CulturaLibrosLiteratura y Lengua

Aristizábal: Libros de cabecera

A veces, me siento por ahí a leer las personas y pienso cuál será el libro de cabecera de cada uno de esos rostros tan distintos, tan llenos de detalles. ¿Cuántos títulos habrá pronunciado esa boca, habrá leído en voz alta, repetirá alguna frase, le habrán dado un beso en la mitad de un párrafo? Y esas orejas, ¿escucharán con atención si alguien dice había una vez…? ¿Las habrán mordido cuando quien recita un verso en susurro lo olvida?

Cuentan que Alejandro Magno tenía tres objetos que llevó consigo durante toda su campaña militar y que cada noche ponía en su almohada. El primero era una daga, junto a ella guardaba una caja, y en su interior tenía el objeto más apreciado de los tres: una copia de su texto favorito, la “Ilíada”. ¿Cómo reunió Alejandro estos tres objetos y qué significaban para él? Es lo que cuenta en detalle Martin Puchner en un libro fantástico que se llama “El poder de las historias”.

Los libros de cabecera hablan bien de las intenciones, dime qué lees y te diré quién eres, podría decirse, aunque esto no puede tomarse como aseveración de que quien no lee es menos, faltaba más, simplemente no ha podido encontrarse con otra faceta de la felicidad y el amor. Alejandro veía en la “Ilíada” el relato de su propia campaña y su vida, no solo la estudió, como muchos griegos, sino que se introdujo en su historia, la recreó con sus hazañas.

¿Quién no ha querido ser el personaje de una historia y quedarse en ella? Recordemos al menos una y mil veces “La historia interminable”, de Michael Ende, donde Bastián al entrar en un libro no quiere salir de él. Yo mismo he sido él y Atreyu; también he sido ese personaje de Italo Calvino en “Si una noche de invierno un viajero” y he disfrutado los recorridos por el Misisipi creyendo ser un tal Tom, o he volado a lomo de gallinazo como el mismísimo Juan Grillín. Igualmente, he sido ese médico rural, John Sassall, que John Berger acompañó. He sido tantos gracias a los libros.

Walter Benjamin decía que los libros que atesora una persona permiten deducir muchas cosas acerca de ella: sus gustos, sus intereses, sus costumbres. “Los libros que conservamos y los que desechamos, los que leemos y los que decidimos no leer, todos ellos dicen algo acerca de quiénes somos”. Yo no podría ser tan preciso como Alejandro, desde hace unos años, cuando al fin pude comprar un apartamento para mis libros, siento que llevo una biblioteca en mi cabeza, unas ventanas que todos los días me dan la oportunidad de ser alguien distinto

 

 

Botón volver arriba