan en CUP. De hecho, ya se ha podido comprobar la depreciación del CUC en relación con divisas como el dólar en los mercados informales.
¿Cuál es el principal problema? La incertidumbre. Díaz-Canel miente cuando afirma que el proceso de unificación monetaria y cambiaria ayudará a estabilizar las condiciones económicas de la Isla. No lo hará a corto plazo, sino que las tensiones que se van a generar supondrán costes superiores a los beneficios. Además, los cubanos no saben qué va a pasar y cuando se producirá realmente la unión de las dos monedas. Es cierto que durante los últimos meses el Gobierno ha aplicado medidas experimentales para reducir la dualidad monetaria, pero aún se desconoce la fecha exacta en que el CUC dejará de operar, o de qué manera comenzará su obligada devaluación hasta que únicamente quede el CUP en circulación.
¿Puede provocar una dolarización de la economía cubana? Lo veo difícil. Esta idea se ha ido extendiendo entre analistas y observadores desde que se anunció la apertura de tiendas para la venta de productos, como electrodomésticos, motocicletas y coches, en las que solo se acepta el pago en divisas, lo que supone, dada la procedencia de las remesas que reciben los cubanos, una creciente dolarización de la economía, que como ya he señalado, ha supuesto una devaluación del CUC frente al dólar en el mercado informal.
A veces, las autoridades del régimen castrista pierden de vista lo importante, y dedican más tiempo y esfuerzo a lo que es menos relevante para el bienestar y prosperidad de los cubanos. Las autoridades parece que se han lanzado, de forma inoportuna y temeraria, hacia el principal objetivo de eliminar la dualidad monetaria. No conviene olvidar que, por encima de todo, el final de este proceso es restablecer el valor del peso cubano histórico (CUP) como moneda nacional, susceptible de cotización con otras divisas del resto del mundo (entre ellas el dólar), y de todas sus funciones como dinero.
Durante más de 20 años, por decisión política de Fidel Castro, el CUP no ha sido la moneda central del sistema económico cubano. Este tipo de decisiones no se modifican fácilmente, cuando toca hacerlo. Caerá el CUC, sin lugar a dudas, ya lo está haciendo, pero detrás arrastrará el CUP, cuya cotización se ignora en este momento.
Si las autoridades no toman medidas de control de los fundamentales de la economía, el hundimiento puede ser incluso mayor que durante el «Periodo Especial» cuando se creó el CUC. Prohibiendo y estableciendo normas de pago y cobro en comercios, no se unifican las monedas. Tal vez este sea el punto más relevante a tener en cuenta, pero me temo, por lo que veo y leo, que el equipo de Díaz-Canel no ha reflexionado sobre ello lo suficiente.