Feijóo y Urkullu arrasan por la debacle de Podemos y el estancamiento del PSOE
El presidente de la Xunta y el 'lehendakari' revalidan sus cargos con solvencia, en unas elecciones autonómicas que lanzan un severo recado electoral a la coalición de Gobierno
La noche del 12-J fue un paseo militar para los que ya se sabían ganadores. Alberto Núñez Feijóo seguirá siendo presidente de la Xunta –cuarta mayoría absoluta– e Íñigo Urkullu revalidará su condición de lehendakari para emprender su tercera legislatura. Ni la excepcionalidad en tiempos de coronavirus ni el desgaste político alteraron la posición dominante de dos líderes con extraordinaria fuerza. Pero las elecciones autonómicas sí dejaron un formidable aviso electoral a la coalición que gobierna desde Moncloa.
Ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias han sabido rentabilizar el ejercicio del poder, ni ese perfil de gobierno benefactor durante la pandemia. Los votantes les han dado muchos y serios motivos para la reflexión. Las consecuencias en la política nacional de estos resultados se antojan importantes. Queda el vicepresidente muy debilitado en su posición política tras su espasmódica campaña electoral, además de fuertemente cuestionado en el seno de su formación. Y queda el Gobierno dubitativo, sin una propuesta atractiva en dos territorios que volvieron a experimentar un notable incremento de apoyos a los partidos soberanistas: BNG en Galicia y Bildu en País Vasco.
Si el PSOE, a duras penas, arañó un escaño respecto a 2016, en Galicia, la caída libre de los Podemos fue sencillamente brutal. Quedó borrado de un plumazo del parlamento gallego, donde se dejó nada menos que 14 diputados. De la segunda fuerza política a la nada más absoluta: ni el rostro más radical de Pablo Iglesias ni la cara amable de la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, sirvieron para eludir el desastre. Un mal resultado confirmado en el País Vasco, donde la marca de Podemos se dejó la mitad de su caudal: de 11 asientos a 6.
Iglesias: «Derrota sin paliativos»
A través de su cuenta de Twitter, el líder de Podemos calificó el resultado como una «derrota sin paliativos» e invitó a una «profunda autocrítica» y a «aprender de los errores que sin duda hemos cometido«, dijo. “Son unos resultados inesperados, malos, muy malos para nuestros espacio y que yo asumo en primera persona”, inisistió el candidato gallego Anton Gómez-Reino.
En términos globales el PSOE aguantó el tipo, pero no tiene grandes motivos para sonreír. Gonzalo Caballero igualó los 14 asientos cosechados en los comicios de 2016 y el PSdeG quedó relegado a ser tercera fuerza en el Parlamento gallego. Los socialistas cedieron ante el empuje del BNG, que, aupado por el tirón de su candidata, Ana Pontón, logró los mejores resultados de su historia y será la principal fuerza opositora a Feijóo.
Pírrica fue la subida del PSE en el País Vasco, donde Idoia Mendia sumó 10 escaños, uno más que en la última cita electoral. Eso sí, a falta del recuento del voto exterior, un escaño de última hora caído del lado de Bildu permitiría a las fuerzas de izquierda vascas sumar los 38 escaños necesarios para descabalgar a Íñigo Urkullu de la presidencia del gobierno vasco.
Fue el imparable ascenso de Bildu otra de los datos relevantes de la noche. A pesar de la caída de la participación, la izquierda abertzale ha sumado 23.000 votos más y fue junto con Vox la única formación que mejora sus resultados respecto a las últimas autonómicas. El partido que lidera Arnaldo Otegi dispondrá de tres asientos más en la cámara vasca. «Todavía no hemos alcanzado nuestro techo», advertía Otegi.
Feijóo refuerza su posición en el PP
Por la cuarta mayoría absoluta camina ya Alberto Núñez Feijóo, que sostiene la marca del PP -escondida en campaña por cierto- en su baronía y refuerza su papel dentro del Partido Popular. El eterno delfín ha demostrado al líder de los populares, Pablo Casado, que goza de extraordinaria salud electoral. Su victoria ha sido concluyente, con mayor porcentaje de votos incluso que en 2016 e igualando el récord de Manuel Fraga, lo que certifica que su apuesta por la moderación, por ser un verso suelto lejos de la tutela de Madrid, vende bien en su tierra.
El triunfo de Feijóo es a la vez un interrogante y un frente reabierto en el seno de su partido. La referencia del líder gallego, con perfil claramente distanciado de Casado y algunos de sus colaboradores más cercanos -por ejemplo, nunca ha disimulado su preferencia por la gran coalición a nivel nacional-, va a ser permanente e inexcusable para el líder nacional del PP, cuya apuesta en el País Vasco, por ejemplo, ha resultado un estrepitoso fracaso.
Vox entra en el Parlamento Vasco
La suma de fuerzas entre Partido Popular y Ciudadanos se ha dejado un tercio (de 9 a 6 escaños) de su fuerza electoral por el camino. La candidatura conjunta liderada por Carlos Iturgáiz no ha calado entre el electorado vasco de derecha. La apuesta fallida ha abierto la puerta del parlamento a Vox, que obtiene casi un 2 por ciento de los sufragios.
Con todo, la coalición PP+Cs ha perdido otro punto y medio adicional con respecto a los resultados que obtuvieron los ‘populares’ en solitario hace cuatro años: ha obtenido un 6,76% de los votos, que se traducen en cinco escaños: tres por Álava, uno por Vizcaya y otro por Guipúzcoa.
El partido de Santiago Abascal -que se quedó sin representación en Galicia- obtuvo un escaño por Álava -4.600 votos-, que ocupará Amaya Martínez, ex de UPyD. «Se terminó el silencio. Se abre una nueva época para los vascos, que por fin van a tener una voz contra el nacionalismo, los herederos de ETA y esa izquierda liberticida», sentenció el director de campaña de Vox, Ignacio Garriga.