Revés de Macron en las municipales francesas y abstención récord
En la segunda vuelta votó apenas el 40 por ciento del electorado convocado, por el miedo a la pandemia del Covid-19 y la proximidad de las vacaciones
Según todas las estimaciones, la abstención próxima o superior al 60%, con una participación del 40/41 %, en la segunda vuelta de las elecciones municipales, el domingo, la más baja en la historia de la V República, es una catástrofe nacional que empaña parcialmente los resultados y confirma la incertidumbre profunda de la sociedad francesa.
Emmanuel Macron, jefe del Estado, fue el primero en reaccionar de manera muy solemne: «No es una buena noticia. Y debemos inquietarnos».
Macron se reunirá a primera hora de este lunes con su jefe de Gobierno, Eduard Philippe, elegido triunfalmente alcalde del Havre, para estudiar juntos una respuesta política a la altura de la crisis de fondo, más allá de la vida municipal.
En Francia hay 35.000 alcaldías. La inmensa mayoría de los concejales y alcaldes fueron elegidos en la primera vuelta municipal, el 15 de marzo pasado, en vísperas del confinamiento nacional.
Esa primera vuelta confirmó un dato político básico: centro y derecha tradicionales controlan una mayoría importante de los municipios de menos de 10.000 habitantes. El PS es la segunda fuerza nacional en esa Francia rural y profunda, insensible a las «experiencias» políticas. La Francia de un conservadurismo muy alejado de los «líos» políticos parisinos y nacionales.
Quedaban por elegir, en la segunda vuelta, los concejales y alcaldes de 4.820 municipios, entre los que se encontraban París, las grandes capitales de provincias y muchas de las ciudades de más de 10.000 habitantes. Competían en esta segunda vuelta 157.000 candidatos a concejales y alcaldes. Debían votar 16,5 millones de electores. Apenas votaron el 40%, o poco más. En cierta medida, el destino municipal de Francia (67 millones de electores) decidido por 6 millones 600.000 franceses, aproximadamente. De ahí la catástrofe, para todos los partidos políticos.
Resultados mediocres
La República En Marcha (LREM), el partido de Emmanuel Macron, consiguió resultados muy mediocres, sin implantación nacional. En París, Agnès Buzyn, ex ministro de Sanidad, no solo fue derrotada: provocó una crisis política significativa.
Quizá el mejor resultado de LREM sea la elección de Édouard Philippe, primer ministro, como alcalde del Havre con un 59 % de votos, convirtiéndose inmediatamente en una figura política nacional.
Desde hace semanas, se ha especulado con el futuro político de Philippe. ¿Seguirá siendo primer ministro? ¿Será confirmado en ese cargo cuando Emmanuel Macron proceda a un cambio de Gobierno, los próximos días?
Visiblemente satisfecho, Philippe fue el primer candidato nacional en celebrar su victoria… en unos términos que dejan todas las puertas abiertas: como jefe de Gobierno o como alcalde, o como ambas cosas a la vez, Philippe se instala en el podio de los grandes de la futura política francesa.
Los Republicanos (LR, el partido de Nicolas Sarkozy) no conquistaron París, pero se confirmaron como el primer partido político en la Francia profunda.
Christian Jacob, secretario general de LR, anunció un triunfo mucho más allá de lo esperado: «Nuestro partido ha conquistado más del 50 % de todas las ciudades de Francia de más de 9.000 habitantes. Es una gran victoria…». Se trata de una plataforma excepcional. Esa mayoría importante en la Francia profunda permitirá poder crecer con una base social, cultural y económica muy sólida.
LR perdieron, por el contrario la batalla de París. La candidata conservadora, Rachida Dati, ex ministra de Justicia de Nicolas Sarkozy, fue víctima de los enfrentamientos personales entre «macronianos» y conservadores. Si Dati hubiese conquistado París, se hubiese convertido en la candidata natural al liderazgo conservador. Derrotada, LR comenzarán sin ella el proceso de la reconstrucción conservadora y la “construcción” de un futuro candidato que pueda enfrentarse a Emmanuel Macron en las próximas elecciones presidenciales.
Como se esperaba, Anne Hidalgo, nacida en San Fernando, Cádiz, fue reelegida alcaldesa de París. Se trata de un triunfo personal, conservando para el PS un bastión simbólico. Hidalgo consiguió negociar el apoyo de todas las familias de izquierda, socialistas, comunistas, ecologistas y extrema izquierda. Esa unión de todas las izquierdas le permitió conservar París, pero es impensable en el resto de Francia.
A escala nacional, el PS salvó ayer varios de sus bastiones municipales históricos, pero retrocedió ligeramente en la Francia profunda. En el socialismo francés cohabitan familias muy diversas, que no siempre se entienden con el resto de las muy divididas izquierdas francesas.
Como se esperaba, el partido de los ecologistas franceses, Europa Ecología/Los Verdes (EELV), confirmó su lenta y todavía limitada implantación nacional, con victorias simbólicas significativas en ciudades como Poitiers y Besançon.
Se trata, según los mejores analistas, de una «evolución de fondo». PS y PCF continúan su ocaso histórico, sin líderes ni programas nacionales, sin alianzas ni proyectos conocidos. Los ecologistas y la extrema izquierda populista de La Francia Insumisa (LFI), liderada por Jean-Luc Mélenchon, continúan creciendo, moderadamente. Sin llegar a tener una implantación nacional definitiva.
La extrema derecha se mantiene en su feudo
En el otro extremo del escenario político, la extrema derecha de Agrupación Nacional (AN, ex Frente Nacional, FN), el partido de Marine Le Pen, sigue sin salir de su gueto político municipal. En un país con 35.000 alcaldías, la extrema derecha consiguió 11 en las municipales del 2014. Ayer conquistó una ciudad de más de 100.000 habitantes, Perpignan. Más allá del símbolo, ese triunfo es muy amargo para el clan Le Pen: el nuevo alcalde de Perpignan es el ex novio de Marine, condenada a tragar mucho aceite de ricino durante la velada electoral del domingo.
Más allá de los triunfo y fracasos de unos y otros, la histórica abstención del 60 % era percibida a última hora de la noche del domingo como una catástrofe política nacional.
La pandemia, el coronavirus, agravaron otras crisis de fondo. El desconfinamiento es muy visible en bares, restaurantes, playas, transportes públicos. Los franceses tenían hambre y sed de libertad. Pero, visiblemente, el presidente, el Gobierno y los partidos políticos no han conseguido la movilización ciudadana.
El presidente Macron tiene muy mala cota en los sondeos de opinión. El Gobierno suscita muchas reservas. Los partidos políticos siguen siendo invisibles y están alejados de los problemas de vida cotidiana. Las tensiones sociales, la agitación en los suburbios, la ola de suicidios en la policía nacional y entre los agricultores, el fantasma del paro y la recesión inquietan. Y el optimismo olímpico del presidente no consigue disipar la espera bruma de la incertidumbre. De ahí, quizá, una abstención histórica, la más alta, grave y profunda de la historia de la V República, el régimen fundado por el general de Gaulle entre 1958 y 1962.