“Sucedió lo que me temía: Estoy en blanco”. Faulkner: Seis cartas y un texto recobrado
Nota y selección: Rafael Pérez Gay
En el libro clásico de Alfred Kazin, En tierra nativa, la aparición de Faulkner en la literatura norteamericana quedó fijada del siguiente modo por la mano de uno de los críticos más serios de esas letras. Escribe Kazin: “Cuando Faulkner publicó una primera novela en 1926 titulada La paga de los soldados, nadie habría podido saber que el espíritu de la novela gótica había aparecido para registrar una nueva y ominosamente macabra visión de la disolución contemporánea. Desenvueltamente descuidada en su estructura y escrita de modo confuso, La paga de los soldados no era más de lo que parecía ser: un cansado epílogo de la paz para la familiar autobiografía de la Generación Perdida, un inflado y mal compuesto relato de la desilusión de posguerra sentida por un señor sureño que tenía una obvia afición retórica romántica y que claramente mostraba una vision romántica de la vida. Lo que la distinguió fueron, sin embargo, los extraordinarios recursos verbales que su autor mostró con tanta presunción y melancólico desafío”.
Desde La paga de los soldados Faulkner ya era un escritor regional que cargaba en el centro de su idea literaria con la amargura de la guerra y el sur de Estados Unidos como una imagen de la existencia y una forma de la tragedia. Esto ocurría en 1926, en el principio de una obra que muy pronto llegaría a la altura de El sonido y la furia (1929), Mientras agonizo (1930), Santuario (1931), Luz de agosto (1932), ¡Absalón, Absalón! (1936) y Las palmeras salvajes (1939).
La editorial Alfaguara ha puesto a circular de nuevo la obra de Faulkner en español. No es poca cosa, aunque los grandes consorcios editoriales deberían invertir en nuevas traducciones. En compañía de las novelas de Faulkner la misma editorial ha publicado un grueso volumen de Cartas escogidas y un impresionante volumen de Cuentos reunidos.
La obra que escribió Faulkner entre los años 1929 y 1939 dejó cuatro libros únicos: El sonido y la furia, Mientras agonizo, Luz de agosto y ¡Absalón, Absalón! Si añadimos Santuario, Las palmeras salvajes, escribe el crítico Harold Bloom, y El Villorrio, escrito a principios de los cuarenta, lo que tenemos es una combinación novelística extraordinaria. Bloom opina que Faulkner es el más grande escritor estadunidense, por encima de Hemingway y de Fitzgerald. No sé, uno siempre se lleva sorpresas con las apuestas, pero si me preguntan por cuál puerta entrar a Faulkner, yo diría que por la de Santuario, publicada también por Alfaguara, la novela que dio a conocer a Faulkner al gran público. La historia es sencilla y el tratamiento espectacular: Lee Goodwin ha sido acusado de asesinato. El escenario del crimen es una casa oculta entre los árboles en la cual funciona una destilería ilegal. En la casa viven Popeye, un gángster despiadado, y Ruby, la mujer de Lee. En esta escena se despliega una trama ceñida, de acción, maldad, y búsqueda del abismo. Santuario posee toda la fuerza narrativa de Faulkner.
La segunda puerta de entrada: los Cuentos reunidos en edición de Alfaguara. Volvamos a algunos relatos que nunca he olvidado: “Una Rosa para Emily”, la narración dice su editor en las notas a los cuentos, como la propia señorita Emily seguirá siendo por siempre “querida por todos, ineludible, inexpugnable, tranquila y perversa”. Otro cuento: “Ad Astra” —“Hacia las estrellas”—, un relato irrepetible sobre la locura de la guerra y la muerte. Uno más: “Todos los pilotos muertos”, de los cuentos preferidos de Faulkner y de los relatos más perfectos que se hayan escrito sobre la Primera Guerra Mundial. Este tomo es un portento de imaginación, rigor técnico y alta prosa, un poderoso tomo de historias extraordinarias. Entresaco de las Cartas escogidas seis breves momentos en la vida de Faulkner y añado un texto recobrado por Antonio Saborit sobre Albert Camus, una curiosidad y una revelación.
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MS. JFSA
[Tudor City, Nueva York]
A Estelle Faulkner
[timbrada 13 noviembre 1931]
Estoy escribiendo una película para Tallulah Bankhead. ¿Qué te parece esta altura? El contrato va a firmarse hoy, por unos 10.000 dólares. Así: ayer escribí el resumen, la sinopsis, y por ello voy a cobrar 500 dólares. Después voy a elaborar el resumen y añadirle acción y cobraré 2.500 dólares. Luego escribo el diálogo y cobro el resto. Y entonces probablemente vayamos a la Costa, a Hollywood. Te lo notificaré en cuanto pueda.
He causado bastante sensación. Todos los días de esta semana los directores de revistas han dado almuerzos en mi honor, además de fiestas vespertinas, o la gente que quiere ver cómo soy. De hecho, he aprendido asombrado que actualmente soy la figura más importante de las letras americanas. Es decir, me espera el mejor de los futuros. Incluso Sinclair Lewis y Dreiser acuerdan citas para verme, y Mencken va a hacer todo el trayecto desde Baltimore para verme el miércoles. Estoy contento de ser juicioso, no muy vanidoso. Pero no creo que se me haya subido a la cabeza. Sea como sea, escribo. Trabajando en la novela, y en un relato por el que creo Cosmopolitan va a pagarme 1.500 dólares.1 Así como también en la pieza dramática de Bankhead.2 Por eso estas cartas son tan breves: me paso la mayor parte del tiempo escribiendo, ya ves. Pero me acuerdo de ti siempre. Di a Cho-Cho que ayer me senté junto a Jack Oakie en un restaurante, y que la semana que viene voy a ver a Nancy Carroll.
Billy
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TS. JFSA
Warner Bros.
A Estelle Faulkner
Jueves [26 julio 1945]
Querida Miss E.
Estoy haciéndolo lo mejor que puedo desde aquí. Missy escribió que tío Ned está poniéndose demasiado pesado, lo que ya sabía, y me pidió que no se lo dijera, pues él no le daba a ella ninguna opinión. Le escribí. Dices que él no te dejaría guardar el maíz. Le escribí diciéndole que te dejara.
Estoy aquí desde el 7 de junio. En ese tiempo he escrito un guión de cine completo, de 145 páginas.3
He estado dos semanas trabajando por la noche y los fines de semana en hacer los arreglos de una película para Ginger Rogers.
He dedicado otros dos fines de semana a escribir un relato de 50 páginas con Bezzerides, que esperamos vender a Howard Hawks.
Hago todo esto para ganar dinero suficiente para marcharme y pintar la casa y hacer las demás cosas que necesitamos hacer.
Junto con esto, atiendo asuntos relacionados con la granja por correspondencia con James, dándole directrices y solucionándole los problemas.
Procuro escribir o a ti o a Missy al menos una vez por semana, por más “agotado” de escribir que me encuentre. Procuro escribir a madre al menos una vez a la semana, ídem.
Me he visto asimismo envuelto en una batalla para librarme del agente Herndon y conseguir para mí un sueldo más alto del estudio.
Además de esto, pierdo tres horas todos los días tomando autobuses para ir y volver de casa de Bezzerides al estudio, pues actualmente no trabaja y no me lleva en su coche.[…]
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TS. NYPL
[Oxford]
A.H.L. Mencken
Domingo [probablemente 22 febrero 1948]
Querido Mr. Mencken:
Recibí la suya. No tengo ninguno de mis libros excepto los traducidos a otras lenguas. O me los toman prestados o simplemente me los cogen o los regalo, y esto tal vez demuestra que las gentes de Mississippi no leen en lenguas extranjeras, pero sí en inglés, a pesar de los críticos neoyorquinos.
Envío su nota a Random House para ver lo que pueden hacer ellos.
Espero con mucho interés el nuevo American Language Supplement. Su lectura es amena, como la de Swift o Sterne. Usted y ellos tienen, al parecer, el mismo problema: existen demasiados malditos en la raza humana, y hablan demasiado.
William Faulkner
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TS. FCVA
[Oxford]
A Joan Williams
Miércoles [31 diciembre 1952]
Parece que ha sucedido lo que me temía. Estoy en blanco. Me refiero a escribir. Todo empezó hace tres días, lo que pongo sobre el papel no está bien y no consigo expresar los que sé que es correcto. No puedo trabajar aquí, esto ya lo había descubierto antes, pero tenía la esperanza de que podría soportarlo mientras tuviera que permanecer en este lugar. Pero me temo que la esperanza no es suficiente y que no seré capaz de hacer nada hasta que me vaya.
[…]
[Sin firma]
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El 3 de agosto de 1953, Saxe Commins escribió a Faulkner comunicándole que la New American Library había propuesto dos ediciones de bolsillo: una incluiría Santuario y Requiem for a Nun; en la otra se imprimiría “Palmeras salvajes” y “Old Mad” consecutivamente, en vez de alternando los capítulos como había hecho Faulkner en Las palmeras salvajes. Commins recomendaba este plan y pedía la aprobación de Faulkner. Faulkner mecanografió su respuesta al pie de la carta de Commins.
TS. RH
[Oxford]
A Saxe Commins
[principios agosto 1953]
Naturalmente que estoy de acuerdo,4 y agradezco la información, que siempre tienes la amabilidad de hacerme llegar. En mi opinión, separar Las palmeras salvajes destruiría el impacto global que yo pretendía. Pero al parecer mi vanidad (si se trata de vanidad) respecto a mi obra ha llegado a un límite en el que considero innecesaria la menor defensa. Estoy tan cerca del final del libro grande que me siento asustado, tengo miedo de que el rayo caiga sobre mí antes de poder terminarlo. O esto no es nada y yo ya estoy ciego en mi senectud, o es lo mejor de toda mi vida. Maldición, sí que tengo talento, Saxe. He tardado cincuenta y cinco años en descubrirlo. Supongo que antes estaba demasiado ocupado trabajando para darme cuenta… Tú y yo tardaremos unas dos semanas en revisar este manuscrito y eliminar todas las cosas de las que se pueda prescindir. Tendrá unas setecientas páginas mecanografiadas.
[Sin firma]
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Uno de los resultados del frustrado artículo de Time y del artículo-reseña logrado por Newsweek fue un ensayo en el que Faulkner trabajaría bajo diferentes títulos.
TS. RH
[Oxford]
A Saxe Commins
Lunes [mediados o finales octubre 1954]
Querido Saxe:
Hoy te he mandado el trabajo sobre la libertad de Prensa5 redactado de nuevo. Aunque todavía me sigue preocupando y ahora pienso que conozco el porqué. No es un artículo, sino una conferencia. Forma parte de una especie de simposio, tal vez cinco o seis conferencias, sobre “The American Dream: What Happened to It?” [El Sueño Americano: ¿qué ha sido de él?]. Por lo que puedes leerlo y devolvérmelo. Cada vez tengo más ofertas para conferencias, mi precio ahora alcanza los 1.000 dólares, y es posible que me dedique a ello y formar un libro, sobre lo que ha sucedido con el Sueño Americano que llegó a ser el centro de atención del mundo entero, al que todos aspiraban.
¿Qué te parece la idea? En cualquier caso, devuélveme el artículo. O mejor aún: retenlo ahí, no lo entregues, pues tengo una copia.
Bill
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Albert Camus
Por William Faulkner
Camus decía que la única función verdadera del hombre, nacido dentro de un mundo absurdo, era la de vivir, ser consciente de la propia vida, de la propia rebelión, de la propia libertad. Decía que si la única solución al dilema del hombre era la muerte, entonces estamos en el camino equivocado. El camino correcto es el que conduce hacia la vida, hacia la luz solar. El frío no lo podemos padecer incesantemente.
De ahí que en efecto se rebelara. Se rehusó a padecer el incesante frío. Se negó a seguir un camino que sólo condujera hacia la muerte. El camino que siguió era el único posible que no llevaba a la muerte. El camino que siguió conducía hacia la luz solar porque era el dedicado a realizar, con nuestras frágiles energías y con nuestro absurdo material, algo que no existía en la vida hasta que nosotros lo hicimos.
Dijo: “No me gusta creer que la muerte desemboca en otra vida. Para mí, es una puerta que se cierra”. Eso es, lo trató de creer. Pero no lo consiguió. A pesar de sí mismo, como le sucede a todos los artistas, se pasó la vida buscándose y exigiéndose respuestas que sólo Dios podía saber; al volverse el Premio Nobel de su año le dije en un telegrama: “On salut l’âme que constamment se cherche et se demande”. Si no quería creer en Dios, ¿entonces por qué no dimitió?
En el instante mismo en que se estampó con el árbol Camus seguía buscando y haciéndose preguntas; yo no creo que las encontrara en ese brillante momento. No creo que sean para encontrarse. Creo que nada más están para buscarlas, todo el tiempo, siempre de parte de algún frágil miembro del absurdo humano. De los cuales nunca hay muchos, pero siempre en alguna parte hay uno, y uno siempre será suficiente.
La gente dirá que era muy joven, que no tuvo tiempo de acabar. Pero no se trata de Por cuánto tiempo, no es Qué tanto; es, sencillamente, Qué. Al cerrarse la puerta para Camus, ya había escrito de este lado eso que todo artista carga consigo a lo largo de la vida, esa precognición y odio a la muerte: Aquí estuve. Eso hacía y tal vez en ese brillante segundo supo incluso que había triunfado. ¿Qué más podía querer?
Esta nota, traducida al francés, apareció en el número de La Nouvelle Revue Française dedicado a Albert Camus. El original en inglés se publicó en la entrega de la primavera de 1961 de The Transatlantic Review.
Traducción de Antonio Saborit.
1 Continuó trabajando en la novela Luz de agosto, pero Cosmopolitan no compró el relato.
2 La obra dramática, como tal, no se terminó, pero es posible que sirviera de base para dos producciones no realizadas en las cuales trabajó en la MGM, llamadas Night Bird y The College Widow.
3 Stallion Road, basado en la novela de Stephen Longstreet.
4 Se imprimieron las dos partes consecutivamente tal como se había propuesto.
5 “On Privacy: The American Dream: What Happened to It?”, Harper´s, CCXI (julio 1955), pp. 33-38.