El Constitucional ruso da vía libre a Putin para seguir en el poder hasta 2036
La ley de enmiendas constitucionales queda a la espera de la celebración de un referéndum
El Tribunal Constitucional de Rusia ha eliminado la última barrera para que el presidente Vladímir Putin pueda presentarse a las elecciones de 2024 y a las de 2030, con lo que podría continuar al frente del país hasta 2036. Sumaría así un total de 36 años en el Kremlin, superando al dictador comunista Iósif Stalin, que estuvo 29 años, y casi igualando al Zar Iván IV el Terrible, que completó 37 años en el trono.
El alto tribunal ha fallado este lunes que proceder a hacer borrón y cuenta nueva de los mandatos llevados a término por Putin, cuatro en total cuando se culmine el actual en 2024, «no contradice lo estipulado» en la Carta Magna. El dictamen ha sido publicado en la web del órgano judicial.
La actual Constitución rusa permite al presidente un máximo de «dos mandatos seguidos». De ahí que el actual mandatario ruso ejerciese el poder entre 2000 y 2008, cuando los mandatos eran de cuatro años, y fuese reelegido en 2012 para seis años, a tenor de una modificación en la Carta Magna de 2008, y en 2018 para otros seis.
Pero con la nueva Constitución, en la que se ha eliminado la palabra «seguidos» donde habla de esos dos mandatos, cualquier otra persona en adelante no podrá estar más de 12 años al frente del país. Sin embargo, Putin sí podrá consumir tal periodo de tiempo pese a que para 2024, cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales, habrá alcanzado ya los 24 años entre el Kremlin y la jefatura del Gobierno. Y ello ha sido posible gracias a que el pasado 10 de marzo se introdujo en la ley de enmiendas a la Constitución una cláusula que pone el contador de mandatos a cero. De esta ventaja podría beneficiarse también el expresidente y exprimer ministro, Dmitri Medvédev, que ocupó el sillón presidencial un único mandato, entre 2008 y 2012.
Propuesta de la primera mujer en viajar al espacio
La modificación la presentó sorpresivamente la diputada oficialista, Valentina Tereshkova, la primera mujer que viajó al espacio, pero Putin manifestó que aceptaría tal cambio si era aceptado por el Tribunal Constitucional, decisión que se ha resuelto este lunes de forma favorable para él. Toda una escenificación para dar una imagen de improvisación y democracia, pero que a todas luces estaba preparada de antemano y bien amarrada.
El día 11 se aprobó en la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento ruso) en tercera lectura el paquete de enmiendas constitucionales, el mismo día dio el visto bueno el Consejo de la Federación (Cámara Alta) y el sábado lo hicieron las 85 entidades territoriales que constituyen la Federación de Rusia.
Tras haber superado la prueba del Tribunal Constitucional, ahora le toca a Putin firmar el documento y convocar una consulta popular que la Constitución no sanciona como algo obligatorio, ya que los artículos modificados no exigen la formación de una Asamblea Constituyente ni la convocatoria de una auténtico referéndum.
Se trata de una iniciativa del máximo dirigente ruso para conferir a la reforma constitucional una mayor legitimidad mediante un «plebiscito», según el término empleado por él, que afecta también a su persona y se contempla como un test para comprobar la popularidad de la que goza hoy día. La votación se había previsto en un principio para el 22 de abril, pero el avance de la pandemia de coronavirus podría provocar su aplazamiento.
La oposición ha puesto el grito en cielo y ha anunciado movilizaciones, que será imposible llevar a cabo a causa de las restricciones por el Covid-19. En el centro de las críticas está Tereshkova, de quien se dice que a sus 83 años, con una carrera brillante en todos los terrenos y héroe nacional, no necesitaba a estas alturas echarlo todo por la borda apoyando la eternización en el poder de un «autócrata».
Algunos politólogos estiman que Putin no necesariamente echará mano de la posibilidad que se le abre de presentarse a las presidenciales de 2024, ya que, según ellos, su objetivo principal era no convertirse en un «pato cojo» sin capacidad de influir en su sucesión ante la lucha por el poder que se estaba desatando ante la proximidad de 2024. Pero parece difícil imaginar que quien ha estado al timón durante tanto tiempo, incluso cuando le dejó a Medvédev ser presidente mientras él seguía siendo el verdadero líder desde la dirección del Gobierno, vaya a desperdiciar tal oportunidad.